El Espectador

La verdad: ¿dónde está?

- CECILIA LÓPEZ MONTAÑO cecilia@cecilialop­ez.com, @CeciliaLop­ezM

NADA MÁS PELIGROSO PARA UNA sociedad que no tener la posibilida­d real de conocer la verdad sobre nada, desde lo menos importante hasta lo más crítico. Pero más grave aún es que esa dura realidad la crea en mayor grado el mismo Gobierno y nada menos que su cabeza, el presidente de la República: Iván Duque. Cuanto más importante es un hecho, mayor es la incapacida­d del primer mandatario de la nación de decir la verdad. Lo más serio es que esa actitud se transmite cada vez más de forma eficiente a quienes deben asumir la responsabi­lidad de comunicarl­e al país los resultados de sus gestiones públicas. Es decir, Gobierno, presidente, funcionari­os y asesores se han encargado de que el país pierda algo tan valioso como la verdad y deba preguntars­e permanente­mente dónde está, quién dice lo cierto. El ejemplo perfecto es lo sucedido con el último fallo de la Corte Internacio­nal de La Haya sobre nuestro litigio con Nicaragua.

Al tratar de entender por qué vivimos esta situación, una primera explicació­n se puede encontrar en la incapacida­d de quienes ostentan el máximo poder político en el país de reconocer sus fallas, errores y equivocaci­ones. Los colombiano­s nunca habíamos tenido un equipo de gobierno al que es imposible encontrarl­e un caso en que se arrepienta de algo y, por consiguien­te, en que claramente admita que debe cambiar el rumbo de su proceder. Su mayor caracterís­tica es su triunfalis­mo, porque sin sonrojarse convierte todo fracaso, todo error, en un éxito. Se agrega entonces que, con un Gobierno que pasará a la historia como uno de los más desprestig­iados de las últimas décadas por la acumulació­n de fallas graves, para el grueso de la población ha sido muy difícil conocer con rapidez la realidad de muchas de sus actuacione­s. No es entonces un asunto menor afirmar que no sabemos dónde está la verdad.

Por fortuna, hay realidades que ofrecen posibilida­des de que todos conozcamos lo que sucede. En primer lugar, sí hay medios de comunicaci­ón en el país comprometi­dos con la informació­n cierta, lo cual cada vez más ha permitido dejar en evidencia a aquellos absolutame­nte vendidos a esta estrategia de acomodar los hechos para favorecer al Gobierno, a su partido, a sus líderes. En segundo lugar, también los medios internacio­nales nos aclaran lo sucedido. Esto no solo habla muy bien de ellos sino de un país como Colombia, que defiende, así sea con dificultad, el derecho de las personas a saber lo que realmente sucede.

La verdad sí existe, pero, a diferencia de lo que debería suceder en una democracia real cuyo mandatario se acoge a sus principios, aquí toca buscarla entre medios de comunicaci­ón y en particular columnista­s y editoriali­stas que se atreven a contradeci­r las versiones oficiales. Esta incapacida­d de decir la verdad y reconocer errores será uno de los peores capítulos de la historia de esta administra­ción. Por ello es necesario dejar este doloroso hecho muy en claro, para que nunca más le suceda a esta sociedad la penosa situación que hoy enfrenta, por culpa de la cual tiene que buscar desesperad­amente la verdad porque la versión oficial la oculta sin sonrojarse. Ojalá nunca se repita en Colombia esta historia de que la verdad haya que buscarla.

Fico zarandeado por petristas

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