El fracaso de los gobiernos de izquierda
NO HACE FALTA HABLAR DE LA HECAtombe que ha implicado para Venezuela el ascenso de la izquierda al poder. Basta simplemente preguntarle a cualquiera de los casi dos millones de ciudadanos de ese país que huyeron a Colombia de un régimen que solo les ha dado hambre y miseria. Estratégicamente el petrismo ha intentado alejarse de un modelo que en el fondo quieren copiar, pero para verse más demócratas muestran otras estrategias en Latinoamérica que igual han fracasado estruendosamente con la fórmula del estallido social acompañado de promesas políticas incumplibles.
En 2018 se posesionó como presidente de México Andrés Manuel López Obrador, político de izquierda que logró ascender al poder moderando su discurso y luego de lograr alianzas con grupos ilegales, asegurándoles protección. Su primer acto de gobierno fue la cancelación del Aeropuerto de Texcoco, uno de los proyectos de infraestructura más grandes de Latinoamérica y que solucionaría el caótico tráfico aéreo de Ciudad de México. Al mismo tiempo anunció un megaproyecto de infraestructura en la península de Yucatán, conocido como el Tren Maya, que avanza a paso de tortuga y con una gran afectación sobre numerosas zonas de reserva natural. Cualquier parecido con el impracticable proyecto de Petro de hacer un tren entre Buenaventura y Barranquilla, arrasando con la selva chocoana, es pura coincidencia. Luego de casi cuatro años de mandato, el fracaso de López Obrador ha sido estruendoso, llevando una economía sólida a la recesión.
En 2021 se posesionó Pedro Castillo como presidente de Perú. Luego de una campaña populista y de la polarización, llegó al poder sin tener la más mínima experiencia pública. El resultado ha sido catastrófico, ni siquiera ha podido consolidar un gabinete ministerial, pues todos están conscientes de sus locuras. Ha llevado a Perú al vacío y estuvo a punto de ser destituido por el Congreso de ese país.
En 2022 se posesionó Gabriel Boric como presidente de Chile, luego del estallido social liderado en 2019 que se ha calcado en Colombia para lograr que Petro llegue a la Presidencia. Pese a llevar poco tiempo en el poder, ya ha asombrado por decisiones económicas y políticas totalmente absurdas que tienen a los chilenos muy preocupados. Para comenzar nombró un gabinete inclusivo (lo cual es muy bueno), pero sin mayor experiencia en los cargos más claves. En materia pensional está gestionando un proyecto para reemplazar el sistema de las aseguradoras de fondos de pensiones por un sistema público de rentas vitalicias que no tiene cómo financiar. No ha podido frenar la inflación que está disparada en Chile. En materia política se ha dedicado a nombrar a amigos políticos en cargos administrativos y diplomáticos.
El movimiento sigue con Colombia, donde ya los gobiernos de izquierda radical han puesto sus ojos y están concentrados en apoyar a Petro. El fracaso de la fórmula en cada país ha sido evidente: megaproyectos absurdos que nunca pudieron concluir, medidas económicas ilógicas e inestabilidad política por la llegada al poder de líderes déspotas cuyo ego les impide gobernar con personas con experiencia. Basta mirar a los países vecinos (no solo a Venezuela) para concluir cómo le ha ido a Latinoamérica.
El país se encuentra en peligro y esto es un hecho sustentado en el análisis de sus propuestas, las cuales son irrealizables, condenando al país al populismo y a la misma suerte que están padeciendo nuestros vecinos.