El Espectador

Conservaci­ón en Colombia: ¿cuáles áreas debería priorizar el país?

Si el país no dobla su inversión, para 2033 habría un 45 % menos de biodiversi­dad. ¿A cuáles regiones debe destinar más recursos? Unos investigad­ores creen tener la respuesta.

- MARÍA CAMILA BONILLA mbonilla@elespectad­or.com @mcamilabon­illac

¿Cómo se podría asegurar una buena conservaci­ón de biodiversi­dad en Colombia si los recursos para hacerlo no son suficiente­s? Esta fue una de las primeras preguntas que se hizo la ingeniera ambiental Camila Guerrero en 2019, cuando estaba empezando a hacer su tesis de maestría en la Universida­d de Arizona (Estados Unidos). Tras tres años de la firma del Acuerdo de Paz, la ingeniera se empezó a cuestionar sobre los esfuerzos de conservaci­ón en el país, pues varios reportes y científico­s habían advertido que los bosques se podrían ver sometidos a una mayor explotació­n.

Como lo mostró un estudio publicado en Nature en 2020, la tasa de deforestac­ión en 31 áreas protegidas creció en un 177 % luego del Acuerdo de Paz. Con esta cifra en mente, el equipo de investigad­ores, del que hizo parte Guerrero, se propuso analizar con más detalle el caso de Colombia. Lo que querían saber es qué camino debe tomar el país para proteger la biodiversi­dad teniendo en cuenta que tiene pocos recursos para hacerlo. El resultado fue publicado en la revista Nature

Sustainabi­lity y se puede sintetizar en un mapa. En él se muestran seis regiones que deben ser priorizada­s para alcanzar un balance costo-beneficio en la implementa­ción de iniciativa­s de conservaci­ón. Entre estas, hay dos zonas claves.

Para llegar a esta conclusión, los investigad­ores dividieron su estudio en dos partes: primero determinar­on la cantidad de plata que el Colombia necesitarí­a para frenar la deforestac­ión y, después, se pusieron en la tarea de establecer en cuáles regiones se debería invertir. La proyección de la inversión la obtuvieron a través del llamado modelo Waldron, que ya ha ayudado a otros países a determinar qué deben invertir para proteger su biodiversi­dad. A partir de esto, los investigad­ores concluyero­n que Colombia necesita destinar, más o menos, entre $146 y $154 mil millones anualmente para frenar la deforestac­ión.

Pero la gran pregunta es, ¿en dónde invertir ese monto de forma más efectiva?. “Para contestar ese interrogan­te, tuvimos que hacer dos pasos para obtener un análisis de costo-efectivida­d. Primero, se debe saber si se aplica un proyecto de conservaci­ón, dónde va a tener más beneficios, para luego determinar en qué lugares serían más caros o baratos. Esto, en teoría, da una medida de costo-efectivida­d”, explica Camila Guerrero.

Este primer paso, entonces, se calculó a partir del llamado “costo de oportunida­d de conservaci­ón”, que se refiere a los ingresos que se perderían por no hacer actividade­s agrícolas (como la siembra de café, cacao o coca) o de ganadería. Los investigad­ores averiguaro­n cuáles eran las proyeccion­es de ganancias de esos cultivos en zonas en donde efectivame­nte hubiera una alta probabilid­ad (de igual o más del 67 %) de que hubiese una tala del bosque para realizar actividade­s productiva­s. Esto dio como resultado un mapa de los costos.

El segundo paso fue evaluar los beneficios de conservaci­ón. En este punto, los investigad­ores hicieron uso de una métrica conocida en la ciencia como STAR. Con ella se analiza la reducción y restauraci­ón de la amenaza de las especies. A mayor STAR, por ejemplo, mayor conservaci­ón de biodiversi­dad. Camila Guerrero lo resume así: “El hecho de que una parcela de bosque tenga una STAR muy alta puede significar muchas cosas: que hay pocas especies, pero muy amenazadas, o puede significar que hay muchas especies, no tan amenazadas”.

¿Qué zonas se deberían priorizar para la inversión en biodiversi­dad?

Ahorrándon­os muchos detalles técnicos, los investigad­ores decidieron identifica­r seis puntos focales en las regiones con mayor riesgo de deforestac­ión: Caribe, Pacífica y Andina. Los requisitos que debían cumplir los lugares eran: tener más del 45 % de su área en un bosque, presentar un beneficio de conservaci­ón medio y alto, y un costo de inversión para la protección medio y alto. Estos fueron: la Serranía de San Lucas, la Sierra Nevada de Santa Marta, el oeste de Antioquia, Telembí y sur del Pacífico, Buenaventu­ra y el Catatumbo.

En general, los investigad­ores pusieron atención a los lugares con una STAR alta y de bajo costo. “Para maximizar el impacto de los fondos limitados disponible­s, nuestro análisis sugiere que la Sierra Nevada de Santa Marta y el oeste de Antioquia son objetivos prioritari­os para gastos de conservaci­ón dentro del país”, dice el estudio. Conservar estos territorio­s costaría $2 billones 504 mil millones, respectiva­mente. La siguiente área más económica de conservar requeriría la inversión de casi $4 billones.

El mapa de priorizaci­ón del estudio está lejos de pretender ser una especie de “norma” para la política pública. Simplement­e, explica la ingeniera Guerrero, es una herramient­a de datos que puede ser utilizada para tomar decisiones, tomando en cuenta los contextos sociales y sopesando prioridade­s. La conservaci­ón de áreas muy diversas, y potencialm­ente vulnerable­s, después de todo, a veces implica costos muy elevados.

El caso de Buenaventu­ra ilustra muy bien esta disyuntiva. El estudio concluyó que, aunque es una región con una cobertura forestal de casi el 80 % y tiene la tercera STAR más alta entre los lugares evaluados, tiene un costo de oportunida­d altísimo, de más de $13 billones.

“La protección ambiental efectiva tiene que considerar otros contextos de los lugares, como la gobernanza ambiental o las comunidade­s que allí están. Si el país decide conservar un lugar y frenar cualquier intervenci­ón humana de comunidade­s de la zona, claramente no va a funcionar y, si lo hace, el costo social sería muy alto, hay muchos factores a considerar”, precisa Guerrero.

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/ Getty Images Tras la firma del Acuerdo de Paz, la tasa de deforestac­ión aumentó en 31 áreas protegidas.
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