Acoso en las aulas
LAS RECIENTES 70 DENUNCIAS DE estudiantes del Instituto Departamental de Bellas Artes de Cali que manifiestan haber sido acosadas sexualmente por profesores de esta importante entidad, adscrita a la Gobernación departamental del Valle del Cauca, han generado estupor e indignación.
Las declaraciones de las alumnas —algunas de ellas niñas— son de sumo cuidado y no se pueden tomar a la ligera. Por ello y con razón, las directivas de la institución han instaurado las denuncias respectivas ante la Fiscalía que tendrá a su cargo las investigaciones del caso.
Es una lástima que un instituto como este, reconocido por su alta calidad académica, por el que han pasado cientos de figuras destacadas a escala internacional, adonde asisten 700 estudiantes de estratos populares en su mayoría que cursan estudios de Artes Visuales y Escénicas, Música y Teatro, entre otras, se vea envuelto en este escándalo que, según dicen, es solo la punta del iceberg.
Incluso ya rodó la cabeza de un docente que llevaba 20 años de catedrático y están en capilla otros profesores que tienen los días contados.
Pero lo más grave es que esto no resulta un hecho aislado en materia de acosos. Ya conocemos el caso de un afamado colegio capitalino que anda en las mismas y mucho se rumora que en las universidades esta práctica ha cogido alto vuelo. Profesores que se ganan la confianza de sus alumnas y con la disculpa de protegerlas terminan acosándolas. Ay de que ellas digan algo: les puede costar la materia y hasta la pérdida del semestre, por eso prefieren acceder a sus cochinas intenciones o quedarse calladas por miedo a las represalias.
Ojalá que todo esto se saque a la luz pública, se investigue imparcialmente y se condene ejemplarmente a los que, valiéndose de su fuero, chantajean miserablemente a sus víctimas tendiendo una cortina de humo, habida cuenta de su “impoluta” prestancia.