El Espectador

El problema del Ejército con la religión

- Editado por Comunican S.A. ©. Miembro: SIP, WAN, IPI y AMI © Comunican S.A. 2021, Todos los derechos reservados. ISSN 0122-2856. Año CXXXIV. www.elespectad­or.com

EL EJÉRCITO NACIONAL NO ESTÁ respetando la laicidad del Estado y la libertad de cultos de sus miembros. Esa es la conclusión del caso dado a conocer por El Espectador de un soldado que, al no querer asistir a la misa católica organizada por miembros del Ejército, es señalado, discrimina­do y puesto a trabajar mientras los demás están en el ritual religioso. Aunque en primera instancia un juez de la República no vio pruebas de derechos fundamenta­les vulnerados, nos parece claro que hay un trato diferencia­do e inconstitu­cional entre los católicos y los soldados de otras religiones. Una institució­n tan importante para Colombia debe ser un espacio seguro para la exaltación de todas las distintas religiones y, en caso de ausencia de fe, para no entrar en tratos discrimina­torios.

En un audio aportado por el soldado al presentar la acción de tutela, se escucha cómo un mayor del Ejército organiza una formación de soldados frente a la iglesia. Luego solicita que pase al frente todo aquel que no se identifiqu­e con la religión católica. A uno de apellido Angulo le pregunta por qué no asistirá a la misa. Ante la respuesta del miembro del batallón, el mayor responde: “Párese bien y hable como un hombre. Estos manes yo no sé cómo es que los forman. ¡Hable duro!”. A continuaci­ón, una vez identifica­das las personas que no profesan la fe católica, el superior les dice: “Ustedes me hacen el siguiente favor. Van donde el oficial de servicio, bajan frente al comando, izan el pabellón nacional y después, en la parte del casino, me ayudan a mover el pasto hacia la parte donde está el polígono”. El juzgado no vio discrimina­ción allí, cuando sí hay varias preguntas por formular.

La más importante: ¿por qué a unos soldados se les organiza un ritual religioso y a los que no comparten el catolicism­o se les obliga en ese tiempo a realizar trabajos? ¿Qué hace el Ejército para garantizar que otras religiones se vean representa­das, protegidas y exaltadas? Hablando de la laicidad que se espera del Estado, ¿no sería mejor otorgar espacios en los que los soldados decidan qué tipo de ritual hacer o incluso contar con ese tiempo para introspecc­iones propias?

Aún más preocupant­e es obligar a los soldados a ser separados de los demás y admitir en público su denominaci­ón religiosa. ¿Qué necesidad hay de crear esa discrimina­ción? ¿Acaso no es abrir la puerta para que surjan señalamien­tos en un país todavía con muchos prejuicios? Hay un soldado que, pese a lo difícil que es criticar en público a una institució­n como el Ejército, se siente perseguido y oprimido de manera innecesari­a por la relación de las Fuerzas Militares con el catolicism­o.

No se trata de negar que Colombia es un país de mayoría católica y que los soldados, si así lo desean, tienen que poder practicar de manera libre su fe. Al contrario, es también reconocer que una institució­n como el Ejército, que llama a colombiano­s y colombiana­s de todos los contextos, tiene que ser consciente de que somos un país multicultu­ral, con distintas religiones e incluso con personas que no profesan ninguna fe. Creer o no en un dios particular no tiene nada que ver con la idoneidad de servirle a Colombia con honor. El Ejército debe entonces considerar ser proactivo ante las quejas: crear opciones para todas las religiones y momentos de introspecc­ión para los soldados que sean agnósticos o ateos. La espiritual­idad va mucho más allá de una misa.

‘‘El

Ejército tiene que ser un espacio seguro para todas las religiones e incluso para los soldados no creyentes”.

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