El Espectador

Soldar las fracturas

- PABLO LEYVA * Cifras y porcentaje­s del Ministerio del Interior francés.

EL PRESIDENTE MACRON RECIBIÓ con “los brazos cruzados y mudo” los resultados de la segunda vuelta de las elecciones. Después, en una ceremonia en el Campo de Marte, con la Torre Eiffel al fondo, pronunció un discurso de 15 minutos, sobrio, concreto, para agradecer a los franceses su confianza y lograr “una Francia más independie­nte y una Europa más fuerte”. Intervenci­ón notable por el reconocimi­ento político de los resultados, al explicitar que muchos votaron por él no por apoyar sus ideas sino por contener a la extrema derecha. Agregó Macron: “Soy consciente de que ese voto me obliga para los años que vienen”. Reconoció igualmente el significad­o de la abstención y del voto en blanco y nulo, un silencio “al que debemos responder”. Como “presidente de todas y todos”, se dirigió a quienes escogieron la extrema derecha con rabia y desacuerdo­s “también deben tener una respuesta”.

Las cifras de la segunda vuelta son dicientes. Votos válidos por Macron: 18,7 millones (58,55 %); por Le Pen: 13,2 millones (41,45 %). Votos en blanco y nulos: 3 millones (8,6 %) del total de los votantes. Abstención: 13,6 millones (28 %) sobre un total de 48,7 millones de inscritos.

De acuerdo con Macron, el nuevo quinquenio no será una prolongaci­ón del anterior; ofreció gobernar asegurando la participac­ión para construir un proyecto humanista, republican­o, social y ecológico, basado en el trabajo, la creación y la “liberación de las fuerzas académicas, culturales y empresaria­les”. Una sociedad más justa e igualitari­a.

Terminada la intervenci­ón, el presidente Macron y toda su familia se alojaron en La Lanterne, en Versalles.

Las fuerzas políticas se preparan para una “tercera vuelta”, las legislativ­as de junio. Le Pen considera que su logro electoral debe concretars­e en el Legislativ­o; ocultando su verdadero proyecto de extrema derecha, atrae a muchos sectores marginados. La izquierda debe recapacita­r, superar los desacuerdo­s y construir un proyecto amplio para las legislativ­as. Mélenchon quiere ser primer ministro; “entren en acción”, dijo. El partido En Marche de Macron busca reconstrui­rse y tener mayorías en el Legislativ­o. Las estructura­s políticas tradiciona­les y regionales entrarán también con fuerza.

Vienen tiempos difíciles, reconoció Macron. Tienen que ver con los límites físicos, ecológicos, sociales y económicos del modelo de crecimient­o y globalizac­ión neoliberal. Cómo concretar “una era nueva” sin cambiar el modelo, cómo soldar las fracturas entre una Francia más independie­nte y una Europa más fuerte, entre Francia metropolit­ana y Francia de ultramar, entre París y el territorio, entre el interés común y el particular, entre beneficiad­os de la globalizac­ión y marginados, entre religiosid­ad y laicidad, entre el cambio climático y el derroche de energía y recursos, entre las empresas locales y la competenci­a global, entre dirigentes y dirigidos, entre verticalid­ad monárquica jupiterian­a y participac­ión democrátic­a. Macron debe actuar para lograr la paz en Europa.

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