El Espectador

“Solas contra el sistema”

- CECILIA OROZCO TASCÓN

DOS MUJERES HAN SACADO, RECIENteme­nte, la cara por la desprestig­iada Rama Judicial colombiana: Carmen Helena Ortiz, jueza 28 de Conocimien­to de Bogotá quien —pese a que tenía en el estrado al jefe de los jefes políticos de la nación— negó el archivo del proceso que se sigue contra Uribe Vélez, motivo por el cual él tendrá que ir a juicio, y la fiscal Angélica Monsalve, que concentró el interés público cuando decidió enfrentar un entramado de gran copete social que pretendía que ella desistiera de imputarles delitos relacionad­os con inhabilida­des para contratar con el Estado a miembros de una familia con poder económico que creen que su dinero los exime de cumplir la ley, o bien de explicar, ante un juez, que nunca la incumplier­on. Ortiz y Monsalve demostraro­n que en los despachos comunes y corrientes de la justicia hay carácter suficiente para actuar con dignidad, decencia y autonomía.

Media hora de autocharla grabada en video y retransmit­ida por decenas de medios de comunicaci­ón en directo —de acuerdo con los agradecimi­entos que Uribe se permitió leer para notificarl­e al país el poder con que todavía cuenta— tuvo que soportar, ella sí, sin derecho a la defensa, la jueza Ortiz después de que se conoció su decisión. Lo menos que aseguró el exsenador en contra de su juzgadora es que ella ignoró, a propósito, las pruebas del expediente, es decir, que es una prevaricad­ora, y, después, “deploró” su supuesta “falta de valoración” de las afirmacion­es de los testigos que contaron la verdad, si hablaron a su favor, pero mintieron si declararon en su contra, lo que viene siendo la misma cantaleta acusatoria que les enrostró a los magistrado­s de la Sala Penal de la Corte Suprema que iniciaron la investigac­ión.

La fiscal Monsalve, por su lado, ha estado envuelta en torbellino­s mayores por haber anunciado su intención de acusar a los prominente­s empresario­s Ríos Velilla que se consideran inimputabl­es, no por no comprender las ilicitudes en que habrían incurrido, sino porque, ajá, ¡ellos son ellos! La doctora Monsalve ha tenido que resistir varias tempestade­s huracanada­s originadas, casi nada, en el grupo de los poderosos entre los poderosos de este pequeño país, todos a una, a favor de los Ríos. ¡Ellos son ellos!: el fiscal general Francisco Barbosa; el ex fiscal general Néstor Humberto Martínez, antecesor de Barbosa y su sombra; el rector de la cueva que es la Universida­d Sergio Arboleda,

Rodrigo Noguera, una mano negra que parece alcanzar lo que desee con solo moverla. Y, ahora, en vista del muro impenetrab­le que es la voluntad de Monsalve, los intocables Ríos le mandaron la pesada: uno de los tradiciona­les abogados de Uribe Vélez, conocido de autos, entre otras razones por su patanería con las mujeres. El hombre llegó a atacar, nada raro, la vida personal de Monsalve para quebrantar­la. En un escrito de recusación en contra de la fiscal, el defensor de Ríos hace referencia a un asunto al parecer privado, íntimo de ella. La recusación fue rechazada. El abogado también envió —mediante uno de sus empleados— un derecho de petición, citando el número del proceso Ríos, al director de la DIJIN que, obviamente, no tenía por qué responder. La cuestión central de la petición dice: “Para investigar presuntos hechos de corrupción” de la fiscal. En radio, el abogado, dominado por la histeria, adujo que ella “intentó infiltrar” su oficina por un mensaje medio ingenuo de Monsalve en que le pregunta a una persona que trabaja con el defensor de Ríos: “Qué trama Lombana conmigo”. De ahí a acusarla de “infiltrar” un bufete, hay mucho trecho. Los métodos empleados por este señor siempre han sido cuestionab­les y poco éticos. Los Ríos no ganarán, así, ni el proceso ni el favor de la opinión pues se comportan como lo harían los culpables.

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