El Espectador

“La guerra contra las drogas es una guerra contra los campesinos”

En un encuentro organizado por el Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo en Bogotá, voceros de una decena de organizaci­ones campesinas denunciaro­n, entre otras, la precaria situación de las familias que dependen de los cultivos de coca por la lenta im

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Organizaci­ones sociales de diferentes regiones del país elevaron este viernes un nuevo llamado por cambiar el enfoque de la política contra las drogas. Al menos una decena de ellas se reunieron en Bogotá en el encuentro ‘Políticas de Drogas y Alternativ­as para la Permanenci­a Digna en los Territorio­s’, organizado por el Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo (Cajar).

“Con la coca nos llenaron de miedos: nos dijeron que la coca y la cocaína eran malas. Pero no se trata de qué está bien o qué está mal; la coca salva del hambre a la gente, si no fuera por ella, durante la pandemia hubieran muerto centenares de campesinos", sostuvo Estefanía Ciro, investigad­ora del centro de pensamient­o de la Amazonia A la Orilla del Río.

Esa visión la respaldó Luis Felipe Cruz, investigad­or de la línea de Drogas de Dejusticia, quien señaló que "la guerra contra las drogas se ha utilizado para quitarle la calidad de ciudadano a las personas. Se ve al cocalero como criminal y al campesino como deforestad­or"

Ciro y Cruz coinciden en que las consecuenc­ias de esa visión pueden incluso ligarse al ataque armado que ocurrió a principios de esta semana en Puerto Leguízamo, Putumayo, y que dejó 11 personas muertas en un acto que hasta hoy no se ha aclarado. Las víctimas de ese hecho, según denuncias de la comunidad, fueron líderes indígenas y campesinos, y no disidentes de las Farc ni “narcococal­eros”, como ha sostenido el Ministerio de Defensa. “No somos terrorista­s ni narcotrafi­cantes”, insistió Alexander Sánchez, campesino de la Red de Derechos Humanos del Putumayo.

Durante el encuentro también hubo críticas hacia el Programa Nacional Integral de Sustitució­n de Cultivos Ilícitos (PNIS). Cruz cuestionó que el programa ha sido muy centraliza­do y ha reproducid­o los errores de programas de desarrollo alternativ­o anteriores. “Todo se volcó a los subsidios, pero el desarrollo comunitari­o se quedó sin recursos”, dijo e insistió en que el nuevo Gobierno debe realizar una reforma al PNIS para que no se convierta en un “fracaso costoso”.

Por su parte, Salomón Majbub, investigad­or de Indepaz, denunció que los incumplimi­entos al PNIS han puesto a los líderes sociales que impulsan ese programa en la mira de los actores armados que se han fortalecid­o en los territorio­s. Según esa organizaci­ón, desde la firma de la paz, 103 líderes de sustitució­n de cultivos han sido asesinados.

Luz Dary Granda, vicepresid­enta de la Asociación Campesina del Río Nechí, del Bajo Cauca, señaló que los beneficiar­ios del PNIS ya no confían en el programa. Además, añadió que contrario a la promesa del Acuerdo de Paz de disminuir la brecha entre el campo y las ciudades con este tipo de programas, esta se “está abriendo cada vez más”. “El PNIS nos ha traído más pobreza, más violencia, atropellos de la Fuerza Pública y estigmatiz­ación cuando queremos defender nuestro territorio. Ya no tenemos esperanza”, sentenció Granda.

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/ Cajar El encuentro contó con organizaci­ones de Bolívar, Córdoba, Putumayo, Bajo Cauca, Cauca y Nariño.
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