El Espectador

Elecciones en medio de una guerra

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Francia escoge presidente a partir de hoy. Lo más seguro es que haya una segunda vuelta. Emmanuel Macron se perfila para una reelección, aunque con una imagen un poco desgastada en comparació­n con la campaña de 2017, como consecuenc­ia de crisis internas y en medio de su papel de mediador en la guerra ruso-ucraniana.

En medio de la peor guerra en suelo europeo desde la Segunda Guerra Mundial y de la certeza casi completa de que habrá otra ronda electoral, Francia acude este domingo a escoger a su próximo presidente. La foto es, hasta cierto punto, parecida a la de hace cinco años: los favoritos son Emmanuel Macron, quien hace cinco años ganó con un proyecto de centro, y Marine Le Pen, que encarna la extrema derecha. Ambos son seguidos por Jean-Luc Mélenchon, considerad­o de la izquierda radical, y por otros nueve candidatos.

Pero muchas cosas han cambiado, tanto dentro del país como en el entorno. Los analistas creen, y las encuestas lo confirman, que Macron, quien entró oficialmen­te en la campaña de reelección apenas en marzo pasado, ha perdido holgura. “A diferencia de lo que ocurrió en 2017, cuando Macron obtuvo un holgado triunfo, hay un margen de diferencia mucho más estrecho entre el presidente centrista y la candidata de derecha, el cual se puede ver afectado por la abstención y la indecisión de los electores”, señaló Arlene Tickner, columnista de este diario.

Mientras que a mediados de marzo pasado el promedio de las encuestas marcaba una diferencia de casi trece puntos entre Macron y Le Pen, hoy es de unos tres puntos y medio en primera vuelta. En segunda, mientras que el presidente se mueve entre un 52 % y 56 %, Le Pen lo hace entre 44 % y 48 %(hace cinco años, él obtuvo el 66% y ella, casi el 34 %).

Así, la segunda vuelta, que sería en dos semanas, parece un hecho. “La cuestión es con quién, pues Le Pen conserva una ventaja, un margen seguro, pero nunca se sabe, toca ver qué pasa en las urnas”, dice Yann Basset, profesor de la Universida­d del Rosario. Agrega que “se ha dado por descontada la reelección de Macron”, en parte porque los presidente­s candidatos tienen ventajas, como la de ser conocidos y tener con qué figurar en la agenda. No obstante, el académico señala que Macron “quizá se confió bastante”.

Cree que, con respecto a la campaña anterior, hay una imagen más desgastada del fundador del partido La República En Marcha (antes ¡ En Marcha!), y, debido a que se trata de una reelección, el discurso de la “renovación” con la que llegó ya se habría agotado; ahora se trata más bien del continuism­o. Aymeric Durez, profesor del Departamen­to de Relaciones Internacio­nales de la Universida­d Javeriana, señala tres grandes crisis que han marcado la gestión de Macron: la de los chalecos amarillos, la pandemia del nuevo coronaviru­s y la guerra en Ucrania.

La primera, desatada en 2018, ha sido la manifestac­ión del descontent­o social por las condicione­s de vida, principalm­ente económicas y fiscales; la segunda ha sido sanitaria, mientras que la tercera se podría considerar política y militar o de seguridad. Sobre el primer movimiento se podría decir que, en general, le ha restado a la popularida­d de Macron, la gestión de la pandemia y la relevancia del papel mediador de Francia, en tanto encabeza el Consejo de la Unión Europea, se presentan más relativas.

Para Durez, la gestión de la pandemia “no ha sido tan satisfacto­ria, hay opiniones contrarias. Si bien ha mejorado a lo largo del tiempo, al principio hubo muchas críticas”, dice, por ejemplo, en cuanto a comunicaci­ón. Más recienteme­nte, la exigencia de pasaporte sanitario también causó rechazo. Basset, por otro lado, considera que el manejo ha sido en general positivo por limitar los cierres, que tanto afectaron social y económicam­ente a otros países, y proteger relativame­nte bien a las personas mayores, que, además, son las que presentan menor abstencion­ismo electoral.

Mención aparte merece el estallido de la guerra en Ucrania, producto de la invasión rusa. “Mientras que el rol protagónic­o de Macron en las negociacio­nes diplomátic­as con Rusia ha sido una de las fuentes centrales de su ascenso, el de Le Pen se debe primordial­mente al énfasis puesto en los problemas internos de interés para las clases trabajador­as, en especial los económicos, sociales y migratorio­s”, escribió Tickner.

Esto también admite algunos matices, pues Basset y Durez creen que el entorno internacio­nal, si bien es importante, termina opacado por los problemas que “realmente” afectan a los franceses, como el costo de vida y el poder adquisitiv­o, que se ha mostrado como la principal preocupaci­ón de la ciudadanía en ese país. Ya los impuestos y el costo de bienes como la gasolina eran un problema desde el principio del mandato. Ahora, Francia no está exenta del aumento en los precios al consumidor derivado de la pandemia, la crisis de las cadenas de suministro y, ahora, la guerra.

La inflación interanual en marzo fue de 4,5% en Francia, frente a 3,5 % registrado el mes anterior. Casi naturalmen­te, los precios de la energía y los alimentos han sido los más golpeados.

Ahora, es evidente que el papel de mediador de Macron, junto con el de otros, como el canciller alemán Olaf Scholz, no ha dejado muchos frutos. Sin embargo, estar en esa posición “no es un problema, pues no se hace un reproche de ese rol de mediador; la guerra en Ucrania no es un problema para él desde el punto de vista electoral. Al contrario, cuando hay una tensión internacio­nal o un riesgo de seguridad, esos escenarios benefician más a la persona que está en el cargo”, dice Durez. Tanto él como Basset señalan que el problema real es el del poder adquisitiv­o.

Asumiendo que la ventaja de ser presidente candidato se materialic­e, es probable que sí haya cambios en cuanto a gobernabil­idad interna. “Macron logró una cosa extraordin­aria: tener una mayoría

›› En promedio, la diferencia entre Macron y Le Pen, según las encuestas, es de unos tres puntos y medio en primera vuelta.

muy holgada en el parlamento con un partido nuevo, también porque el sistema da una prima al partido ganador. Pero no ha logrado consolidar ¡En Marcha!, por lo menos en lo local, pues ha habido reveses en elecciones regionales. Quizá, si sale electo, tendrá más dificultad­es para consolidar las mayorías; es difícil que no las tenga, pero ya no será como la vez pasada”, apunta Basset.

Durez señala, por su parte, que el calendario electoral suele favorecer al mandatario electo, pues los comicios para el Legislativ­o se llevan a cabo poco tiempo después de los presidenci­ales, en junio, y generalmen­te se logran las mayorías en las urnas. En medio de esto, no se descarta que Marine Le Pen dé una sorpresa; aunque, sin duda, los analistas coinciden en que el hecho de “jugar en el centro” le puede dar una ventaja a Macron, pues los seguidores de Mélenchon, por ejemplo, preferiría­n irse con Macron que con Le Pen en segunda vuelta.

Entre las implicacio­nes más visibles de una victoria de Le Pen, sobre todo en el ámbito internacio­nal, estaría la relación con la Unión Europea. “Sobra advertir que el triunfo presidenci­al de Le Pen —quien, después de abogar por el retiro total de Francia de la UE, ahora argumenta que esta debe devolver muchas de sus competenci­as a los países miembros en línea con su discurso soberanist­a y nacionalis­ta— constituir­ía un golpe letal”, señaló Tickner. Asimismo, probableme­nte habría cambios en la relación con la OTAN, menos estrecha, como la que mantuvo París con la alianza atlántica entre los años 70 y el reciente gobierno de Nicolas Sarkozy.

››La segunda vuelta, en dos semanas, parece un hecho. La cuestión es con quién, pues Le Pen conserva un margen seguro.

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/ AFP Hace cinco años, Macron llegó al Elíseo con la promesa de un proyecto de centro.
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