Claudia López, cupo de endeudamiento y movidas políticas en Bogotá
Justo en medio del debate y los resultados de la primera vuelta presidencial, en el Concejo de Bogotá se debate sobre la solicitud del Distrito de un nuevo cupo de endeudamiento para la ciudad, para financiar obras de infraestructura, becas universitarias y la segunda línea del metro, entre otros. Sin embargo, concejales y analistas ven en este pedido una jugada política. ¿Cuál es?
En política hay una regla fundamental, que todos conocen, pero pocas veces se reconoce: favor se paga con favor y amor se paga con amor. Es un principio que los gobernantes tienen en sus cuentas y del que echan mano para salvar legados políticos y sacar adelante programas de gobierno, que dejen un sello propio en sus mandatos. La alcaldesa de Bogotá, Claudia López, no parece ajena. Así lo ha demostrado en sus dos años y medio de administración, en los que ha hecho gala de un equilibrismo político bien afinado.
Basta recordar cómo en el paro nacional de 2021 culpó al petrismo de usar a jóvenes como carne de cañón; sus choques con el Gobierno Nacional y la Policía, luego de la masacre del 9 y 10 de septiembre de 2020, o sus roces con políticos del Centro Democrático, por la seguridad en la ciudad. Y luego cómo a principios de este año se acercó a los líderes del Pacto Histórico en la capital para hacer un pacto de no agresión; nombró en junio de 2021 como secretario de Seguridad a Aníbal Fernández de Soto, un hombre que, dice, aprendió primero los rangos de la Fuerza Pública que los nombres de sus familiares, y las fotos con el presidente Iván Duque, en eventos públicos, anunciando obras para Bogotá.
¿Hay algo detrás de otro cupo de endeudamiento?
El primer lunes de mayo la alcaldesa sorprendió al anunciar que tramitaría ante el Concejo de Bogotá un nuevo cupo de endeudamiento por $5,8 billones, el cual se sumaría a los $10,7 billones que ya le habían aprobado en noviembre de 2020. La petición la justificó no solo con proyectos, sino en la buena salud financiera y buena capacidad de pago de la capital. Según el Distrito, estos recursos se invertirían en generación de empleos, cupos escolares, becas de educación superior y la construcción de 25 colegios, dos manzanas del cuidado, el cable aéreo de San Cristóbal y la segunda línea del metro.
“El cupo que aprobaron en 2020, podemos decir que está en proceso de agotarse, es decir, hasta 2021 se han ejecutado $4,7 billones. Segundo, este año estamos ejecutando y proyectamos ejecutar $3,6 billones. Es decir, entre esos dos son cerca de $8,2 billones, que tendríamos ejecutados. Entonces, de lo que queda, que
‘‘Lo del cupo es para decir que quedó la plata y volverse a poner la camiseta de izquierdista para coquetear con Petro y que él no le pare el proyecto del metro”. Juan Carlos Flórez.
son casi $2,7 billones, están comprometidos y ya tienen dueño, por llamarlo así”, explicó a El Espectador el secretario de Hacienda, Juan Mauricio Ramírez.
Más allá de la discusión sobre si Bogotá está preparada para asumir más deuda (que funciona como los recursos que tiene una persona en una tarjeta de crédito para compras inmediatas y pago a cuotas) y cómo quedarán las finanzas para las próximas administraciones, se sabe que el ambiente en el Concejo es favorable para la administración de López. Lo más probable es que sea aprobado la otra semana en plenaria, luego de que los concejales César García (Cambio Radical), Germán García (Partido Liberal) y Manuel Sarmiento (Dignidad) presentaran ponencia positiva, con modificaciones. No obstante, para algunos concejales y analistas políticos esta movida tiene un tufillo político, en el que confluyen una jugada a dos bandas y el afán por asegurar un legado, con el sello de la “Bogotá cuidadora”, para pavimentar su camino al siguiente nivel de su carrera política.
El juego a dos bandas
“Les propongo un sueño”, se
ñala el texto que acompaña una imagen que circula por redes sociales, en la que se ve a Claudia López con la cinta presidencial, resaltando los años 2026-2030 (siguiente período presidencial).
La historia muestra que, al menos hasta estas elecciones, solo dos alcaldes de Bogotá dieron, años después, el salto a la Presidencia de la República: Virgilio Barco (designado por Carlos Lleras Restrepo en 1966) y Andrés Pastrana (primer alcalde electo en 1988). Si las encuestas atinan, Gustavo Petro sería el tercero. ¿Claudia López aspiraría a ser la cuarta?
Para el exconcejal y excandidato al Senado Juan Carlos Flórez, a eso apunta. Los proyectos detrás del cupo de endeudamiento son un “titular efectista, a los que se acostumbró desde que era senadora”. Esta vez serán para “salvar proyectos, que no son de ella, sino de su antecesor, como el minimetro”, con lo que refleja, que la alcaldesa “es una mandataria dispersa, que no logra hacerles seguimiento a sus objetivos”.
El concejal Carlos Carrillo (Polo Democrático) tiene una mirada similar, al asegurar que el cupo de endeudamiento en trámite son
“una clara jugada política”, con un objetivo claro. De los recursos que pidió $2,8 billones son para completar el “medio metro” de Peñalosa, “aunque habla de segunda línea, para tomar distancia política de lo que en campaña demandó y ahora apoya. Por otro lado, en cuatro años seguro tendrá gente diciendo que están en cuatro o quinto semestre de la carrera universitaria que soñaron gracias a Claudia López. Y ella dirá: ‘Yo gestioné, yo sí di resultados’”.
Para ambos, esta gestión de recursos para proyectos de largo plazo parece ir de la mano con otra movida: la renuncia de Luis Ernesto Gómez (mano derecha de la mandataria en estos años de gobierno), para sumarse a la campaña del candidato Gustavo Petro, tal como lo hizo la comunicadora, activista y representante a la Cámara por Bogotá electa Catherine Juvinao, quien apoyó a López en su candidatura a la Alcaldía en 2019, cuando decía de Petro que practicaba un “mesianismo populista”. Estos apoyos, algunos los podrían interpretar como la retirada de la estructura política de López y Angélica Lozano de la campaña de Sergio Fajardo, para sumarse a la de Petro.
Y es que mientras esto se cocinaba desde principio de año, cuando la alcaldesa se acercó al Pacto Histórico con bandera blanca, la rapidez con la que se presentó y con la que se discute el cupo de endeudamiento les indica a Flórez y a Carrillo algo claro: su plan para asegurar esa financiación antes de que termine el gobierno de Iván Duque y que luego, en un escenario probable, un gobierno de Petro no torpedee su proyecto de la segunda línea del metro subterráneo.
“Lo que busca es tener la firma con Duque de un convenio de financiación antes de que se vaya de la Casa de Nariño y tomarse la foto, para dejar eso lo más amarrado posible por miedo a que llegue Petro y ponga condiciones distintas”, agregó Carrillo.
“Lo del cupo es para decir que quedó la plata y, por otro lado, volverse a poner la camiseta de izquierdista. Es para coquetear con Petro y que él no le pare el proyecto, que sería lo único que dejaría. En estos momentos juega a ser duquista y petrista, lo cual la desprestigia aún más, porque está viviendo un naufragio político ante los bogotanos y el país”, expresó Flórez.
Para el analista y profesor de comunicación política de la Universidad Externado Carlos Andrés Arias, esta situación también es una jugada a mediano y a largo plazo, en su proyecto político a futuro, pues Claudia López “puede advertir que, entre las figuras políticas futuras como Carlos Fernando Galán, Simón Gaviria y dos o tres alfiles del progresismo, ella puede destacar y después cobrar favores representados en apoyos políticos”.
¿Cómo podría salirle la movida a López?
La concejal Lucía Bastidas (Alianza Verde), sin pelos en la lengua, calificó de “capricho por utilizar plata” el pedido de ampliar el cupo de endeudamiento, pues para ella esto causará que “los tres próximos alcaldes no puedan hacer nada por su obstinación, que se acordó a última hora de dejar una impronta en su administración”.
“A Claudia le queda un año en la práctica y, como ha pasado sin pena ni gloria, se dio cuenta de que no hay una obra que tenga su sello, pues las que hay son las que dejó Peñalosa, y lo que quiere es endeudar a Bogotá para poner tener obras de su administración. Pero les cogió un poquito la tarde, ¿a qué hora vamos a ejecutar? No hay cómo hacerlo”, señaló.
Y es que si bien proyectos de infraestructura vial como el metro, la generación de empleos y la inversión en educación con becas universitarias y construcción de más colegios son necesarias para la ciudad, sus críticos ven el pedido de más deuda como algo apresurado, teniendo en cuanta que, en lo que dice el Distrito que se ha invertido lo del cupo anterior, esto aún no se ve reflejado en obras inauguradas. “Esas cuentas alegres. ¿Quién se acuerda cuál fue el cupo de endeudamiento de Peñalosa? ¿Quién puede decir qué es la ciudad cuidadora? Ni la propia administración”, opinó Juan Carlos Flórez.
Por su parte, el profesor Arias explicó que esta movida es replicada por muchos actores políticos, que con mucha antelación “alinean las fuerzas electorales alrededor de una posible candidatura, y en el caso de López, no solo de ella a la Presidencia, sino a las elecciones de alcaldes y gobernadores en 2023”.
Los años y las aventuras electorales de quienes han sido mandatarios en la capital de la República muestran que Bogotá ha sido un trampolín político para intentar llegar a la Casa de Nariño, así como un premio de consolación para los quemados de las elecciones presidenciales (caso Antanas Mockus en 1998 y 2000, Lucho Garzón en 2002 y 2003, Gustavo Petro en 2010 y 2011, Enrique Peñalosa y Clara López en 2014 y 2015 y Claudia López en 2018 y 2019).
Pero las dos excepciones a la regla, Virgilio Barco y Andrés Pastrana, muestran que lograr el salto al poder nacional toma más tiempo y que usar un cargo para tomar decisiones en beneficio político y no en el de ciudad, en lugar de conseguir réditos para cobrar después electoralmente, puede ser un arma de doble filo que afecte una aspiración política y la estabilidad de una ciudad.