Soldar las fracturas
EL PRESIDENTE MACRON RECIBIÓ con “los brazos cruzados y mudo” los resultados de la segunda vuelta de las elecciones. Después, en una ceremonia en el Campo de Marte, con la Torre Eiffel al fondo, pronunció un discurso de 15 minutos, sobrio, concreto, para agradecer a los franceses su confianza y lograr “una Francia más independiente y una Europa más fuerte”. Intervención notable por el reconocimiento político de los resultados, al explicitar que muchos votaron por él no por apoyar sus ideas sino por contener a la extrema derecha. Agregó Macron: “Soy consciente de que ese voto me obliga para los años que vienen”. Reconoció igualmente el significado de la abstención y del voto en blanco y nulo, un silencio “al que debemos responder”. Como “presidente de todas y todos”, se dirigió a quienes escogieron la extrema derecha con rabia y desacuerdos “también deben tener una respuesta”.
Las cifras de la segunda vuelta son dicientes. Votos válidos por Macron: 18,7 millones (58,55 %); por Le Pen: 13,2 millones (41,45 %). Votos en blanco y nulos: 3 millones (8,6 %) del total de los votantes. Abstención: 13,6 millones (28 %) sobre un total de 48,7 millones de inscritos.
De acuerdo con Macron, el nuevo quinquenio no será una prolongación del anterior; ofreció gobernar asegurando la participación para construir un proyecto humanista, republicano, social y ecológico, basado en el trabajo, la creación y la “liberación de las fuerzas académicas, culturales y empresariales”. Una sociedad más justa e igualitaria.
Terminada la intervención, el presidente Macron y toda su familia se alojaron en La Lanterne, en Versalles.
Las fuerzas políticas se preparan para una “tercera vuelta”, las legislativas de junio. Le Pen considera que su logro electoral debe concretarse en el Legislativo; ocultando su verdadero proyecto de extrema derecha, atrae a muchos sectores marginados. La izquierda debe recapacitar, superar los desacuerdos y construir un proyecto amplio para las legislativas. Mélenchon quiere ser primer ministro; “entren en acción”, dijo. El partido En Marche de Macron busca reconstruirse y tener mayorías en el Legislativo. Las estructuras políticas tradicionales y regionales entrarán también con fuerza.
Vienen tiempos difíciles, reconoció Macron. Tienen que ver con los límites físicos, ecológicos, sociales y económicos del modelo de crecimiento y globalización neoliberal. Cómo concretar “una era nueva” sin cambiar el modelo, cómo soldar las fracturas entre una Francia más independiente y una Europa más fuerte, entre Francia metropolitana y Francia de ultramar, entre París y el territorio, entre el interés común y el particular, entre beneficiados de la globalización y marginados, entre religiosidad y laicidad, entre el cambio climático y el derroche de energía y recursos, entre las empresas locales y la competencia global, entre dirigentes y dirigidos, entre verticalidad monárquica jupiteriana y participación democrática. Macron debe actuar para lograr la paz en Europa.