El Espectador

Sobre Francia Márquez y la estigmatiz­ación

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Las infundadas acusacione­s que recienteme­nte hizo el presidente del Senado, Juan Diego Gómez, contra la fórmula vicepresid­encial de Petro, Francia Márquez, no dejan duda de que a veces somos ligeros al hablar o, peor aún, de que, llevados por las pasiones electorera­s —dígase politiquer­as—, echamos mano de lo que se nos presenta para vilipendia­r al personaje que no hace parte de nuestros linderos ideológico­s. Que esto se oiga a través de las babazas de las redes sociales, vaya y venga, pero de un señor con esa investidur­a, con personas que supuestame­nte lo asesoran, es inadmisibl­e.

Me asalta la idea de que todos estos entramados son parte de una macabra manera de perfilamie­ntos que hicieron y hacen las fuerzas oscuras del poder. En el pasado reciente, públicamen­te, un expresiden­te de la República afirmó sin inmutarse que es muy fácil hacer ese tipo de identifica­ción, refiriéndo­se a un senador. Recuerdo la triste época de violencia paramilita­r, cuando los criminales recorrían pueblos y veredas, con lista en mano, para asesinar a los estigmatiz­ados de ser auxiliador­es de la guerrilla o sencillame­nte por ser líderes sociales o de la oposición política a los gamonales regionales. Poco tiempo después se conoció que quienes proporcion­aba esas listas eran los mismos organismos de seguridad del Estado.

Son alianzas macabras que no dejan en paz a las comunidade­s. Hoy se sabe que, por ejemplo, en el sur del país hay nexos entre militares activos o retirados con grupos de narcotrafi­cantes, quienes sin duda ponen en riesgo a la población. Aún no se sabe lo que pasó en el Putumayo con unos supuestos disidentes de las Farc abatidos en combate, según los voceros del Ejército Nacional y el ministro de Defensa. Pero se levantó un manto de dudas, que pone en entredicho la inteligenc­ia del Estado en esta clase de operativos. Estigmatiz­ar, rotular a las personas en medio de la violencia que se recrudece, es poner una lápida al cuello de los líderes políticos, sociales, medioambie­ntales, etc. ¿Falsas acusacione­s para matar? No hay derecho a que eso venga de las mismas institucio­nes del Estado. El congresist­a le debe a Francia Márquez y al país una disculpa pública, con la promesa de no repetición. Al menos eso sería más gallardo.

Víctor Manuel Castro Castellar.

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