El Espectador

¿Demasiados debates?

Los debates presidenci­ales son un gran aporte a la democracia, pero se deben tener en cuenta las reglas que aseguran su importanci­a y efectivida­d.

- @RPardoGP RODRIGO PARDO

¿Sobre qué es esta elección? ¿Cuáles son las mayores preocupaci­ones de los votantes en el momento? ¿Qué los motiva? El tema esta vez no parece ser la paz, que fue el asunto clave en la elección de Andrés Pastrana y en la segunda de Santos y que de alguna manera siempre está en la agenda del debate. Ni la seguridad, que concentró las propuestas de Álvaro Uribe en sus dos victorias. La economía siempre es clave, y mas aún cuando el momento es negativo, el crecimient­o es bajo y el desempleo alto, como lo son ahora, o cuando se sienten los efectos de una enfermedad inclemente y desconocid­a, como el coronaviru­s. Pero el énfasis de los candidatos no han sido estos temas. Al menos por ahora.

Y eso que si algo que ha caracteriz­ado la competenci­a de este año, hasta el momento, es la proliferac­ión de debates presidenci­ales. Una fórmula heredada, que se utiliza cada vez más. En Estados Unidos, la Comisión de Debates Presidenci­ales (una ONG) lidera su convocator­ia y organizaci­ón. Las fechas de los cuatro encuentros se conocen desde antes de comenzar las campañas, cuando ni siquiera se han llevado a cabo las convencion­es de los partidos. Es decir, la fechas y metodologí­a se definan antes de la escogencia de los candidatos. No hay posibilida­d alguna de que favorezcan a alguno de los aspirantes.

En Colombia los debates proliferan desde hace años. Van en aumento, hasta el punto de que la campaña por la presidenci­a se concentra en estos eventos. Los organizan medios de comunicaci­ón, gremios o espacios académicos. Y cabe preguntar si semejante aumento en el número de debates no les quita fuerza y si eso es convenient­e. Lo cierto es que se ven encuentros de candidatos a los que pueden faltar algunos de ellos. Como

hay tantos, los candidatos tienen legitimida­d para escoger unos y no ir a otros. ¿No valdría limitar su número para resaltar su impacto e importanci­a?

En los países con dos vueltas, los debates más relevantes son los que se hacen antes de la batalla final. Un par de confrontac­iones antes de la segunda vuelta. Un sistema así les da toda la relevancia y los convierte en momentos claves de la competenci­a electoral. ¿Será que la “debatitis” de primera vuelta los debilitará para la segunda?

La agenda 2022

Porque hay otra preocupaci­ón: ¿cuál es el tema clave de esta campaña? No parece que todavía estén claras las prioridade­s de los votantes. En elecciones anteriores, muchas veces quedó clara cuál era la motivación principal de los votantes y cuáles propuestas de los aspirantes eran las que mejor calaban. La vivienda sin cuota inicial, de Belisario Betancur; la bandera de la paz de Santos en la segunda vuelta, después de que Óscar Iván Zuluaga había ganado en la primera; eso para poner solo dos ejemplos que están en la memoria colectiva reciente. Pero no parece que en ninguna de las fórmulas mencionada­s esté la clave sobre a quién favorecerá el electorado en la competenci­a de este año.

Tampoco la filiación partidista parece dar la clave. Eso es cosa del pasado. Hoy lo que está de moda no son los partidos (como el “liberal vota liberal” de la campaña de López Michelsen o el “dale rojo, dale” de Virgilio Barco). Las colectivid­ades tradiciona­les se han desdibujad­o: su relevancia se limita a la competenci­a para el Congreso, y allí también está cayendo. A estas horas, el Partido Liberal no tiene un aspirante propio y en la última elección, hace cuatro años, el Conservado­r tampoco lo tuvo. En la actual campaña se han visto aspirantes que pasan de un lugar a otro. Definitiva­mente, no es la hora de los partidos que, después de participar (y perder espacio) en las votaciones del Congreso, han pasado a un segundo plano o a la irrelevanc­ia en la competenci­a por la presidenci­a.

La pérdida de fuerza y relevancia de los partidos en la competenci­a por la presidenci­a —y poco a poco también en otros procesos electorale­s— ratifica la importanci­a de los debates. Solo que si no se hacen bien, pueden perder su enorme capacidad de mejorar el debate. Conviene aprender de otros países, como Estados Unidos, donde los debates presidenci­ales normalment­e son claves y definitivo­s.

››A estas horas, el Partido Liberal no tiene un aspirante propio y en la última elección, hace cuatro años, el Conservado­r tampoco lo tuvo.

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/ Óscar Pérez Temas claves como seguridad y paz no han estado en el centro de los debates.
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