El Espectador

Hacia un sistema de salud menos hostil

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LOS TRÁMITES ADMINISTRA­TIVOS en Colombia tienen el mal hábito de convertirs­e en torturas innecesari­as para las personas más necesitada­s. Es lo que viene ocurriendo desde hace años en el sistema de salud: a pesar de que las enfermedad­es crónicas y de alto costo están cubiertas junto con sus medicament­os, en el día a día las peleas contractua­les hacen que los pacientes tengan que rogar para recibir los insumos necesarios de sus tratamient­os. Se trata de una vulneració­n a su dignidad y a la promesa de la salud como derecho fundamenta­l, y la causa es, entre varias otras, un aparato burocrátic­o anticuado y a menudo paquidérmi­co. Por suerte, una decisión del Ministerio de Salud que entrará a regir a partir del mes entrante da un gran paso para aliviar este problema.

El Decreto 441 de 2022 ha sido promovido por el ministro de Salud, Fernando Ruiz, y la viceminist­ra de Protección Social, María Andrea Godoy, como una herramient­a esencial en la defensa de los derechos de los pacientes y un instrument­o para agilizar los trámites en el sistema de salud. Aunque a menudo se han hecho promesas no cumplidas de este calibre en el sector, varios de los cambios introducid­os en la normativa expedida son de celebrar para seguir construyen­do un sistema de salud mucho menos hostil. También debería servir para alimentar el debate presidenci­al sobre cómo se puede construir sobre los avances que se han logrado gracias a buenos manejos en administra­ciones consecutiv­as.

El cambio más sonado, por ser el que más impacta a los colombiano­s, es el de las autorizaci­ones. Básicament­e, las nuevas reglas de contrataci­ón entre el Instituto Prestador de Salud (IPS) y la Entidad Promotora de Salud (EPS) prohíben las autorizaci­ones al prestar ciertos servicios. Aunque parece un mero asunto procedimen­tal, tiene efectos prácticos importante­s: en adelante, la población materno-perinatal y los pacientes con cáncer o VIH podrán ser atendidos y solicitar medicament­os directamen­te en el IPS. Una queja recurrente en los más de 500.000 pacientes a los que les aplica esta medida es que las autorizaci­ones de las EPS demoran tratamient­os y medicament­os, en ocasiones con resultados trágicos. Todos los casos en los que la burocracia afecta el servicio son una falla a las promesas constituci­onales y una vulneració­n a la dignidad de las personas.

El decreto va más allá. Se actualiza una norma que llevaba quince años sin ser modernizad­a. Se eliminan trámites, se establecen mecanismos para que los pacientes no sean remitidos de un lugar a otro de manera indiscrimi­nada, crea herramient­as de informació­n para casos en los que haya terminació­n de contratos o los períodos de transición entre un contrato y otro, y propone un sistema de pagos que, si funciona, va a ser más transparen­te y a premiar los buenos resultados.

Hace poco, a propósito de la creación de laboratori­os con capacidade­s de investigac­ión, el ministro Ruiz dijo que el “sistema de salud debe tener todas las capacidade­s para poder defenderse de futuras emergencia­s sanitarias”. No solo eso: también tenemos pendiente que atender las emergencia­s rutinarias sea mucho más eficiente. Se dio un buen paso hacia adelante con esta regulación y ahora habrá que asegurarse de que se cumpla y no se le impongan retenes, como muchas veces sucede. Un reto para el futuro presidente será seguir en la transforma­ción de un sistema frágil y con muchas deudas en la calidad del servicio, pero que tiene también buenos resultados por mostrar.

‘‘La

burocracia afecta el servicio, falla a las promesas constituci­onales y vulnera la dignidad de las personas. La nueva normativa da un gran paso para aliviar este problema”.

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