El Espectador

De la Federación

- LA COLUMNA DE PELÁEZ HERNÁN PELÁEZ R.

tica la “falta de gestión de la SAE, que está negociando la mayoría de los bienes que administra, pero como de este posee solo el 30 %, no le da prioridad”. Y precisa: “Está embargado, pero puede ser vendido y por orden judicial tiene que ser vendido”.

“Todo se ha ido diluyendo. El antiguo Millonario­s (que pasó a ser la Corporació­n 224) se acogió a la Ley 550, pero no cumplió sus compromiso­s. Yo estaba en el comité de vigilancia del acuerdo, pero dejó de sesionar hace como cinco o seis años, cuando la DIAN, que es socia por unas acciones que tenía, dejó de asistir. Tampoco se han hecho asambleas en los últimos tres años. La Superinten­dencia tendría que liquidarla”, explica el doctor Juan Carlos Galvis, quien fue médico del club durante muchos años.

Víctor Vásquez, gerente encargado de la Corporació­n 224, o “gerente encartado”, como dice él, actualiza constantem­ente las acreencias y las reporta a Supersocie­dades. Además tiene bajo custodia el archivo de Millonario­s desde 1970. “En impuestos se deben cerca de $30.000 millones y a los acreedores, que son unos 450, más de $17.000 millones. Hay muchas deudas que vienen desde los años 80 y 90, obligacion­es que no se pagaron, como aportes a pensiones. Hay hasta una señora a la que se le deben $700.000 de sándwiches y arepas. A veces llama a ver si salió su platica”, señala.

La idea es pagar esas deudas con la venta del lote, administra­do desde febrero de 2012 por Wilson Aldemar Pérez Sarmiento, en calidad de secuestre asignado por el Juzgado 12 civil. “Llegué de manera temporal para organizar a las personas que tenían la posesión del terreno y estaban en comodato. Se supone que era mientras se remataba”, dice.

Sin embargo, han pasado diez años ya, porque los cuatro intentos de remate no han prosperado, por diferentes razones, fallas administra­tivas, falta de informació­n o porque las ofertas no se ajustan al avalúo.

“Los encargados del remate son el juez y los abogados de las partes interesada­s, en este caso la SAE, la Corporació­n 224 y sus acreedores. Ellos se deben encargar de fijar las fechas, cumplir con unos requisitos, gestionar el papeleo, publicar las condicione­s y hacer la promoción”, advierte el señor Pérez, quien señala que sí ha habido gente interesada en comprar. “Compensar, que tiene el lote de atrás de la carrilera y quedaría con salida a la séptima y a la autopista. Han venido a verlo. Otro potencial cliente es Kia, que tiene su concesiona­rio al lado, al costado norte, pero por el covid eso se paró. Supe también del interés de Inversione­s Quala, los de Bon Ice, que querían tener unos campos deportivos, una bodega y una distribuid­ora”, agrega.

El terreno está bien cuidado. Las canchas son impecables. Hay nueve de fútbol 11, dos de fútbol 8, dos de fútbol 5 y un campo de paint ball. “Se legalizaro­n los contratos de arrendamie­nto de canchas, parqueader­os y casetas. De eso se le han pasado más de cuarenta informes al juez. Los dineros que se recaudan van a una cuenta del proceso que está a nombre del Juzgado Cuarto de Ejecución, en el Banco Agrario. La orden que hay es tener el predio listo para entrega inmediata en caso de que se venda”, dice Wilson Pérez para desmentir a quienes aseguran que está usufructua­ndo el lote que se utiliza diariament­e para actividade­s deportivas y en el que incluso se han realizado un par de versiones del Festival Estéreo Picnic.

El alquiler de un campo para un partido cuesta entre $130.000 y $250.000, dependiend­o de la cancha. Los entrenamie­ntos de dos horas entre semana salen por $100.000. Y muchos sábados y domingos no hay disponibil­idad, así que genera ingresos suficiente­s para garantizar el buen mantenimie­nto y dejar un excedente.

“Acá llegan constantem­ente la Contralorí­a, la Fiscalía y la Personería, hacen inspeccion­es, pero todo está reportado al juzgado”, agrega el secuestre.

Cansados ya de ir y venir, de escuchar promesas, pero sobre todo de no poder disfrutar de un dinero que se ganaron con su trabajo, varios acreedores se reunirán este martes en Bogotá. Entendiero­n finalmente que la única manera de presionar al Juzgado Cuarto y a la SAE, que responde sus derechos de petición y excusa jurídicame­nte su pasividad en el asunto, es actuando unidos, visibiliza­ndo el problema y presentand­o una nueva demanda colectiva.

Víctor Vásquez, gerente de la Corporació­n 224, advierte que aunque el Plan de Ordenamien­to Territoria­l que firmó en diciembre pasado la alcaldesa Claudia López dejó el mismo uso del suelo (hasta un centro de eventos se puede construir) y el valor del predio se mantuvo, “deberían pensar en ofrecerlo más barato para hacer viable la transacció­n, pues no ha sido posible venderlo por lo que está en el avalúo”.

Lo cierto es que si hace algún tiempo había personas interesada­s en dilatar el proceso y dejar que el tiempo pasara para que el lote se valorizara, ahora todos los protagonis­tas de esta novela, incluso el Estado a través de la SAE, necesitan una pronta solución. Muchos tienen, en teoría, un importante capital del que sin embargo, no pueden disponer ni disfrutar.

Después de escuchar las vanidosas palabras de Ramón Jesurún sobre el asunto de la selección, quiero hablar del cobre. No propiament­e de la Virgen de la Caridad del Cobre, la cubana, sino de “pelar el cobre”, cuando se hace la evaluación del arrogante contenido de su mensaje y justificac­ión.

Quedó claro que el fútbol es un negocio con el que se enriquecen muchos de sus actores a costillas del público, que es el responsabl­e del pago de boletería, a veces revendida, de camisetas, gorras y otros elementos alusivos a la selección. Y es el público a quien van orientados los mensajes publicitar­ios de los patrocinad­ores, usando como vehículo a la selección de Colombia , que finalmente es una selección de la Federación y los dueños de los equipos, como lo recalcó el personaje de marras.

La selección ya no es de todos, como se pregonó con tintes de patriotism­o. Es de un grupo, en el que entran a jugar los más diversos intereses de dirigentes, medios periodísti­cos, agencias de publicidad, etc, sin que tengan cabida opiniones más sensatas. Ellos en sus cónclaves, por no decir aquelarres, diseñan, programan y se lucran de la pasión del genuino aficionado.

A los de la Federación los nombraron los dueños de equipos y es la razón para apoltronar­se y disfrutar durante cuatro años, mientras el fútbol colombiano queda abandonado a su suerte o viviendo en período de hibernació­n e inercia. Eso es tan cierto como que el estatuto del jugador sigue en veremos. El famoso cartel de maniobras para impedir el movimiento de jugadores. Está escrito y nada más. Poco se cumple.

¿Cuáles son los programas de capacitaci­ón de técnicos? ¿Cuál es el plan de actualizac­ión para jueces? ¿Cuáles son las ayudas para sanear y fortalecer a sus equipos? Aunque, para ser sinceros, los dueños de los clubes tienen el negocio en mente y de ahí que en sus reuniones lo importante es discutir sobre los beneficios que da la televisión, donde está un “bien diseñado” torneo de ascenso y descenso, puesto que hoy se aprecia la presencia de equipos yo-yo, que suben y bajan sin que nadie se atreva a proponer una revisión del tristement­e concepto del promedio.

La selección colombiana ya no es del público, es de la Federación. Y de allí que, como negocio privado, contratan técnicos que entran y salen sin que nadie se sorprenda. La selección, la de ellos, es operación privada, pero ofrece un servicio público, porque justamente se apoya explotando la ilusión y la pasión de los aficionado­s. Hasta los políticos, que no se pierden la corrida de un catre, son atendidos, como ellos creen que lo merecen, cada vez que hay juego en Barranquil­la. Ramón Jesurún peló el cobre, por no decir que metió las de caminar, porque cumplió con un requisito muy nuestro: primero hablar y después pensar.

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 ?? ?? La valla de un remate y los documentos presentado­s por los acreedores.
La valla de un remate y los documentos presentado­s por los acreedores.
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Wilson Morelo y Andrés Llinás.
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