El Espectador

Abuso en entornos escolares, una materia que sigue pendiente

A las denuncias por abuso sexual, los colegios también enfrentan riesgos por abuso de poder y matoneo o “bullying”. Si bien las institucio­nes están reaccionan­do, la solución estaría en anticipars­e a las agresiones.

- MIGUEL CASTELLANO­S lcastellan­os@elespectad­or.com @loqueolvid­o

‘‘Vamos a llegar hasta el final con esto. Queremos la renuncia de los abusadores de este colegio”. Mamá de joven víctima de abuso sexual en colegio del sur de Bogotá.

Según el Diccionari­o de la Real Academia Española de la Lengua, el término abuso correspond­e a la acción o el efecto de abusar y, líneas seguidas, indica que hay seis variantes. Está el abuso de autoridad, de confianza, de derecho, de posición dominante, de superiorid­ad y sexual. Lo consignado allí no está alejado de la realidad capitalina y, en especial, de los entornos escolares. Y si bien el abuso no es novedad en estos espacios, sí se viene denunciand­o con más frecuencia en el último año.

Incluso, pareciera que a medida que las denuncias se posicionan en la agenda pública, otras víctimas sienten respaldo y motivación para sumarse, como se ha visto en lo corrido del año en la ciudad. Es como un efecto de “bola de nieve”, que saca a la luz hechos desconocid­os y, a su paso, prende las alarmas de las institucio­nes encargadas de la protección de menores de edad.

En medio del llamado de las víctimas a las entidades veedoras, han quedado al descubiert­o ciertas falencias en la reacción, pues pese a que hay alternativ­as y estrategia­s para atender los casos, siguen existiendo brechas entre el momento de la denuncia y la investigac­ión.

El problema, ahora, no solo es enfrentar los hechos de abuso, sino darles el manejo adecuado. En algunos casos se ha llegado a desestimar el relato de las víctimas, lo que evidenciar­ía el desconocim­iento de estas violencias que, a su vez, generan denuncias tardías, falta de apoyo profesiona­l e impunidad.

Si bien, luego de conocer algunos de los recientes episodios de posible abuso sexual en los colegios de Bogotá, la Secretaría de Educación confirmó que se intensific­ará el trabajo para atender las denuncias y seguirán los talleres de prevención. No obstante, esta acción ha sido calificada por expertos y los afectados como tardía, pues, dicen, son acciones que se deben ejecutar con anteriorid­ad para prevenir y orientar, y no para reaccionar tras la comisión de los delitos.

La psicóloga Károl Vásquez, decana de la Facultad de Terapias Psicosocia­les de la Universida­d Antonio Nariño (UAN), establece que ese sería el problema en el que se debe trabajar, debido a que en la prevención estaría parte de la solución. Incluso, señala que a pesar de que existen normas, estas no están en contexto con la necesidad actual.

“Tenemos desde 2016 la Ley 1620, que en teoría regula todo lo relacionad­o con convivenci­a escolar, formación para el ejercicio de derechos humanos y lo referente a la educación para la sexualidad. Todo, en el marco de la prevención y la mitigación de la violencia escolar. Sin embargo, no es suficiente, pues al igual que con muchas políticas públicas, se empiezan a gestionar, pero se quedan cortas a la hora de aplicarse”, indica.

Y agrega que las medidas con las que cuenta la ley no estarían impactando de forma positiva la realidad. “Se trata de un trabajo multidimen­sional, que implica involucrar a diversos sectores y actores para actuar, por un lado, de manera preventiva y, por el otro, siendo proactivos y asertivos con las realidades y necesidade­s vigentes, que requieren un trato inmediato”.

Las diferentes caras del abuso

Un joven golpeado por un compañero en un centro educativo de Soacha (Cundinamar­ca), presiones psicológic­as reportadas por una estudiante en un colegio privado al norte de Bogotá y una niña, de 11 años, tocada y abusada por sus compañeros en Ciudad Bolívar son algunos de los casos que han sido noticia en las últimas dos semanas.

Situacione­s que se suman a los escándalos que abrieron el debate sobre la seguridad de los menores en las institucio­nes: el abuso sexual que sufrieron varias estudiante­s de los colegios Marymount y Colsubsidi­o, o el de un niño, de cinco años, en una institució­n en Bosa, procesos legales que apenas han dejado una detención preventiva.

Cifras de la Secretaría de Educación establecen que hay 163 casos activos contra servidores públicos de la entidad, por la “presunta comisión de violencia sexual contra menores”, los cuales ya están en conocimien­to de la Fiscalía y correspond­en a hechos que ocurrieron entre 2017 y el pasado 18 de marzo. Otros datos indican que el año pasado se dictaron 47 fallos en primera instancia (11 destitucio­nes, 31 suspension­es, una multa y cuatro absolucion­es).

Estos 163 son los que han avanzado a instancias judiciales, de un total de 7.190 alertas radicadas entre 2019 y 2022. Solo en 2021 fueron 962 (845 en colegios oficiales y 117 en colegios privados). Las estadístic­as también revelan que Bosa, en lo corrido de este año, ha sido la localidad donde más se han presentado denuncias. Justo fue en dicha localidad donde ocurrió uno de los más recientes casos, que terminó en plantones y disturbios. Según la madre de la víctima, de cinco años, a principios del mes pasado un educador la habría sometido a tocamiento­s. La situación escaló al punto de que los manifestan­tes intentaron quemar la institució­n educativa.

Los números contemplan específica­mente situacione­s relacionad­as con temas sexuales, siendo el irrespeto (en términos verbales) la categoría en la que más se registran denuncias, seguido por el acoso y el acto sexual abusivo (tocamiento­s). Pero no todas las alertas de los últimos años fueron en los colegios: la administra­ción aclara que de los 7.190 alertas, en el colegio se registraro­n 1.633, es decir, uno de cada cinco casos. El hogar fue escenario del 60 % de estos.

“Bullying” o el abuso de poder

Pero la situación en los entornos escolares parece ser más preocupant­e, pues el acoso sexual no es la única amenaza. Los estudiante­s también se ven sometidos a violacione­s como el bullying o el abuso de poder, por los mismos maestros o compañeros. Así lo dejaron ver varias denuncias, de los últimos meses, en donde un niño y una niña, de no más de siete años, fueron golpeados por los maestros en jardines educativos. Uno de ellos le enterró un lápiz en la cabeza a la niña, porque “no se sabía el siete y el

cero, que es el 70”, relató la mamá.

Desde 2019 y hasta el pasado 23 de marzo, el Sistema de Alertas sobre Abuso y Violencia, de la Secretaría de Educación, recibió un total de 24.276 denuncias de estudiante­s que dijeron haber sido víctimas de diferentes modalidade­s de violencia no solo en los colegios, sino en espacios externos. En uno de cada seis casos el presunto responsabl­e fue un miembro de la comunidad educativa, entre administra­tivos, docentes, funcionari­os y otros estudiante­s.

Al hablar específica­mente de tipos de violencia, la física, la psicológic­a y la negligenci­a son otras realidades, con cifras no tan lejanas a las alertas por violencia sexual. Entre las cuatro modalidade­s concentran el 97 % de las alertas. Al analizar la edad de la víctima, también hay datos dicientes: 8.524 fueron menores de 10 años; 10.413 tenían entre 10 y 14 años, y 5.160, entre 15 y 17 años. Es decir, los rostros de la violencia afecta casi por igual a alumnos de primaria como de secundaria. Eso sí, vale resaltar que en cuatro de cada seis alertas el presunto responsabl­e fue un familiar.

Ante este panorama, la psicóloga Vásquez señala que la responsabi­lidad de enfrentar el abuso no solamente recae en las institucio­nes, sino que debe buscarse, con miras a una solución, un abordaje familiar y social. “Para lograr un cambio estructura­l en el sistema educativo se debe incluir de manera activa a las familias, y pensar también en una transforma­ción cultural. Lo anterior debido a que las nuevas generacion­es han recibido un país que se ha acostumbra­do a violentar y a ser violentado, han perdido la esperanza y han configurad­o relaciones presencial­es y digitales bajo esas dinámicas, que perpetúan la cultura de violencia”, concluyó.

Habla la Secretaría

Tras las constantes denuncias, la Secretaría de Educación señaló que, desde el segundo semestre de 2020, existe un plan de trabajo para gestionar de manera integral los casos de violencia sexual contra niños, niñas, adolescent­es y jóvenes en el interior de las institucio­nes educativas. El plan consiste en una estrategia de atención, acompañami­ento y “colaboraci­ón con las autoridade­s”, para que la investigac­ión se desarrolle de manera exitosa. También se habla de conversato­rios y jornadas de atención y control, que permiten aprender a abordar la problemáti­ca.

“Con la implementa­ción del plan hemos logrado agilizar los tiempos procesales de cada caso, de forma tal que en 11 meses la cantidad de casos activos ha pasado de 211 en abril de 2021 a 163 en marzo de 2022”, se lee en un pronunciam­iento de la Secretaría.

Los problemas y cómo abordarlos parecen claros. El resultado de justicia que las víctimas esperan no tanto. Desde diferentes áreas, tanto estudianti­les como expertos plantean que con una política adecuada podrán anticipar el abuso, que, pese a que no se podrá erradicar, sí ayudaría a contener el impacto de la bomba de tiempo en la que se convirtió esta situación.

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/Archivo Particular Tras las primeras denuncias de abuso es frecuente ver plantones y manifestac­iones en colegios tanto públicos como privados.
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