El Espectador

¿Cómo saber cuánto cuesta mi carro?

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Quizás una de las preguntas más frecuentes de los propietari­os de automóvile­s. Lo cierto es que no existe una guía única que indique el valor de este bien, sino el resultado de una serie de variables tan amplias entre las que se encuentran algunas, casi evidentes, como la condición general, el kilometraj­e y la marca.

“Todos nos hacemos esta pregunta al momento de ponerlo a la venta. Aunque creamos que lo sabemos, existen varios factores que determinan el valor y hay muchas preguntas para hacerse”, indicó Reinaldo Ortiz, presidente de la junta directiva de Asousados.

Para Ortiz, uno de los pasos que deben tomar quienes deciden buscar el valor comercial de su vehículo es, por supuesto, hacer una breve investigac­ión de casos similares; es decir, “en cuánto venden un carro igual al mío… o parecido”.

“Los carros, como todos los bienes, valen por lo que estén en el mercado. Si hay una oferta amplia, un promedio es una buena base, si no hay muchos, debo mirar carros similares en procedenci­a, equipamien­to, motorizaci­ón y comerciabi­lidad”, agregó el especialis­ta.

El mercado define todo

Un punto que depende de

la marca o fabricante del vehículo es el kilometraj­e. Ortiz señala que, además, se debe revisar la región o el lugar en el que se espera vender. También, recuerda que el mercado —del nuevo, si puede llamarse así— pasa por un momento de disponibil­idad limitada en algunos modelos, por lo que hoy el usado toma valor.

“Dejarnos llevar por lo que vale un cero kilómetros es un error. Hoy hay carros usados que valen más que nuevos, básicament­e, porque al no tener disponibil­idad, algunas personas están dispuestas a pagar más por tenerlo ya… eso sí, cuando se normalice el abastecimi­ento, va a costar muchísimo

Vale la pena mencionar algunos hábitos y condicione­s que limitan y reducen el valor de un usado. A grandes rasgos, se puede decir que cualquier inversión extra reducirá su precio. Esa es la premisa, la base de esa desvaloriz­ación.

Uno de los más comunes, sin duda, son los golpes. En este caso, la depreciaci­ón puede ser desde una leve cobertura, solucionab­le con cera o una pulida, hasta el caso de aquel choque —generado incluso por un hueco— en el que se afecta la estructura del vehículo, su chasís, a lo que los especialis­tas se refieren como una afectación a la seguridad activa y pasiva.

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Por su disponibil­idad, un usado puede costar más que un cero kilómetros.
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