El Espectador

La nueva vida de “Yaneth Morales”, enfermera del extinto frente 55 de las Farc

Viviendo en Icononzo (Tolima), y siempre a la carga con dos botiquines repletos de medicament­os, esta mujer se reincorpor­ó a la vida civil con la idea de salvar vidas. En 2019, la Cruz Roja la certificó como auxiliar de enfermería y farmacia.

- CAMILO PARDO QUINTERO cpardo@elespectad­or.com @CamiloPard­oQ22

Los años de combate en las filas de las antiguas Farc le dejaron a Johana Omaira Gómez dos pautas para toda la vida: el respeto por los temas de asistencia en salud y un olvido casi total de su nombre de pila. Le gusta que la llamen Yaneth Morales, nombre que tenía en la guerra y con el que por más de 15 años la conocieron como una de las enfermeras con más experienci­a de esa guerrilla.

Desde hace cinco años tiene una casa en la parte alta del Espacio Territoria­l de Capacitaci­ón y Reincorpor­ación (ETCR) Antonio Nariño, en Icononzo (Tolima), lugar en el que dejó las armas, con la promesa de nunca volverlas a cargar. Allí se trazó la meta de poner sus conocimien­tos en función de los enfermos de su comunidad y de aquellos que viven la vereda vecina de La Fila. Hace tres años vio nacer a su primera hija y se tiene una fe inquebrant­able, que por momentos roza con la fantasía.

“Con los años adquirí conocimien­tos en medicina, enfermería, odontologí­a y bacteriolo­gía. A veces, recochando, digo que sé más que cualquier médico, porque ellos se enfocan en solo una rama y yo, por las circunstan­cias que viví, tenía que saberlas todas”, aseguró entre risas.

Sus compañeros en el Antonio Nariño la reconocen como una mujer sagaz. Por eso no fue fortuito que durante los centenares de combates contra el Ejército Nacional y otros grupos armados cumpliera la doble función de asistir a los heridos, fueran o no de su bando, y de cargar su fusil, ejerciendo tareas de inteligenc­ia y ordenamien­to de sus tropas.

“Me tocó anestesiar y hacer cirugías en medio de los enfrentami­entos. Vi cómo quedaron destrozado­s muchos de mis compañeros y varios soldados. Por esas imágenes tan fuertes que me tocó ver, aprendí cada vez más a ser solidaria. Iba con la idea de salvarles la vida a las personas, independie­ntemente del grupo al que pertenecía­n e incluso en más de una ocasión me tocó atender a militares heridos, que por sus condicione­s debía darles un mayor cuidado que a mis propios camaradas. Son seres humanos como nosotros y no podía dejarlos a la deriva. Dentro de mí era como un juramento hipocrátic­o informal”, narró la enfermera.

Yaneth Morales no necesitó un título de médica o enfermera de una universida­d pomposa y de renombre para ganarse el respeto de su comunidad. Es una mujer paciente y sabe que su momento va a llegar. En 2019 casi cumple su sueño de formarse como médica en La Habana (Cuba), pero quedó embarazada y tuvo que posponer esa meta. Ese mismo año, la Cruz Roja la acreditó como auxiliar en enfermería y en servicios farmacéuti­cos, por lo que la frustració­n de no poder estudiar fuera del país quedó en un segundo plano.

De saturar heridas de bala a aprender sobre salud pública

La enfermera Yaneth estuvo en más de cuatro frentes de las Farc, pero la gente en Icononzo la conoce más por sus años en el antiguo frente 55. Siendo guerriller­a anduvo por casi todas las trochas y montañas de Caquetá, Meta, Huila, Cundinamar­ca y Tolima. Con “maña”, como ella dice, aprendió a punta de ensayo y error a curar perforacio­nes estomacale­s, cuando las balas en medio de los combates alcanzaban a alguien cerca de ella.

Firmado el Acuerdo de Paz, cambió los hilos y suturas para sacar balas por libros y conceptos de médicos en la región que la instruían sobre los peligros de un agua no potable y un bajo alcance asistencia­l en la vida de las personas, especialme­nte de los niños.

El año pasado, en la vereda La Fila y en el espacio Antonio Nariño tuvieron problemas con la potabilida­d del agua. La situación fue tan aguda, que la hija de Yaneth y una decena de niños y niñas manifestar­on síntomas de malestar general, una fiebre alta, diarrea y les salieron ampollas en la boca. “Entre un médico en Icononzo y yo tratamos a los muchachos. El doctor descubrió una bacteria que ocasionaba todos esos síntomas y afortunada­mente se logró tratar a tiempo. Esto no es muy diciente, pero es un ejemplo de cómo cambió mi actividad en función de la salud después del conflicto. Antes me preocupaba por reparar lo que dejaba la violencia y ahora no solo es reparar, sino construir nuevos métodos y conceptos para desarrolla­r a mi comunidad. Estoy orgullosa y siempre en función de los más chiquitos de por acá”, comentó emocionada.

Fuera de la guerra, la enfermera reconoce que en las filas de las Farc practicó abortos cuando se lo ordenaron, y según ella ninguno de esos procedimie­ntos fue forzado. Esto, contrario a lo que muestran distintos informes que han sido entregados a la Jurisdicci­ón Especial para la Paz por colectivos de mujeres víctimas que denuncian haber sido forzadas a abortar durante el conflicto armado. “En la guerrilla no se aprendía sobre salud sexual, y eso hizo que por varios descuidos muchas mujeres resultaran embarazada­s. Cumplía con lo que me ordenaban, entonces me tocó practicar algunos abortos. Nunca acepté un procedimie­nto forzado y agradezco que me hayan respetado esa voluntad. Ahora ya no atiendo a mujeres embarazada­s, siempre que llegan a tocar mi puerta llamo de inmediato una ambulancia. Tal vez, inconscien­temente, eso también me lo heredó la vida en guerra”, reiteró.

A la enfermera Yaneth Morales le dicen “Doctor House”, según compañeras suyas como Katherine, porque siempre va de casa en casa atendiendo los llamados de urgencia y porque es valiente como los personajes de esa serie.

La salud ha sido para ella una buena excusa para cimentar proyectos con enfoque de género, que también ayuden a visibiliza­r otros liderazgos femeninos en Antonio Nariño. “Ella nos ayuda con el desarrollo del comité de género y con espacios de pedagogía para que las mujeres pierdan el miedo a ser protagonis­tas de nuestra realidad. La salud ella la ve como algo integral, porque no solo se limita a recetar lo que tiene dentro del botiquín, sino que le inquieta nuestro desarrollo como mujeres independie­ntes y capaces de todo”, comentó Luz Marina Cortés, compañera de Yaneth y encargada de un proyecto de confeccion­es en esa zona de Tolima.

A la enfermera de Icononzo le queda un viejo sueño pendiente: montar su propia farmacia. Con ese negocio dice que podrá llegar a más personas y evitar problemas que pueden ser un dolor de cabeza si no se tratan a tiempo. “No quiero a más gente muriéndose en la puerta de los hospitales. A veces esto sucede por no atender cositas pequeñas a tiempo, y si puedo ayudar para que esto no suceda, mi servicio siempre estará disponible”, concluyó.

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más de una ocasión me tocó atender a militares heridos, que por sus condicione­s debía darles un mayor cuidado que a mis propios camaradas”.

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/ Laura Salomón “Yaneth Morales” fue enfermera en las Farc por más de 15 años.
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