Vacío de sentido
SEGÚN INFORMA LA PRENSA, “EN las últimas horas se tuvo conocimiento que la Universidad Oxford, a través de la profesora Ngaire Woods, decana de la Escuela de Gobierno, tuvo la deferencia de extender una de las invitaciones más exclusivas al mandatario de los colombianos”. Se añade como contexto que Oxford es una de las universidades más prestigiosas en dicha materia a nivel mundial, “paralela a la Universidad de Harvard” y que antes que Duque, Angela Merkel fue merecedora de este honor. Se ha dicho también que el actual presidente tendrá como uno de sus propósitos convertirse en presidente del Banco Interamericano de Desarrollo y que ya tiene su agenda de expresidente copada de “conferencias internacionales”.
Y no tiene nada de raro la popularidad internacional del todavía presidente. Duque posee una grandísima capacidad para vender y defender políticas y transformaciones para mantener todo igual. El poder de su discurso, en áreas como la cultura y el cambio climático, radica en que usa frases y palabras vacías de significado. Así, logra transmitir y repetir sin vergüenza mensajes que son al mismo tiempo reformistas e inocuos.
Uno de los principales logros del gobierno, afirmó el presidente en días pasados, fue la idea de economía naranja que permitió ubicar “a la cultura y la creatividad en el centro de la agenda de desarrollo del país a corto, mediano y largo plazo”. Este es el tipo de frases que lo harán un buen conferencista y una ficha importante para bancos de desarrollo. Políticas como la economía naranja que promueven una visión libre de contradicciones, que esconde cualquier matiz negativo y reconcilia por arte de magia los antagonismos, son en extremo atractivas en ámbitos internacionales. Pues es difícil componer un relato que promueva el cambio e innovación y que a la vez mantenga las relaciones, fuerzas y distribuciones del país intactas.
“Dejaremos en esta región”, explicó Duque en una entrevista (haciendo referencia al Caribe), “muchos proyectos de transformación basados en el fortalecimiento del liderazgo y la consolidación de los jóvenes como agentes de transformación social”. Una vez más logra una frase vacía de cualquier tensión y sentido. Haciendo uso de palabras como la participación o empoderamiento, el gobierno transmite mensajes cálidos y persuasivos. Mensajes que suenan tan bien que son intachables para embajadores y profesionales del desarrollo que desean contratarlo una vez acabe con la presidencia. ¿Quién no quiere que los jóvenes se consoliden como “agentes de la transformación social”? Algo similar sucede con la política de “paz con legalidad” que, de acuerdo con la presidencia, tiene sólo “logros y resultados verificables y tiene como eje a las víctimas”.
Ante tanta maravilla repetida en español y en inglés a lo largo de cuatro años, habrá quienes olviden la contraparte del relato. La incertidumbre económica en que vive la mayoría del sector cultural (no naranja), la forma en que los jóvenes que pretendían ser agentes de transformación fueron perseguidos por el gobierno, víctimas de una represión inolvidable y “verificable”. La forma en que se obstaculizaron sistemáticamente puntos neurálgicos del acuerdo de paz. La persecución de excombatientes y víctimas. La política de muerte a la que se ven enfrentados los líderes y lideresas sociales del país.
“El populismo vende pan para hoy y es hambre para mañana” repite hoy Iván Duque en medio de su campaña electoral por Federico Gutiérrez, candidato del oficialismo. Otra frase sin contenido alguno.