El Espectador

¿Es hora de marginar o de sumar a los motociclis­tas a la ecuación de seguridad?

Las autoridade­s dicen que las restriccio­nes ayudan a la seguridad, pero las cifras muestran que no son el motivo de la insegurida­d. Entre Bogotá y la sabana suman 1,3 millones de motos. ¿No servirán más como aliados?

- MIGUEL CASTELLANO­S lcastellan­os@elespectad­or.com @loqueolvid­o

Son domiciliar­ios, mensajeros, escoltas, estudiante­s o padres de familia quienes usan la moto como transporte o fuente de empleo. Ese sería el perfil de los casi 520.000 motociclis­tas con su vehículo matriculad­o en la capital. Y precisamen­te por esas condicione­s fue que se sintieron vulnerados cuando, a finales de marzo, la alcaldesa Claudia López anunció cinco medidas para atacar la insegurida­d.

En especial, dos anuncios encendiero­n la protesta de miles de conductore­s: tener que marcar casco y chaleco con la placa de su moto y la prohibició­n de llevar parrillero los jueves, viernes y sábados, entre las 7:00 p.m. y las 4:00 a.m. Todos coincidier­on en que era una estigmatiz­ación y les impedía tener una movilidad libre y segura. “Es como si creyeran que todos los motociclis­tas fuéramos a robar o a matar”, expresaron inconforme­s.

Pese a que el Distrito insiste en que, según las estadístic­as, las noches en las que aplicará la medida, la criminalid­ad aumenta su actividad, el hecho de bajar de la moto a los acompañant­es no necesariam­ente garantizar­ía seguridad. Al menos es lo que se infiere de los datos de la Policía. Por ejemplo, en el caso de los 5.753 homicidios registrado­s entre 2018 y 2021, en 5.509 el asesino iba a pie; en 134, era conductor (40) o pasajero (94) de una moto, y en 110 iba en otro vehículo. Y con los hurtos a personas la tendencia es similar. Al analizar las denuncias de la última década (2011-2021), con casi 640.00 registros, en uno de cada diez el ladrón iba en moto.

Esta primera revisión estadístic­a deja dos reflexione­s: que las estrategia­s contra la insegurida­d se deben pensar de manera global, como indican los expertos, y que un delincuent­e no necesita acompañant­e para atracar o matar. Por eso, desde que la mandataria hizo el anuncio y hasta este miércoles, Bogotá vio un río de motociclis­tas exigiendo una reunión con la alcaldesa, para llegar a acuerdos.

Fue así como en la noche del miércoles, día de la mayor movilizaci­ón, López concilió con líderes de las organizaci­ones de motos que la restricció­n, en la franja propuesta, solo sería para acompañant­e hombre. Este acuerdo, además de reflejar voluntad y actitud propositiv­a, revela otra cara de la moneda: ¿es efectiva la manida medida?

“De lo que se acordó hay dos cosas claves: que la medida no será permanente, pues en el pasado, cuando es constante, los delincuent­es buscan otras formas de moverse, y que se evaluará el proceso mensualmen­te, no solo frente a esta medida, sino a la seguridad vial y las redes de apoyo con las autoridade­s”, indicó Andrés Nieto, experto en seguridad. Entre el Distrito y los motociclis­tas se acordó que el 30 de junio habrá otro encuentro, para analizar la medida, a la luz de las cifras de seguridad.

Así le ha ido a la restricció­n

Justo hace un año, tras el homicidio de un policía en el norte de Bogotá, la alcaldesa prohibió la circulació­n de domiciliar­ios con parrillero. Aunque la medida era más específica, la insegurida­d no cambió. Los hurtos por falsos domiciliar­ios no cesaron.

Así lo muestran las cifras de seguridad: en marzo de 2021 (cuando se implementó la medida) hubo 78 homicidios y en los meses siguientes aumentaron. Entre marzo y junio sumaron 401 asesinatos, un promedio de cien al mes. Algo similar sucedió con las denuncias por hurto: en marzo de 2021 fueron 8.889 y hasta junio sumaron 33.729, un promedio de 8.440 mensuales.

En un puente festivo de octubre del 2021 se aplicó la restricció­n general de circular con parrillero en las noches del viernes, sábado, domingo y lunes. Y en octubre y noviembre se contaron 194 homicidios y 21.360 hurtos, mientras que en el mismo período de 2019 (sin restricció­n) fueron 180 y 22.340, respectiva­mente. La delincuenc­ia no disminuyó considerab­lemente.

Como lo expresan los conductore­s, el uso de moto no es directamen­te proporcion­al a la comisión de delitos. Y si bien, algunos criminales lo aprovechan, la mayoría son personas que la usan por necesidad. Los trancones, las distancias y los factores del transporte público (precio y servicio) han disparado su compra en Bogotá y la sabana.

Según el RUNT, en Bogotá hay 510.376 motos, de ellas 445.403 tienen un cilindraje menor a 200 cc, que usualmente son para trabajo. En los municipios cercanos, como Chía, Soacha, Funza, Madrid, Cajicá, El Rosal, Cota, La Calera y Mosquera, donde muchos viajan a Bogotá, hay 835.000. “Si no mejoran la seguridad y la comodidad en el transporte público, seguirá creciendo el parque automotor”, dijo José Stalin Rojas, director del Observator­io de Movilidad de la U. Nacional.

Así las cosas, el Distrito debería plantearse dos objetivos antes de mitad de año: pensar en una política integral de seguridad, ahora que se está bajo amenaza terrorista, y pensar cómo mejorar y aprovechar las relaciones con los motociclis­tas, que además de ser cada vez más, la mayoría son ciudadanos de bien. ¿No valdrá la pena, en vez de seguir usándolos cada tanto para publicitar acciones cortoplaci­stas de seguridad, sumarlos como aliados para trabajar por ella? Es una idea.

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Distrito estableció que la prohibició­n solo aplicará para parrillero hombre e iniciará desde el próximo lunes 18 de abril.

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