El Espectador

Cocteles espumosos

- ENTRE COPAS Y ENTRE MESAS HUGO SABOGAL

El vino espumoso siempre ha tenido un trono asegurado en celebracio­nes de todo tipo y también en ocasiones donde su presencia nos enjuaga y estimula el paladar antes de sentarnos a la mesa; pero también actúa como invitado de honor en el mundo de la coctelería, agregando chispa y efervescen­cia a múltiples creaciones.

La lista de acólitos es larga e incluye zumos de cítricos y otras frutas, así como espirituos­os, licores variados y extractos amargos.

Una de las bebidas más sonadas es la popular mimosa, mezcla de espumoso con jugo de naranja, siempre presente en el brunch dominical. De ahí surgen derivacion­es con tequila (mimosa margarita) o con jugo de piña en vez de naranja y un toque de ron de coco (piña colada mimosa).

El champán, igualmente, se entrelaza de manera sorprenden­te con espirituos­os como vodka, ginebra y coñac.

Las mixturas de champán con vodka se conocen con nombres tan sugestivos como inusuales: Blue Champagne, Aqua Marina y James Bond.

Las recetas con brandy reciben calificati­vos como Day and Night (día y noche) o príncipe de Gales, y las formuladas con ginebra se proclaman con pomposos motes como Monte Carlo imperial o con temerarios sobrenombr­es como tifón. Y cuando el turno le correspond­e al ron, se le llama American Flyer.

Más recienteme­nte, uno de los cocteles de moda es el Aperol Spritz. Aquí, las sensacione­s amargas del Aperol se atenúan con la adición de cava o prosecco.

Todos estos desarrollo­s parten del celebrado Kir Royale, cuyos ingredient­es incluyen champán y un licor de grosellas negras. Su nacimiento se dio en Dijon, ciudad de la región de Borgoña, donde los locales solían mezclar vino blanco con crema de grosellas blancas, dando origen al coctel Blanc Cassis. Su mayor promotor fue Félix Kir, exalcalde de Dijon, quien lo servía, sin falta, a todo dignatario visitante. Posteriorm­ente, y en reconocimi­ento a su tarea promociona­l, los lugareños lo rebautizar­on como Kir.

Y luego, cuando el champán sustituyó al vino blanco, nació el Kir Royale, en este caso mezclado con crema de grosellas negras, también provenient­es de Borgoña. La percepción de elegancia de este coctel le aseguró su expansión mundial.

Otro invitado en las fiestas de ricos y famosos es el Champagne Cocktail, nacido en el siglo XIX, cuando al espumoso se le agregaba azúcar. Su versión renovada se prepara con coñac puro y, en algunos casos, con coñac de naranja, como el Grand Marnier.

Son giros, sin duda, que amplían el radio de acción del espumoso, asegurando así su permanenci­a en el top of mind del consumidor contemporá­neo.

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