¿Qué dicen los candidatos sobre los libros?
DESPUÉS DE TANTAS ANGUSTIAS DErivadas de la pandemia, regresó la Feria Internacional del Libro de Bogotá (FILBO) con público presencial y con una nutrida programación sobre temas que inquietan a la sociedad.
En ese marco, la FILBO, El Espectador y FESCOL organizaron un debate de candidatos a la Presidencia de la República para exponer sus ideas sobre la cadena del libro y también para resolver las inquietudes que plantearon habitantes desde distintas regiones del país, como la deforestación, proyectos productivos para las mujeres, distribución de tierras, minería, empleo y derechos para los indígenas y las comunidades afrodescendientes.
Al encuentro llegaron la candidata Íngrid Betancourt y los candidatos Enrique Gómez, Federico Gutiérrez, Rodolfo Hernández, Luis Pérez y John Milton Rodríguez. Salvo unas pocas excepciones que sorprendieron al público, la decepción muy rápidamente llegó como resultado de los lugares comunes en sus respuestas.
Ante el vacío de los argumentos de los políticos, me pregunto: ¿para qué sirven los jefes de debate? ¿Hacen la tarea de preparar a sus candidatos sobre los temas para los que los convocan? Si así lo hicieran, ¿los candidatos prestan atención a lo que les indican?
No es posible que seis candidatos estén en un escenario cultural como el de la FILBO y le digan a la gente que hay que fortalecer la lectura desde la primera infancia. No afirmo esto porque no sea importante, sino porque esa es la idea más básica en el camino para conectar a los seres humanos con la lectura. Nada logra un país que tenga hogares en los que los papás les leen cuentos a sus hijos (que no es la regla en Colombia) si toda la cadena del libro está marginada dentro de las prioridades presupuestales de los gobiernos centrales y regionales.
La pandemia recrudeció la crisis de todos los sectores comerciales, incluida la industria editorial. En el mundo hay escasez de papel, las imprentas han cerrado y los costos de importación de los libros a un país como Colombia son insostenibles. Al final, es el último eslabón de la cadena, es decir, el lector-comprador, el que recibe el totazo con los cada vez más elevados precios de los libros.
A pesar de eso, editores, correctores, diagramadores, autores, distribuidores, librerías independientes y promotores de lectura seguimos alzando las espadas de letras para darle fuerza a una lucha solitaria. Los libros viven más que nunca, así haya nubes cargadas de rayos que caen sobre ellos.
Ante eso, es incomprensible la idea de la candidata Betancourt de gravar los libros con el IVA. También contribuye a la desinformación cuando asegura que todos los libros que vendemos en Colombia son importados. Por citar un ejemplo, Penguin Random House y Planeta, dos de las grandes editoriales del mundo, imprimen muchos de sus sellos en Colombia y así mismo lo hacen las editoriales colombianas independientes.
Y qué tal Luis Pérez diciendo con engreimiento que muy pronto desaparecerá el libro en papel. Ya perdí la cuenta de los gurús que hace más de 20 años afirman lo mismo aun cuando el libro impreso se mantiene en pie a la par con formatos como los audiolibros y los libros electrónicos. Una cosa no riñe con la otra porque de lo que se trata es de seducir públicos cada vez más amplios hacia el placer de leer.
Candidatos: yo quería sentir ilusión con sus ideas en ese debate. El tiempo para elegir a uno de ustedes prácticamente terminó y está claro que los libros y la cultura no son el foco de su preparación. Qué lástima.