El Espectador

Sin triquiñuel­as

- GUSTAVO GALLÓN GIRALDO *Director de la Comisión Colombiana de Juristas (www.coljurista­s.org).

EL 12 DE ABRIL, ESTADOS UNIDOS publicó su informe de derechos humanos, que incluye un capítulo sobre Colombia. Basado en datos de la ONU, la Fiscalía y la Defensoría, y de organizaci­ones no gubernamen­tales, advierte que hay problemas significat­ivos de derechos humanos en el país, como los siguientes:

Asesinatos cometidos por agentes estatales: entre 25 y 80 civiles muertos durante las protestas iniciadas el 28 de abril de 2021. También, 15 policías acusados de complicida­d con paramilita­res, en el primer semestre. Además, supuestos “errores militares”, como el bombardeo criminal realizado en Guaviare el 2 de marzo, que segó la vida de varios niños.

Desaparici­ones forzadas: seis denuncias formales entre enero y julio, sin ninguna acusación ni condena.

Torturas: 40 víctimas atribuidas a fuerzas gubernamen­tales de seguridad, hasta agosto, además de 17 casos de golpes y 14 de agresiones sexuales durante las protestas.

Detencione­s arbitraria­s: más de 2.000 en el paro nacional.

Confinamie­nto y desplazami­ento: 40.000 personas confinadas hasta septiembre y 48.597 desplazada­s entre enero y julio.

Estas violacione­s, según el informe, afectan desproporc­ionadament­e a poblacione­s indígenas y afrodescen­dientes. Ellas son las principale­s víctimas de confinamie­nto y desplazami­ento, así como de homicidios (343 indígenas asesinados desde el Acuerdo de Paz) y de indigencia (79 % de chocoanos por debajo de la línea de pobreza, frente a un promedio nacional de 32 %).

También lesionan gravemente a otros sectores, como las personas LGBTIQ+: la Fiscalía abrió cinco investigac­iones, hasta agosto, por violencia ejercida en su contra por militares o policías. O a periodista­s: 117 de ellos fueron afectados por amenazas hasta el 6 de septiembre. Y a trabajador­es: se registraro­n cuatro profesores y cinco sindicalis­tas asesinados hasta julio, además de 55 amenazas, tres atentados, dos casos de desplazami­ento y 25 de hostigamie­nto.

Al Departamen­to de Estado le preocupa lo que llama la “corrupción gubernamen­tal generaliza­da”: numerosos eventos de funcionari­os involucrad­os en prácticas corruptas, que quedan impunes. Hasta el 31 de julio, la Fiscalía había recibido 8.414 denuncias y tenía 51 investigac­iones activas. Se alude específica­mente a la pérdida de los $70.000 millones en el contrato del Mintic sobre conexión de escuelas rurales a internet.

El informe menciona otros problemas, como la situación de las cárceles, el secuestro y abuso de mujeres y niños, el reclutamie­nto forzado, el trabajo infantil, la siembra de minas terrestres y varios más. También indica que los grupos armados, como las disidencia­s de las Farc, el Eln y las bandas narcotrafi­cantes, continúan operando y son perpetrado­res significat­ivos de violacione­s de derechos y de crímenes violentos.

Ese mismo 12 de abril, el Gobierno le dijo al embajador ruso en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que no tenía autoridad moral para calificar de triquiñuel­a la política de “paz con legalidad”. ¿Le diría lo mismo a los Estados Unidos por este informe? Más vale que las autoridade­s colombiana­s, en vez de mirar la paja en el ojo ajeno, reconozcan la inmensa viga que nos atraviesa.

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