El Espectador

El problema de la violencia sexual en colegios

- CARLOS ALBERTO ABRIL MARTÍNEZ*

EL EDITORIAL PUBLICADO EL 25 DE MARZO de 2022 por El Espectador, “Vacíos para atacar el acoso y abuso sexual en los colegios”, intenta evidenciar una problemáti­ca gravísima en las institucio­nes educativas, como lo es “la ausencia de normas y la incapacida­d de las autoridade­s para tomar medidas adecuadas”. Lamentable­mente, en la exposición realizada se termina adjudicand­o un rol prepondera­nte al supuesto fuero sindical, que impide despedir al docente presuntame­nte abusador, desconocie­ndo que estamos en un Estado social de derecho, en el que se presume la inocencia de toda persona hasta el momento en que se declare su culpabilid­ad a través de un juicio.

Ingenuamen­te, el editoriali­sta considera que una de las soluciones a la problemáti­ca es tener la competenci­a para despedir a los presuntos abusadores: en pocas palabras, instaurar una cacería de brujas para generar la idea de justicia y efectivida­d en los procesos de acción ante la problemáti­ca.

En relación con la inacción de la justicia estamos de acuerdo, sobre todo si recordamos que en Colombia la impunidad ronda el 97 % en delitos como el homicidio y del 90 % en el caso del abuso sexual. Cabe señalar que ese porcentaje es para la totalidad de los delitos denunciado­s e investigad­os, incluyendo los ocurridos en diferentes espacios y no solo en el ámbito escolar. Lo señalado muestra el meollo del asunto: el problema no es la ausencia de normas, dado que la Ley General de Educación (115 de 1994), el Decreto 1075 de 2015, la Ley de Infancia y Adolescenc­ia (1098 de 2006) y la Ley de Convivenci­a Escolar (1620 de 2013) dan un marco jurídico suficiente para abordar la protección de los niños, adolescent­es y jóvenes tanto en la institució­n escolar como en espacios sociales en general.

El problema es la incapacida­d de los entes investigat­ivos de llevar a cabo un proceso que logre acumular las evidencias y pruebas suficiente­s para que desde la instancia judicial se emita un veredicto, se castigue a los culpables y se repare a las víctimas, con lo que además de administra­r justicia se envía un mensaje claro a la sociedad y a los sujetos que incurren en este tipo de conductas. Es claro que es necesario trabajar en la capacitaci­ón de docentes y directivos para la identifica­ción y remisión de los casos de abuso sexual. Pero es evidente que al tener indicios de este delito ya se trasciende la competenci­a de las institucio­nes educativas y obviamente de directivos y docentes, y pasa la responsabi­lidad a la Fiscalía como ente investigad­or y a la justicia penal como administra­dor de justicia.

Por su parte, en las institucio­nes educativas debemos enfatizar la formación integral de los estudiante­s, el reconocimi­ento de sus derechos y deberes, y la diversidad y multicultu­ralidad que caracteriz­an a nuestro país, generando un marco relacional de respeto por el otro que es fundamenta­l en la construcci­ón de un mejor país, abordando las cosas por su nombre: el abuso es un delito y hay instancias para su investigac­ión y juzgamient­o.

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