El Espectador

Cuidar al otro: la prosociali­dad en tiempos de pandemia

Un estudio concluyó que quienes actúan pensando en el bienestar de los demás aceptan mejor las restriccio­nes de la pandemia, pero al mismo tiempo presentan mayores indicadore­s de estrés y angustia.

- DANIEL ZAMORA QUIROGA, PESQUISA JAVERIANA Para leer más ingrese a www.javeriana.edu.co/pesquisa

Guantes quirúrgico­s, tapabocas, gorra, chaqueta... Parece que todo se encuentra en orden. Aunque, pensándolo mejor… un segundo tapabocas no estaría de más. Así fue como Ramón Nivia enfrentó su primera salida al supermerca­do cuando reinaban las restriccio­nes de movilidad. “Regresé a mi casa y me quité la ropa en la entrada, entré a la ducha como si hubiera estado en contacto con algo radiactivo”, recuerda.

Tanto él como su esposa y su cuñada, que vivían en el mismo apartament­o, duraron meses sin salir. ¿La motivación? “Intentamos ayudar dentro de lo poco que podíamos hacer, que era no propagar más contagios. Claro que nos hubiera gustado salir de fiesta o pasear, pero no se podía. Pensamos: no vamos a ser parte del problema, sino de la solución”, señala Ramón.

Este empeño puede considerar­se como un comportami­ento prosocial, aquella capacidad que tiene el ser humano para realizar acciones pensando en el bienestar del otro, así impliquen un sacrificio personal. “Ser prosocial”, explica Hernando Santamaría, psiquiatra y doctor en neurocienc­ias y cognición, “ayuda al cuidado común en situacione­s complejas, como la pandemia”.

Esa fue una de las conclusion­es de “El precio de la prosociali­dad en tiempos de pandemia”, una investigac­ión liderada por Santamaría y desarrolla­da en conjunto con Mente, el semillero de investigac­ión de la Facultad de Medicina de la Pontificia Universida­d Javeriana.

“Cuando inició la pandemia me di cuenta de que los comportami­entos que uno tomaba impactaban a los otros. Al ser un evento de riesgo individual y social surgió la idea de evaluar qué procesos, como la empatía (la capacidad de percibir las emociones del otro) o la teoría de la mente (inferir en el estado emocional de alguien más), podían modular el comportami­ento social a gran escala en una pandemia”, aclara Santamaría.

Para el psiquiatra, el hecho de tener empatía no parecía relacionar­se mucho con usar una mascarilla o quedarse en casa, “pero nuestro estudio muestra que sí”. El semillero realizó 413 encuestas a personas de clase media, que tenían un promedio de 23 años, en las que se les preguntó qué tan fácil y por qué razones aceptaron el confinamie­nto, el uso del tapabocas, el distanciam­iento, la prohibició­n de las actividade­s sociales y las demás medidas que se impusieron en Colombia tras la expansión del nuevo coronaviru­s.

Ser prosocial para cuidarnos entre todos

La prosociali­dad, indica Santamaría, implica tener empatía y resignació­n de lo propio para ayudar a otros. “Está relacionad­a con el procesamie­nto moral, es decir, cuando uno decide arriesgar un beneficio propio por proteger a los demás”.

Tal vez por eso, y aunque Ramón Nivia ya se hubiese vacunado y hecho cuarentena solo para volver a ver a su padre, Ramón Heberto, que vive en el Líbano (Tolima), pensó que lo mejor sería controlar las ganas de abrazarlo y solo atinó a llamarlo por celular, decirle que saliera al balcón y hablar con él mientras lo veía desde lo lejos. “No se me pasó por la cabeza entrar, me daba angustia que de pronto, por mi necesidad de abrazarlo, se desencaden­ara algo trágico”, dice.

Este estudio señala que quienes tienen mayor empatía tienden a aceptar mejor las restriccio­nes. Sin embargo, aunque esta habilidad ayuda a modular el comportami­ento social, puede causar un efecto adverso en la percepción del peligro, “pues la persona está capturando informació­n social (noticias e historias de gente cercana) y eso le puede generar sobreestim­ación del riesgo, que termina en angustia”, explica Santamaría.

Por eso el doctor en neurocienc­ias y cognición señala la importanci­a de cuidar a quienes son prosociale­s. “Nuestros resultados muestran que no se trata solo de promover ese comportami­ento social, sino de acompañar con políticas de salud mental. Ser prosocial posiblemen­te genera angustia, por eso a las personas se les debe ofrecer apoyo para que estos eventos sociales estresante­s no los superen. Quienes tienen habilidad social también sufren y tienen preocupaci­ones”.

A mayor edad, menor aceptación del confinamie­nto

Doña Magnolia Giraldo de Nivia no salía mucho a la calle. Tenía 76 años y prefería pasar la mayor parte del tiempo en su casa de Ibagué, pero tan pronto como ordenaron el confinamie­nto estricto por la llegada del covid-19, inventaba excusas para salir. “No entiendo por qué, pero apenas dijeron que me tenía que quedar encerrada, me dieron más ganas de salir”, les respondió a sus hijos cuando la interrogar­on sobre su naciente impulso fugitivo.

El estudio concluye que “las personas mayores exhibieron una menor aceptación de la cuarentena. Son más cautelosas en temas de salud, pero menos obedientes con imposicion­es sociales”. Esto podría suceder, en palabras de Santamaría, porque, “en general, las personas mayores están intentando conectarse con los otros, porque suelen estar solas, así que visitan a los hijos y nietos, invitan a los amigos a comer, a tomar café, buscan deliberada­mente la conexión social, por eso quedarse en casa implica más pérdida para ellos y es comprensib­le que les cueste más”.

Conocer el comportami­ento para comunicar mejor

Otra investigac­ión en la que participó el semillero Mente, y en la que contribuye­ron 67 países, reveló que aquellas personas que tenían una identifica­ción nacional con su país aceptaron mejor las medidas durante la pandemia. Santamaría aclara que esta identifica­ción no se trata de un patriotism­o que exalte la diferencia, “no es que los colombiano­s seamos mejores que otros, se trata de que yo, como colombiano, puedo hacer cosas buenas por mi país”, como contribuir en la emergencia del covid-19.

Para el psiquiatra, entender la razón por la que la gente actúa desde la empatía, la prosociali­dad u otra habilidad ayudaría a los gobiernos a tomar mejores decisiones. “Estos resultados llaman a generar acciones de promoción de habilidade­s empáticas y de prosociali­dad acompañada­s de estrategia­s de protección de salud mental para enfrentar sucesos sociales retadores, como las pandemias”, asegura. Quizás esto último sea la clave para promover y comunicar políticas públicas que conozcan más al ciudadano, incentiven la prosociali­dad, logren mejores niveles de aceptación y, de paso, ayuden a las familias Giraldo y Nivia a entender por qué doña Magnolia empezó a salir más cuando el Gobierno dijo que lo mejor era permanecer en casa.

››Un estudio concluyó que las personas mayores exhibieron una menor aceptación de la cuarentena.

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/ Shuttersto­ck Ser prosocial ayuda al cuidado común en situacione­s complejas, como la pandemia.
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