Tesis descabellada
SI DUQUE Y VARIOS DE SUS MINISTROS venían interviniendo descaradamente en la campaña electoral a través del mecanismo de controvertir todas y cada una de las propuestas de los diferentes candidatos presidenciales, en particular las de Petro, ahora la procuradora Cabello les ha concedido patente de corso para que hagan manifestaciones así rompan la neutralidad que están obligados a mantener y hacer respetar. Son las “ventajitas” de que la jefe del Ministerio Público sea alguien de las propias tropas.
En un reportaje concedido por Margarita Cabello a El Tiempo, a la pregunta sobre si no creía que Duque intervenía en política contra el candidato Gustavo Petro, respondió con una perla. Según la procuradora, la prohibición a los funcionarios para que intervengan en “controversias políticas” se refiere a “las diferencias políticas de tipo partidista o en el marco de procesos electorales”, pero no “a la intervención en deliberaciones o discusiones sobre temas públicos” porque supuestamente ello afectaría la discusión pública “entre todos los ciudadanos”.
Mejor dicho, en plata blanca, a diferencia de la histórica llamada de atención que en su momento hizo el procurador Aramburu a Carlos Lleras cuando se le fue la lengua en la campaña que terminó eligiendo a Misael Pastrana en medio de acusaciones inolvidables de fraude, lo que ha hecho Cabello es darles carta blanca a los funcionarios para que refuten lo que les disguste de las propuestas de los candidatos. Eso no es otra cosa que volverse protagonista “en el marco de procesos electorales”, o sea intervenir en política. Hasta el fiscal Barbosa, tan propenso al abuso, se contagió de esta enfermedad y oficiando de Fico salió a regañar a Petro por haber dicho que su Fiscalía no ofrece garantías, que es lo que pensamos millones de colombianos.
Cuando conocí a Margarita Cabello en sus tiempos de destacada jurista respetaba su criterio para aproximarse a los fallos judiciales, pero como ahora se volvió política suele extraviarse interpretando sentencias, como ya le ocurrió con la de la CorteIDH, error que terminó en otro mayor al convertir en jueces