El enojo nacional con la mala educación
de siempre y fiel a su talante pragmático apoyará al que lo invite o lo necesite. Es cuestión de tiempo y algo de paciencia.
Los medios anuncian que Gaviria le entregó un documento a Fico donde están supuestamente las “líneas rojas” o las exigencias que “su” liberalismo le ha planteado al candidato como condiciones para acompañarlo en la aventura de compartir tolda con los godos, la U y al parecer muy pronto con Cambio Radical, entre otros. Lástima que ese memorial de supuestas buenas intenciones no se haya conocido ni se pueda acceder a él, porque en lo personal formalmente no hago parte de la muchachada gavirista, ni estoy afiliado a ese remedo de colectividad del que ellos se adueñaron. Como hombre de ideas y propósitos liberales, nunca me resultará indiferente saber cuál es el rumbo del partido al que ya no puedo pertenecer pero que sigue palpitando en mi corazón.
Por ejemplo, también los abogados de estirpe liberal quisiéramos conocer cuáles son los parámetros que en materia de justicia Gaviria le ha impuesto a Fico, si debe reformarse y cómo, si debe abolirse la Procuraduría, si debe crearse la colegiatura obligatoria de abogados y acabar esa “Comisión de Impunidad Judicial” mal llamada “Comisión de Disciplina Judicial”, o qué piensa frente a sonados casos de corrupción como el de Odebrecht, el de los “falsos positivos” o el perdido litigio en la Corte de La Haya con Nicaragua, para solo mencionar unos pocos temas de interés colectivo.
Son equivocados los cálculos del expresidente. Los liberales que él supone aún marchan a su ritmo no son borregos y no le cumplirán su perentoria orden de votar por el culebrero de Fico. No será la primera vez ni tampoco la última en que la inmensa tropa liberal no se dejará doblegar por los fuetazos de su ocasional jefe único.
Vendrán mejores días, cuando el sol del partido de antaño vuelva a alumbrar para todos, pero sobre todo a la nación y no solamente a quien le cabe el deplorable honor de haberlo marchitado.
Adenda. Álvaro Uribe anuncia que se pronunciará solo hasta hoy sobre el revés judicial de esta semana con el documento “Expropiaron mi reputación”. Ni una palabra frente a los dolorosos e indignantes reconocimientos de los oficiales que asesinaron civiles inocentes durante su gobierno de los “falsos positivos”.
EN UN GRAN EJERCICIO DENOMInado “Tenemos que hablar, Colombia”, promovido por seis universidades, SURA y la FIP, se propiciaron diálogos profundos con más de 5.000 colombianos de todas las regiones, etnias y edades. LA EDUCACIÓN fue el tema más tratado. El 98 % consideró que había que CAMBIARLA O MEJORARLA y, al abordarla desde la política, la cultura y la corrupción, produjo ENOJO y TRISTEZA. Prácticamente todos señalaron que se requiere un NUEVO PACTO POR LA EDUCACIÓN, que promueva una conciencia colectiva, nos aleje de la polarización y acerque al civismo, entre otros.
Analicemos si esa percepción, sumada al reclamo en las marchas, tiene sustento. Como fondo recordemos que Colombia salió MUY MAL EN LAS PRUEBAS PISA, quedando de ÚLTIMA (países OCDE). La mala educación tiene como consecuencia la frustración de las personas a las que se les frena su derecho a una movilidad social. Un niño de un barrio popular entra a una escuela sin que sus padres tengan una decisión informada.
No sería descabellado