Matando varios pájaros de un tiro
Más allá de las ansias de viajar y figurar, la agenda de Iván Duque en EE. UU., que ha incluido una aparición en la Bolsa de Nueva York, reuniones con banqueros e inversionistas internacionales, una intervención ante el Consejo de Seguridad de la ONU, un encuentro con el secretario general y la presentación de su libro en inglés, Peace with Legality, en la Universidad de Columbia, parece obedecer a varios motivos. Entre ellos, acreditar el (ficticio) legado del mandatario en materia de paz, reafirmar la posición colombiana frente a Rusia y buscar trabajo.
Como era de esperar, Duque sacó pecho ante el Consejo de Seguridad, responsabilizó a todos menos al Estado por la violencia en Colombia y utilizó los supuestos logros de su “paz con legalidad” como cortina de humo para distraer la atención de los hallazgos trimestrales de la Misión de Verificación de la ONU y de los condenables hechos recientes en Putumayo. No en vano, en comunicación previa a todas las delegaciones del Consejo, el movimiento Defendamos la Paz insistió en la necesidad de cotejar la narrativa oficial con testimonios de la sociedad civil, excluida de asistir a la sesión y con hechos empíricos constatados en los informes de la ONU, en especial asesinatos de firmantes de la paz y líderes sociales.
Ante las acertadas críticas formuladas por el representante ruso y varios otros sobre los vacíos en la implementación de los acuerdos, Duque no perdió la oportunidad para nombrar a Ucrania y cuestionar la autoridad moral de quien responsabilizó de “genocidio” para criticar a Colombia. Aunado a su declaración de que no podemos tener relaciones diplomáticas con un país como Rusia —sin que haya habido ruptura formal de estas—, se trata de una jugada irresponsable y riesgosa. Si bien la intención de Duque ha sido congraciarse con EE. UU. y Europa, la confrontación con Rusia no solo dificulta la necesaria interlocución , sino que arriesga el consenso que hasta ahora ha existido en el interior del Consejo de Seguridad en torno al proceso de paz en Colombia, dificultando, de paso, el camino para el gobierno que llega en agosto.
Adicional a reforzar su “sello”, reafirmar su condición de soldado en la lucha por Ucrania y estropear la política exterior del mandatario entrante —que Duque imagina será Petro—, distintas fuentes coinciden en señalar que nuestro jefe de Estado está buscando desesperadamente empleo para mantener su vigencia en el extranjero. Aunque se especula que sus aspiraciones se concentran por lo alto en la dirección general de la Organización Internacional de Migrantes, el Alto Comisionado para los Refugiados o la presidencia del BID, son improbables sus perspectivas laborales allí. A su vez, la pretensión de acreditarse ante el mundo como estadista “constructor de paz” o “ambientalista” difícilmente podrá materializarse. Así, tal vez lo único que queda claro de este indigno intento por matar varios pájaros de un tiro son los costos que arroja.