El Espectador

Los (no) invitados a la Cumbre de las Américas

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AUN PAR DE SEMANAS DEL MÁXIMO evento hemisféric­o, que se llevará a cabo en Los Ángeles del 6 al 10 de junio, el gobierno de Estados Unidos se encuentra ante una encrucijad­a de la cual no va a salir bien librado. Acorde con una visión crítica de los regímenes dictatoria­les de la región, la administra­ción demócrata de Joe Biden había anunciado que a la Cumbre no se invitaría a tres dictaduras regionales: Cuba, Venezuela y Nicaragua. La radical decisión generó malestar entre ciertos gobiernos, como el de Andrés Manuel López Obrador, que informó que él no asistirá, al igual que el presidente de Bolivia.

El tema se ha venido agravando en la medida en que se acerca la Cumbre. Ese sería el momento en el que Biden reafirme su condición de liderazgo regional, tras el desastre que le dejó Donald Trump. México es el país más importante para Washington en América Latina y el Caribe. Que López Obrador amenace con no asistir pesa mucho para Estados Unidos.

Para tratar de calmar los ánimos, Biden envió allí al exsenador Chris Dodd, asesor especial para la Cumbre, a conversar con las autoridade­s mexicanas y asegurar la presencia de su presidente. Se cree que las recientes medidas de flexibiliz­ación frente a Cuba y Venezuela, para aliviar algunas de las sanciones existentes, son un guiño hacia sus gobiernos para que acepten su no asistencia a cambio de temas que para La Habana y Caracas son mucho más importante­s que ir a Los Ángeles. Por otro lado, funcionari­os del Departamen­to de Estado han expresado que aún no se han enviado todas las invitacion­es y que están evaluando la situación para contar con la lista definitiva.

A lo anterior se suma la anunciada ausencia del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, que no irá por un motivo distinto: hacerle un desaire a Joe Biden. Sin México y Brasil, difícilmen­te se puede hablar de una Cumbre de las Américas. La norma no escrita es que cada país sede invita a quienes considere pertinente­s, en especial aquellos Estados que cumplan con ser democracia­s operantes. En las últimas dos reuniones hemisféric­as se incluyó a Cuba en la medida en que se consideró que había un importante proceso de acercamien­to a la isla para lograr su apertura, liderado por la administra­ción Obama. Sin embargo, luego del distanciam­iento promovido por Trump, todo indica que Washington anunció la exclusión de Cuba, Venezuela y Nicaragua sin haber hecho las consultas previas en la región para conocer las eventuales reacciones.

De ser coherentes, la decisión de Washington debería ser la de mantener la asistencia de gobiernos democrátic­os, que respeten el Estado de derecho, y no permitir la presencia de regímenes como los de las tres dictaduras regionales. Ahora que el daño está hecho, el Departamen­to de Estado trata de enmendar la plana y lavar la cara de la administra­ción Biden mediante una fórmula que pueda satisfacer a todas las partes. Lo que se aprecia es que esta improvisac­ión no augura un final feliz, pues, sea cual sea la solución, el país del norte saldrá mal librado. En especial, cuando la Casa Blanca ha sido criticada por demócratas y republican­os tras sus recientes decisiones frente a Cuba y Venezuela.

‘‘La

decisión de Washington debería ser la de mantener la asistencia de gobiernos democrátic­os, que respeten el Estado de derecho, y no permitir la presencia de dictaduras regionales”.

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