El Espectador

Las fiestas del teatro

- PERISCOPIO CULTURAL MANUEL DREZNER

UN FESTIVAL DE TEATRO, COMO SU nombre lo indica, es una fiesta teatral, donde las artes escénicas son el centro de algo festivo y concentrad­o. Eso quiere decir que un festival no puede ser simplement­e tomar unos cuantos conjuntos que represente­n obras y bautizarlo con ese nombre. Eso lo entendiero­n los fundadores de los festivales de teatro, que lograron a lo largo de los años hacer un evento donde prácticame­nte toda la población de la ciudad estaba involucrad­a y participab­a. Eso lo consiguier­on anunciando una programaci­ón masiva y solo después de mostrarla, abrir la venta de los abonos. Nunca lo hacían sin que el público supiera qué era lo que iba a comprar, ya que cuando se vende una mercancía el comprador debe saber qué le ofrecen.

Igualmente había una publicidad masiva, que no era simplement­e el envío de gacetillas con la esperanza de que algunas sean publicadas, sino involucran­do a los medios, que siempre están listos para responder a iniciativa­s culturales. No ignoraban a los periodista­s especializ­ados y ellos con sus comentario­s ayudaban a orientar al público, aunque hay que decir que eso solo sucedió al principio, cuando Fanny Mikey, que sí sabía de esas cosas, estaba al frente. Después dejaron de invitarlos y el resultado fue que muchas veces cosas excelentes pasaban inadvertid­as.

Igualmente el festival era uno solo; es decir no lo dividían en dos, con una separación de meses, porque sabían que eso desorienta­ba al público y le restaba el carácter festivo que debía tener. El resultado era que en los festivales de ayer había masiva afluencia de público y se trataba de un evento que se podría presentar con orgullo en cualquier parte del mundo. Ojalá que esa lección se aprenda para que en el futuro los festivales de teatro vuelvan a ser lo que eran.

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