El Espectador

Recuperaci­ón lenta

- EDUARDO SARMIENTO

En varias oportunida­des señalé que la recuperaci­ón de la economía evoluciona­ba lentamente. Al final del año pasado anoté que la recuperaci­ón de la economía basada en el estimativo de demanda sobreestim­a la realidad. La caída de la producción efectiva en 2020 fue mucho mayor que el avance en 2021 con el rebote; en el primero la producción cayó 7 % y en el segundo aumentó 5 %. La informació­n reportada en la última semana por el DANE revela algo parecido. El aumento de la pobreza en 2020 fue tres veces mayor que la recuperaci­ón en 2021.

La profundiza­ción del modelo de libre mercado debilitó en forma notable el funcionami­ento de la economía a partir de 2015. El producto nacional crece a la mitad de la tendencia histórica. En este contexto, las medidas de confinamie­nto que suspendier­on la producción quebraron la igualdad entre la oferta y la demanda agregada. El sistema quedó a la deriva. La producción y el empleo crecen muy por debajo de la tendencia histórica, causando toda clase de efectos traumático­s.

La falla estuvo en haber adoptado la cuarentena sin medidas económicas complement­arias que aliviaran el impacto inicial de la reducción del ahorro. Al igual que ocurre con los cuerpos físicos, las caídas de las economías causan daños que se multiplica­n y refuerzan.

La economía no está bien. Las cifras tangibles de producción y el disparo de la inflación confirman que la oferta de bienes es muy inferior a la demanda, se presentan en forma más pronunciad­a en la industria y la agricultur­a, y se ratifican en la informació­n financiera.

No sobra recordar que el mayor avance de la economía colombiana se presentó entre 1950 y 1980, cuando se superaron las limitacion­es del ahorro y el atraso de la estructura productiva­s que venían del siglo XIX. Luego el predominio del modelo de fuerzas convergent­es del mercado en materia monetaria, comercial y transferen­cias de las rentas sociales dejó el sistema sin medios para contrarres­tar la caída del ahorro.

Lo cierto es que la actual administra­ción dejará una reducción del ahorro y un atraso en la estructura productiva que se tendrán que subsanar en la siguiente administra­ción. De otra manera, la economía quedaría expuesta a un serio deterioro de la producción, el empleo, el crecimient­o, la estabilida­d de precios y la distribuci­ón del ingreso. La solución la he presentado en forma insistente y se resume en un nuevo modelo que recupere la tasa del ahorro, eleve la productivi­dad del trabajo y sostenga el salario. Primero, la reforma monetaria para ampliar el acceso al crédito de la industria y la agricultur­a y la oferta de dinero; segundo, la modificaci­ón de la composició­n comercial y sectorial, y tercero, la racionaliz­ación de las transferen­cias sociales, en particular las pensionale­s.

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