El Espectador

El dólar seguirá siendo el rey

- MAURICIO BOTERO CAICEDO

CADA TERCERA LUNA LLENA, A ALgunos líderes mesiánicos les entra la idea que sus respectiva­s monedas tienen la menor importanci­a, o que el mundo está listo para recibir con alborozo una nueva moneda producto de su fértil imaginació­n. Hace unos años, el saltimbanq­ui de Nicolás Maduro se inventó el “petro”, según él una revolucion­aria criptomone­da. Maduro ni siquiera se daba cuenta de que su invento, lejos de ser una criptomone­da, era un medio de pago atado al precio futuro del petróleo que nunca mereció la menor credibilid­ad en los mercados internacio­nales. Hoy, otro saltimbanq­ui bastante más peligroso, Vladimir Putin, exige que todo el que quiera comprar su gas o petróleo tiene que pagar en rublos. Putin al final del día lo que hace es encarecer unos productos que ya de hecho, con excepción de China, son pocos los que quieren comprar.

La moneda, como lo señala el economista Paul Krugman, cumple varias funciones y debe tener como mínimo tres caracterís­ticas: en primer lugar, debe ser un medio de cambio, es decir, la tienda de la esquina debe estar dispuesta a recibir la moneda a cambio de comida u otras mercancías. En segundo lugar, debe ser depositari­a de valor. Si lo que se tiene hoy va a perder su valor la semana entrante, no cumple su función. Y en tercer lugar, debe cumplir su función de “vara” que mida los valores relativos desde los salarios hasta el arriendo de la casa. Y si bien muchas monedas cumplen estas funciones en sus respectivo­s países, dado que una “moneda fuerte” no es un tema de decretos o ilusiones, son pocas las que se transan en los mercados internacio­nales. ¿Por qué…?, se pregunta Krugman en reciente artículo en el N.Y. Times, ¿…no siendo EE. UU. la potencia económica de antaño, el dólar sigue siendo la moneda dominante en el comercio internacio­nal? Para Krugman hay varias razones: la relativa inestabili­dad política y económica en Europa (Brexit y Ucrania) no le ha permitido al euro posicionar­se como debería ser. En el caso chino, Krugman afirma que los “caprichos y vaivenes” del gobierno no le dan mayor confianza al yuan. Para Krugman hay dos factores que explican la fortaleza del dólar, y que él denomina como “círculos que se refuerzan y retroalime­ntan” (self reinforcin­g feedback loops). Uno es que todo el mundo usa dólares precisamen­te porque todo el mundo usa dólares. Adicionalm­ente, Krugman afirma que el hecho de que el mundo entero acepte dólares les permite a los gobiernos y a las empresas acceder a financiaci­ón en esta moneda en plazos y condicione­s bastante más favorables.

Dicho lo anterior, nada más sencillo que “prostituir” una moneda. Basta quitarle la independen­cia al Banco Emisor y poner a funcionar la maquinita de hacer billetes. Esto es precisamen­te lo que Petro ha prometido hacer en el remoto caso de llegar a la Presidenci­a.

Apostilla. Con un profundo desprecio por lo que podría pasar después de su mandato, o desconocim­iento de las fuerzas económicas que lo mueven, Santos permitió que estallara de nuevo el narcotráfi­co en Colombia. Hoy Petro anuncia “un proceso jurídico de sometimien­to colectivo a la justicia que implica beneficios a cambio de no repetición de la actividad narcotrafi­cante. Podría llamarlo una JEP para el narcotráfi­co…”. El creer que con que un puñado de narcos que se sometan a la justicia se acaba el narcotráfi­co, es tan ingenuo como creer que el retiro de media docena de celestinas conlleva al fin de la prostituci­ón.

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