Vegetando en la no presencialidad
Se equivocan algunas instituciones de educación superior (IES) colombianas al prolongar varias de sus especializaciones y maestrías mediante la modalidad remota sincrónica, cuando dichos programas fueron diseñados para modalidad presencial, y más aún cuando su promesa de valor para los potenciales alumnos no advertía que dichos programas se cursarían en su totalidad de manera no presencial.
Y es que diversos estudios y encuestas a estudiantes y egresados de diferentes programas de posgrado -especialmente de aquellos que no corresponden a ciencias exactas y naturales-, demuestran que además de incrementar la posibilidad de ascensos laborales y aumentos salariales (y, desde luego, de obtener y actualizar conocimientos en áreas relativas a su actual o potencial área de desempeño), los aspirantes a cursar tales especializaciones y maestrías buscan poder establecer relaciones, que a la vez de aumentar su red social, propicien la generación de interacción y visibilidad en su campo profesional.
Actualmente se están desarrollando diferentes tipos de herramientas, metodologías y aplicaciones tecnológicas para la implementación de sistemas educativos que permiten procesos integrales de aprendizaje remotos, virtuales, presenciales e híbridos, -algunos con excelentes resultados en sus pruebas pilotos e implantaciones, que van desde modelos para la planeación y gestión de la enseñanza online hasta la realización de clases en el metaverso-, pero son eso: desarrollos y productos de una formulación, no improvisaciones sobre la marcha, como las que obligó el abrupto encerramiento por la pandemia, que si bien en su momento posibilitaron la continuidad del proceso educativo, sus consecuencias e implicaciones en los resultados del aprendizaje e impactos socioemocionales aún son motivo de investigación y, sobre todo, de mejoramiento en todos los aspectos.
Pero el problema no solo radica en los efectos sobre el alumno que aceptó tomar clases remotas temporalmente, ni en el profesor que aún no cuenta con suficientes recursos para asegurar la conformidad en la transmisión de su legado bajo esa modalidad. Sobre las IES colombianas, pesa una peligrosa amenaza para su competitividad en el mercado local frente a la creciente y desbordada oferta extranjera, y si por tratar de continuar aprovechando vegetativamente la disminución de los costos que propicia la no presencialidad, se descuidan aquellos factores que favorecen la estructuración y extensión de networking locales, muchos de los programas de posgrado nacionales serán fácil presa de los aspiracionales y racionales que ofrecen las titulaciones de reconocidas marcas universitarias internacionales.
¡Que los ahorritos y la inercia de hoy no nos lleven al fracaso en el futuro!