El Espectador

Duelo migratorio, ¿cómo superar un viaje traumático?

Migrar conlleva una enorme cantidad de pérdidas: es dejar atrás a la familia, los amigos y el territorio que te vio crecer. Para lograr una integració­n económica en los países de acogida, es necesario hablar de la parte emocional de la población migrante.

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“No sé ustedes, pero yo odio el cambio y aun así mi vida sigue en constante movimiento. Hace unos días, cumplí cinco años del cambio más grande: emigrar. Y vaya mezcla de emociones y sentimient­os sufrí. Me tocó vivir el duelo migratorio”, escribió la venezolana Aury Sambrano en un editorial del diario NotiPro, la apuesta del programa JovenPro de Mercy Corps para que la población migrante comunique sus ideas. Y lo cierto es que migrar implica una enorme cantidad de pérdidas: es dejar atrás a la familia, los amigos, el territorio que te vio crecer y las costumbres que te acogieron en comunidad.

Pero no siempre alcanzamos a percibir la migración de esa forma. Solemos cuantifica­rla y analizarla, y la vemos desde el derecho, la demografía y la economía, como lo mencionó el investigad­or español Valentín González Calvo. También desde la ignorancia y los prejuicios: “los migrantes generan más insegurida­d, les quitan puestos de trabajo a los locales, quieren aprovechar­se de los colombiano­s”, dicen algunos en las calles, ignorando las decenas de estudios que demuestran todo lo contrario. En medio de esa ola de xenofobia, se nos olvida lo esencial: “En la migración, pocas veces se contempla en concreto al ser individual, a la persona”, escribió González.

Como Aury Sambrano, miles de migrantes salieron adelante y no solo luchan por sostener a sus familias, también se apropiaron de sus territorio­s de acogida. “Yo aún extraño a mi Venezuela, pero ya no me duele extrañarla. Entendimos que si estamos en Colombia, vamos a trabajar por un mejor país y ayudaremos en lo que podamos”, comentó Sambrano en diálogo con este diario.

Pero para convertir el duelo migratorio en un éxito, como dice ella, primero hay que entender de qué se trata. “Es un tipo de duelo diferente, porque hay un proceso parcial. Es decir, el objeto al que se le hace duelo existe, y en este caso sería el país de origen”, le explicó a El Espectador Tamaity Ariza, oficial de Protección y Género de Mercy Corps Colombia. Explica que los migrantes no pierden la añoranza, un elemento importante que genera que el duelo sea recurrente. “Las llamadas, las visitas esporádica­s y el tener contacto con Venezuela reaviva ese vínculo. Por eso el duelo migratorio es distinto y necesita acompañami­ento”, sostuvo Ariza.

Aury nos lo explicó de otra manera: “De pequeña siempre hacía poemas de los lugares en los que viví. Viajé por muchas partes de Venezuela

debido al trabajo de mi papá. Y sí, conocí el país. Escribía sobre el campo, las mangas de coleo (un deporte tradiciona­l con toros), los sancochos en familia, los asados en las playas, bañarse hasta el atardecer, pescar…”. Ella cuenta que, de pequeña, siempre se prometió volver y decía que, cuando fuera grande, nunca más se iba a mudar, pero no contaba con que las cosas se iban a complicar tanto en su país.

“De chiquita tuve pocos amigos, porque siempre teníamos que irnos y empezar de cero, y hasta llegué a aceptar ese estilo de vida. Pero no creas, por más acostumbra­da que llegué a estar, cuando tuve que viajar a Colombia debido a la situación en mi país, el sentimient­o volvió como si fuera la primera vez”, agregó. Los olores, los paisajes, los colores, la cultura, el estatus social y los riesgos para la integridad física son algunos de los elementos que hacen parte de ese duelo migratorio, un asunto que más de 1,8 millones de venezolano­s en Colombia han tenido que sobrelleva­r.

Para afrontarlo, Tamaity nos dio algunas pistas: “Los migrantes deben buscar espacios seguros con grupos de acompañami­ento donde puedan ser escuchados y puedan crear redes de apoyo. También buscamos que las personas puedan reconocer sus recursos emocionale­s, que sepan que pueden contar con ellos mismos, y que eso no se perdió con la migración. Ese es nuestro propósito desde Mercy Corps: acompañar emocionalm­ente a los migrantes para que, desde ese punto, las personas empiecen a ver nuevas posibilida­des económicas y colaborati­vas”, comentó.

El acompañami­ento psicológic­o es fundamenta­l para tratar las secuelas emocionale­s que puede dejar la migración: un estudio publicado por la Universida­d de Miami sobre migrantes venezolano­s en

Bogotá encontró que el 21 % tenía trastorno de estrés postraumát­ico (TEPT). Algo que también confirmó un documento publicado por la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) en 2021: “Algunos estudios muestran que la prevalenci­a de trastornos mentales comunes, como la depresión, ansiedad y TEPT es mayor entre los migrantes y refugiados que entre las poblacione­s de acogida. De hecho, los solicitant­es de asilo tienden a tener un riesgo elevado de suicidio”.

Y no es para menos, pues además de enfrentars­e a un viaje sumamente arriesgado, muchos deben dejar a sus familias en un país donde el salario mínimo mensual solo alcanza para comprar unos trece productos de los sesenta que tiene la canasta alimentari­a básica. Sin mencionar que en el sector salud, el promedio de desabastec­imiento de insumos de emergencia fue del 49 % y la inoperativ­idad de algunos servicios alcanzó el 72 %, según datos de 2019 publicados en el informe “Comunidad Venezuela: una agenda de investigac­ión y acción local”.

“Yo soy educadora y sé algo de psicología, y sabía que necesitaba una perspectiv­a diferente sobre el duelo migratorio”, dice Aury. El programa JovenPro busca mejorar los medios de vida de jóvenes refugiados y migrantes para ser autosufici­entes a largo plazo, incluso después de finalizado el programa. Parte de los objetivos es mejorar el acceso a trabajo seguro, equitativo, de calidad y a escala para jóvenes colombiano­s y venezolano­s.

“No solo nos ayudaron con nuestro árbol de vida y un proceso para sanar nuestro pasado, también nos enseñaron a organizarn­os y crear empresa. Fue un equilibrio entre lo emocional y lo empresaria­l”, comenta Aury. Y Tamaity dice que justo ahí está la clave de este asunto: “En medio de esta red de apoyo, empiezan a hacer ejercicios de manera conjunta; crean grupos de ahorro, emprendimi­entos colectivos y empiezan a desarrolla­r sus propias posibilida­des de vida desde lo económico y lo emocional”.

Aury dice que llegó a Colombia con la maleta llena de telas, agujas y botones. “Le dije a mi hermana que me prestara ropa hasta que yo pudiera comprar la mía. Y así llegué. Empecé a hacer llaveros y peluches, y aunque al principio no vendía mucho y no tenía mucho dominio de las redes, me fui abriendo paso hasta que monté un emprendimi­ento oficial: Peluchines Aury Sambrano”. La pueden encontrar en Instagram como @peluchines­oficial. (Un dato: allí consiguen el peluche de Frailejón Ernesto Pérez).

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un tipo de duelo diferente, porque hay un proceso parcial. Es decir, el objeto al que se le hace duelo existe, y en este caso sería el país de origen”, dijo Tamaity Ariza, oficial de Protección y Género de Mercy Corps Colombia.

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/ AP Para lograr una integració­n económica es necesario trabajar en afrontar el duelo migratorio.
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