El Espectador

El pastor que quiere ser presidente de Colombia

A sus 53 años, se reafirma como “provida” y “defensor de la familia”. Dice que ser cristiano no lo habilita para ser un buen político, pues “el cristianis­mo es una convicción en el corazón de cada persona”.

- MARGARITA SOLANO ABADÍA ESPECIAL PARA EL ESPECTADOR

Lo llaman “senador”, en la clase política colombiana; “John Milton”, algunas personas de su círculo cercano; “Candidato”, su equipo de campaña, con el que recorre los departamen­tos del país promociona­ndo su candidatur­a a la Presidenci­a. Pero cuando lo llaman “pastor” es cuando se siente más cómodo, como más le gusta que lo nombren, pues dice que es el llamado que tiene del Señor “hasta que él lo llame a su presencia”.

Sentado en un restaurant­e de Santa Marta, con una guayabera de manga larga y audífonos blancos del mismo color, recuerda que no siempre fue cristiano porque su padre, antes de morir en un trágico accidente de tránsito, le repetía que Dios no existía, que era una burla, que era el mejor invento de los hombres. Que su progenitor rechazara a Dios tenía un motivo oscuro. Antes de que John Milton naciera, su papá era seminarist­a. Quiso ser sacerdote católico, pero intentaron abusar de él y la historia dio un giro de 180 grados. A John Milton le tocó un papá ateo, que rechazaba la religión católica y abrazaba el comunismo.

Tenía seis años y medio, era el mayor de cuatro hermanos y ya era huérfano de padre. El niño mayor de la familia Rodríguez tenía pensamient­os muy difusos sobre la religión y no recuerda tener ningún propósito en su infancia. ¿Bombero? No quería ser. ¿Policía? Tampoco. ¿Superhéroe? Menos. Sin propósitos ni sueños infantiles, John Milton llegó a la mayoría de edad conservand­o un secreto suicida.

“Si yo a los 21 años no tengo claro que quiero hacer con mi vida, hay que acabar con ella porque no tiene sentido”. El pensamient­o suicida de un adolescent­e sin propósitos lo calmó Norman Vincent Peale, pastor de Nueva York y autor de un libro exitoso y duramente criticado por científico­s estadounid­enses en los años 80 titulado: El poder del pensamient­o positivo.

Peale había creado una clínica para pacientes religiosos psiquiátri­cos sin tener credencial­es profesiona­les para hacerlo y sus técnicas fueron cuestionad­as por expertos de la salud mental por considerar­las peligrosas y fraudulent­as. John Milton evaporó sus deseos suicidas estirando la oreja detrás de su recámara para escuchar El poder del pensamient­o positivo. En su humilde morada, ubicada en un barrio de invasión llamado La Reforma, en la comuna 20 de Cali, el joven se puso tres metas.

“Quiero ser un empresario, quiero ser un profesiona­l y quiero casarme joven”. John Milton fue consiguien­do sus tres querencias de atrás para adelante. A los 19 años se casó con Norma Stella Ruiz, con quien procreó a cuatro hijos: Giselle, Diana, Kelly y John Esteban.

Después vino el decidir entre ser economista, abogado o ingeniero; ganó el último. Se graduó de Ingeniería Industrial en la Universida­d Autónoma de Occidente, hizo un diplomado en Finanzas y es magíster en Gestión Pública de los Andes, de Bogotá. También es doctor honoris causa en Psicología Familiar

de la Universida­d Amazing Grace, de Estados Unidos.

“A los treinta años, Dios me hizo un llamado para ser pastor”, le dice a El Espectador y agrega que así inició la Iglesia Misión Paz a las Naciones. También tuvo su era de empresario. Hoy dirige una iglesia protestant­e que arrancó con cuatro personas y que ahora alberga a 25.000 fieles en un terreno de trece hectáreas, donde se desarrolla­n catorce programas sociales y realiza una entrega anual de un millón de raciones de alimentos a los grupos más vulnerable­s de Cali.

En 2011, John Milton Rodríguez dio otro paso empresaria­l y social importante: fundó la Corporació­n Universita­ria para el Desarrollo Empresaria­l y Social (CUDES), espacio académico que ofrece carreras de calidad con becas a todos sus estudiante­s, según su estrato socioeconó­mico, para beneficiar mayoritari­amente a los jóvenes de los estratos 1 y 2 del Valle del Cauca.

Pero fue en 2018, durante una entrevista radiofónic­a, cuando agregó una cuarta meta a las tres cumplidas: ser presidente de Colombia.

Ser el primero

Al pastor John Milton Rodríguez le gusta el término “meritocrac­ia” y quizá por eso siempre aspiró a ser el primero. En los colegios Los Ángeles del Norte y Coomeva, donde cursó la primaria, y en el Pío XXII, donde hizo el bachillera­to, ocupó siempre los primeros lugares por su desempeño académico. Lo volvió a hacer cuando hizo una carrera técnica industrial en la nocturna, mientras trabajaba de día lavando carros o empacando mercados en Súper Ley en Cali.

En bachillera­to probó el sabor de la pobreza extrema. Una fuerte crisis económica familiar llevó a los Rodríguez a buscar institucio­nes educativas que fueran acordes con la nueva realidad. Pero John Milton siguió conquistan­do los primeros puestos académicos. En ese entonces comenzó a ganar concursos de contabilid­ad, costos, presupuest­os y finanzas, que lo enrutaron en la universida­d para graduarse y obtener uno de los mejores promedios como ingeniero industrial. “Ser bueno en lo que hacía sí lo tenía claro”.

Hace 16 años, comenzó su activismo social y en 2017 le pidieron que liderara el proceso político del partido Colombia Justa Libres, en representa­ción de organizaci­ones cristianas, educadores y algunas víctimas del conflicto armado. Encabezand­o la lista al Senado, John Milton Rodríguez se convirtió en congresist­a y ahora sueña con ser el primero en la carrera presidenci­al de 2022, aunque, por primera vez, su nombre no aparece al inicio de las preferenci­as.

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Milton Rodríguez cree en el respeto de la autonomía de cada una de los 12 millones de familias colombiana­s en la formación de sus hijos y que el Estado las acompañe en momentos de crisis.

¿Qué le promete un pastor a Colombia?

Para el pastor John Milton Rodríguez, el desarrollo de la familia es fundamenta­l. Por eso cree en el respeto de la autonomía de cada una de las doce millones de familias colombiana­s en la formación de sus hijos y que el Estado las acompañe en momentos de crisis. Propone “centros de atención familiar presencial­es y virtuales”,

con terapeutas, sociólogos y académicos, para que acompañen a los miembros de la familia en momentos de dificultad, como depresión, violencia intrafamil­iar o drogadicci­ón, entre otros males.

El desarrollo social es su segunda apuesta. Educación, salud y atención a grupos vulnerable­s. Trabajo en equipo para atender temas educativos, capacidade­s institucio­nales con colegios privados y públicos para brindar infraestru­ctura que permitan que todos los niños y jóvenes tengan acceso.

En materia de salud, propone que todos los colombiano­s sean atendidos en el área de emergencia­s con solo presentar su cédula. Que cuando el médico general requiera un especialis­ta se le asigne de manera inmediata, sin esperar cuatro o cinco meses para que suceda, como pasa hoy.

En el área económica, el pastor propone “regiones prósperas” para atender de forma regional el tema del desempleo y superar los efectos pospandémi­cos, que tienen sin trabajo al 12 % de los colombiano­s. De igual forma, plantea echar para atrás el impuesto del cuatro por mil.

En prevención social de la violencia, Rodríguez sugiere regresar a los barrios para que aparezca el concepto del buen vecino y se impulsen actividade­s lúdicas, de solidarida­d, de la mano de organizaci­ones sociales para recuperar la sana convivenci­a. Cuando se le pregunta por la paz, responde que trabajará para que la Jurisdicci­ón Especial para la Paz (JEP) les cumpla a las víctimas y que los desmoviliz­ados tengan la oportunida­d de resocializ­arse en Colombia con garantías. “Trabajaré para que ningún terrorista de la cúpula guerriller­a vuelva a estar en el Congreso”, recalca.

Y se despide poniendo una palabra para definir otra. ¿Dios?: mi prioridad. ¿CUDES?: pasión. ¿Gustavo Petro?: peligro. ¿Sergio Fajardo?: tibieza. ¿Colombia?: mi causa. ¿Juventud?: oportunida­d. ¿Violencia?: pasado (corrige), enemigo.

¿Izquierda, derecha o centro?: Colombia.

¿Aborto?: provida.

La codicia por el voto cristiano

Dicen por ahí que la relación entre la Policía y la religión huele mal. A John Milton Rodríguez no le huele a nada y reconoce que ser cristiano no lo habilita para ser un buen político, “porque el cristianis­mo es una convicción en el corazón de cada persona”. Sin embargo, algo les huele bien a varios candidatos a la Presidenci­a, que reconocen en el voto cristiano una de las joyas de la corona.

En la última década, los creyentes en Cristo en el mundo casi se cuadruplic­an. Según las estadístic­as del centro Pew Research Center en Washington, en 2050 serán aproximada­mente 2.900 millones de fieles. Si las religiones cristianas —que incluyen a los católicos, protestant­es, evangélico­s, pentecosta­les, adventista­s y testigos de Jehová— ubicaran a todos sus fieles en un país serían el más poblado del mundo, desplazand­o a China.

Según el reporte de Cristianis­mo Global, citado por El Colombiano, el 85 % de la población colombiana es cristiana y eso explica por qué sus votos podrían ser decisivos para las elecciones que se avecinan. Se calcula que en el país hay cerca de nueve millones de cristianos, alrededor de 12.000 iglesias y que por lo menos cuatro millones y medio de ellos podrían participar en la primera vuelta presidenci­al del 29 de mayo.

John Milton termina de almorzar en un hotel de Santa Marta. Luce sereno. Entonces le vuelvo a preguntar: ¿cómo le gusta que lo llamen? ¿Senador? ¿John Milton? ¿Candidato? ¿Pastor? “Soy pastor, me gusta que me llamen pastor”.

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/ Gustavo Torrijos Rodríguez es senador por Colombia Justa Libres y líder de la iglesia Misión Paz a las Naciones.

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