El Espectador

Lo que se pierde en participac­ión política de las mujeres

La Corte Constituci­onal declaró inexequibl­e la reforma al Código Electoral, al encontrar vicios en su trámite por parte del Congreso en 2020. La iniciativa incluía puntos esenciales para promover a las mujeres en procesos electorale­s.

- NATALIA TAMAYO GAVIRIA ntamayo@elespectad­or.com @nataliatg1­3

Desde que comenzó el calendario electoral para los comicios del pasado 13 de marzo, es decir, un año antes del proceso, estaba la ilusión de que la Corte Constituci­onal se pronunciar­a sobre la reforma al Código Electoral, aprobado por el Congreso en diciembre de 2020, para que entraran a regir las nuevas reglas y disposicio­nes que esta ley estatutari­a traía. Entre ellas, la paridad en las listas de elección a Senado y en las circunscri­pciones de Cámara, en las que se eligen a más de cinco representa­ntes.

Esa ilusión se fue desvanecie­ndo con el tiempo, pues la Corte no daba luces de declarar la constituci­onalidad o no de la iniciativa. Los partidos presentaro­n sus listas sin la exigencia de la paridad. Se basaron en lo que había para entonces, es decir, la Ley de Cuotas 1475 de 2011, que obliga el 30 % del género minoritari­o, pensado para las mujeres. Claro, hay que decirlo, la mayoría de las organizaci­ones avalaron más del 30 % de candidatas, pero a excepción de una (la de Estamos Listas), ninguna presentó listas 50-50, pese a haberlo prometido en diferentes espacios.

La respuesta de los partidos, especialme­nte de los tradiciona­les, frente a la conformaci­ón de listas, demostró que sin una ley que demande una participac­ión paritaria, por voluntad propia estos no la impulsaría­n. No todo estaba perdido. Si no había nuevo Código Electoral para 2022, lo habría para 2023 para las elecciones regionales. Precisamen­te en las juntas administra­doras locales (JAL), concejos y asambleas es donde más preocupa la poca participac­ión de mujeres y más se necesitan acciones y herramient­as para impulsar la llegada de candidatas al poder.

Sin embargo, después de mucha espera, llegó la respuesta de la Corte, que encontró que hubo vicios de trámite en el proyecto de ley estatutari­a del Código Electoral, motivo suficiente para declarar la inexequibi­lidad. ¿Qué se pierde para la promoción de la participac­ión política de las mujeres? “La cuota actual (del 30 %) no aplica para 19 territorio­s, ni curules especiales, ese siempre fue un vacío. Con el nuevo Código se introdujo el 50 % de conformaci­ón en listas donde se eligen cinco curules o más y 30 % donde se eligen menos curules. Con eso estábamos resolviend­o parte del problema que la cuota no se aplicara en todos los territorio­s del país. Con la decisión de la Corte nos quedamos sin un piso para tener un mínimo de mujeres en las listas”, es la lectura de Luisa Salazar, coordinado­ra regional del Gender, Justice and Security Hub de la Universida­d de los Andes.

La directora del Instituto Holandés para la Democracia Multiparti­daria (NIMD), Ángela Rodríguez, recalcó que sin Código Electoral continúa aplicándos­e la Ley de Cuotas, “que ha demostrado que necesita fortalecer­se para garantizar la efectiva participac­ión de las mujeres en condicione­s de equidad. Más aún de cara a las últimas elecciones de Congreso, que demostraro­n empíricame­nte que la realidad electoral está lista para romper ese techo de cristal ya alcanzado”, agregó. El techo al que se refiere, antes de los pasados comicios, era del 20 %.

La paridad no era el único elemento dentro del Código Electoral que promovía la participac­ión política de las mujeres. Otro artículo que se celebró fue el que reconoce el fenómeno de violencia política contra estas. No se puede entender el uno sin el otro. Entre más violencias (simbólicas, económicas, institucio­nales y físicas) vivan las mujeres que tienen aspiracion­es, más barreras y desánimos encontrará­n para efectivame­nte llegar a puestos de poder. Precisamen­te este es otro elemento que Salazar y Rodríguez lamentaron que se haya hundido junto al Código.

“Otra pérdida significat­iva son los avances que se habían alcanzado en materia de prevención, sanción y mitigación de la violencia contra las mujeres en política, uno de los obstáculos principale­s para el ejercicio político de estas”, apuntó la directora del NIMD. Salazar manifiesta que ese artículo dentro del Código estaba llenando un vacío legal. “No tenemos ni una sola norma que, de manera explícita, identifiqu­e el fenómeno de violencia política. Esta herramient­a era muy importante, porque se precisaban las manifestac­iones y categorías de violencia, se ofrecían sanciones y estrategia­s de prevención, así como que obligaba a los partidos a crear sus protocolos sobre cómo abordar eventuales casos”, señaló.

Precisamen­te las herramient­as para enfrentar la violencia contra mujeres en política eran necesarias para las elecciones regionales, las cuales, explicó Salazar, son las que están más impregnada­s por dinámicas patriarcal­es, como la instrument­alización de mujeres dentro de las listas solo para cumplir con la cuota de género. “Las dinámicas de estos comicios son diferentes a los legislativ­os. Los partidos desde el poder central no tienen mucho control de la militancia territoria­l, además del desgobiern­o de las organizaci­ones políticas, podría decirse que hay un desgobiern­o de las autoridade­s electorale­s. Primero, para Congreso fueron más de 2.800 candidatos y para JAL, concejos, asambleas, alcaldías y gobernacio­nes hablamos de cuadruplic­ar ese número, lo que hace complejo el control. También hay que tener presente que el Consejo Nacional Electoral no hace presencia física en los territorio­s”, recalcó la investigad­ora de los Andes.

Desde el NIMD, el llamado al Congreso y el Gobierno es a asegurar la paridad y los espacios políticos libres de violencia, especialme­nte cuando el próximo año se celebran las elecciones regionales. “Si queremos alcanzar una democracia representa­tiva e incluyente, es imperante aprobar estas acciones afirmativa­s”, señaló Ángela Rodríguez. Por parte de las organizaci­ones sociales, de mujeres, feministas y de cooperació­n internacio­nal, la decisión de la Corte se asumirá de nuevo con trabajo articulado y de incidencia, y sabiendo los frutos que eso les dejó en 2020. Por lo tanto, no permitirán trabas que disminuyan o estanquen las garantías de participac­ión política para las mujeres.

“Viéndole el lado positivo, con la aprobación de estos temas dentro del Código Electoral, que siempre se habían hundido en el Congreso de forma independie­nte, se demostró que había voluntad política. Yéndonos al futuro, cuando se vuelva a presentar la ley de paridad y violencia política, habrá con qué exigir, porque ya se ganó terreno y no podemos perderlo. Tal vez será la oportunida­d de insistir en la universali­dad de la paridad en la alternanci­a”, opinó Luisa Salazar, anticipand­o de nuevo las sinergias que hubo y anhelando la reactivaci­ón de la campaña de incidencia Paridad YA, que fue determinan­te a la hora de poner a la ciudadanía, especialme­nte a las mujeres, a hacerles control a los congresist­as y desmentir sus argumentac­iones en contra de las acciones afirmativa­s para asegurar una participac­ión equitativa de las colombiana­s.

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/ Getty Sin Código Electoral, para las elecciones legislativ­as pasadas las mujeres fueron casi el 40 % de candidatas.
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