El Espectador

¿Firmes como músicos del Titanic?

- PABLO FELIPE ROBLEDO

A MENOS DE DOS MESES DE LA PRImera vuelta presidenci­al, los extremos están empeñados en hacerles creer a los colombiano­s que las cartas ya están jugadas, que la suerte ya está echada y que tan solo dos de los caballos en competenci­a realmente están corriendo en la pista, al tiempo que los demás —si es que alguien se atreve a decir que hay otros— se encuentran atascados en el partidor.

Claramente a Petro solo le interesa Fico y a Fico solamente le interesa Petro. La razón es sencilla: es necesario desaparece­r al candidato de centro, quien realmente es una final amenaza para la segunda vuelta. En otras palabras, Fico entiende que perder con Petro en una segunda vuelta es parte del riesgo político que asumió, pero perder con Fajardo en la primera sería un fracaso estrepitos­o que no quiere ni visualizar. Petro sabe que debe hacer todo lo posible para que Fico pase a la segunda vuelta, pues es la forma segura de ser presidente; entiende que Fico es un hueso fácil de roer, mientras Fajardo es un candidato invencible en una segunda vuelta, por cuenta de la capacidad natural y obvia de un candidato de centro para absorber todos los votos de la derecha en una elección con la mira telescópic­a puesta en vencer a la izquierda. El candidato de centro con los votos de la derecha es obstáculo insuperabl­e para la izquierda petrista, así de sencillo.

Por esta razón, Fajardo debe ser lo suficiente­mente avispado para encontrar la salida en ese laberinto en que lo pretenden meter Petro, Fico y los medios afines a ellos. Su reacción debe ser inmediata, por la sencilla razón de que —salvo los que somos fieles a nuestras ideas y principios— el pueblo no da espera, la gente busca acomodarse y al electorado le gusta tener un adversario a quien derrotar, pero sobre todo le gusta seguir a un candidato que le dé la esperanza real, factible y palpable de ganar. Fajardo es el candidato de la esperanza, pero debe convertirs­e, ya, en el candidato de la esperanza del triunfo, cosas diametralm­ente diferentes.

De no ser así, seguiremos viendo, semana tras semana, cómo quienes hoy están con Fajardo saltarán del barco, unos para donde Petro y otros para donde Fico. El que se inventó el dicho de que son las ratas quienes primero saltan de los barcos cuando estos naufragan lo dijo porque no se acordaba de que en ese barco en dificultad­es había políticos como pasajeros. Eso explica lo inexplicab­le de algunas adhesiones o traiciones recientes.

Fajardo debe entender que en la política quienes somos más firmes que músicos del Titanic somos muy pocos. La posibilida­d de morir en un naufragio no es muy atractiva ni para los ciudadanos ni para los líderes políticos o de opinión.

Así las cosas, es obligación de Fajardo mover las fichas del tablero, hacer las jugadas correctas, focalizars­e en el objetivo inmediato, que no es otro que hacerse a un lugar en donde todos —tanto los que acostumbra­n a saltar del barco como los que somos tan firmes como músicos del Titanic— tengan la esperanza del triunfo sobre Fico en la primera vuelta. De lo contrario, Fajardo se quedará casi solo y muy traicionad­o por quienes le juraron lealtad hasta el final.

Si las cosas siguen como hasta ahora van, las elecciones de primera y segunda vueltas serán un simple trámite para el petrismo, pues no creo que Fico tenga cómo y con qué derrotar a Petro. Y, créanme, espero estar equivocado, muy equivocado.

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