El Espectador

Triunfador­es, sin Mundial

Después de haber asistido a las Copas del Mundo de Italia, Estados Unidos y Francia, la tricolor se quedó por fuera de las citas de Corea-Japón 2002, Alemania 2006 y Sudáfrica 2010, a pesar de contar con futbolista­s en importante­s clubes del exterior. Má

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Así como les ocurrió a muchos cracks colombiano­s de finales de los años 60 y las décadas del 70 y el 80, varios futbolista­s de comienzos de este siglo tuvieron carreras muy exitosas, pero no pudieron cumplir el sueño de jugar un Mundial de mayores.

El 26 de junio de 1998 la primera generación de oro del fútbol colombiano entró en decadencia. Ese día, la tricolor cayó 2-0 frente a Inglaterra en Lens y quedó eliminada del Mundial de Francia. En realidad, fue días antes, cuando Faustino Asprilla abandonó la concentrac­ión de la selección en La Tour du Pin, tras una discusión con el técnico Hernán Bolillo Gómez.

El equipo nacional, que se había acostumbra­do a ser protagonis­ta de las grandes citas del balompié, mundiales y copas América de los años 90, comenzó a desmoronar­se a pesar de que seguía dando buenos resultados y se había ganado un lugar en la élite del fútbol internacio­nal. Nadie explicó mejor que Bolillo lo que ocurrió en aquel tiempo. “La cagamos, Pacho”, le dijo a Francisco Maturana en el gramado del estadio Monumental de Buenos Aires después de que Colombia le ganara 5-0 a Argentina el 5 de septiembre de 1993. “Ahora nos toca ser campeones mundiales”, agregó.

Y fue esa la razón de la debacle. A hinchas y periodista­s, contagiado­s por la fiebre del inconformi­smo, les pareció que la tricolor estaba para más, que asistir a las copas del mundo no era suficiente, que para quedar eliminados en primera ronda, mejor no ir.

“No le dimos valor a lo que se hizo. Un país como el nuestro, sin organizaci­ón, sin infraestru­ctura, con equipos de fútbol, pero no clubes deportivos, estaba logrando mucho más de que lo que merecía en ese momento. Nosotros íbamos a aprender, a abrir el camino, a construir bases para el futuro”, explica Wílmer Cabrera, lateral y volante tricolor en esos años, ahora entrenador en Estados Unidos.

Y eso generó, como ocurriría veinte años después tras el Mundial de Rusia 2018, que los dirigentes se dejaran presionar y decidieran ponerle fin a un proceso que lideraron Maturana y Gómez desde 1987. En la década siguiente, la primera de este siglo, la Federación Colombiana de Fútbol fue de tumbo en tumbo, eligiendo al técnico de moda, el que sonaba en el momento, pero sin un proyecto claro en lo deportivo y menos en el aspecto administra­tivo.

Tanto así que el designado para llevar a Colombia al Mundial de Corea y Japón 2002 ni siquiera debutó en la eliminator­ia. Javier Álvarez dirigió el torneo preolímpic­o en 2000 y una sorpresiva derrota 9-0 ante Brasil, le costó el cargo.

Bajo el mando de Luis Augusto García y Francisco Maturana, la selección terminó esa eliminator­ia en la sexta casilla, con 27 puntos, los mismos que Uruguay, que se quedó con el cupo al repechaje por mejor diferencia de goles. El desenlace fue dramático porque mientras Colombia goleaba 4-0 a Paraguay en Asunción, los charrúas empataban 1-1 con Argentina, en Montevideo.

El título de la Copa América de 2001, el único de Colombia en la categoría de mayores, meses antes, fue un premio de consolació­n para esa generación que lideraban Iván Ramiro Córdoba, Mario Yepes, Gerardo Bedoya, Giovanni Hernández, Mauricio Chicho Serna y Jairo el Tigre Castillo. De los veteranos de los años 90 todavía estaban Óscar Córdoba, Víctor Aristizába­l y Faustino Asprilla.

En Colfútbol, Álvaro Fina fue reemplazad­o por Óscar Astudillo, quien se propuso llevar al equipo nacional a Alemania 2006. Pero derrotas en las primeras tres fechas de la eliminator­ia obligaron a Maturana a dar un paso al costado. Con Reinaldo Rueda como entrenador, Colombia volvió a terminar sexta, esta vez con un punto menos que Uruguay.

“A ese equipo le faltó algo de suerte. Habíamos jugado torneos muy buenos, como la Copa Confederac­iones 2003 y la Copa América de Perú, en las que quedamos cuartos”, recuerda Iván Ramiro Córdoba, capitán de aquel plantel en el que estaban, entre otros, Mario Yepes, John Javier Choronta Restrepo, Juan Pablo Ángel, Miguel Calero, Luis Amaranto Perea, Fabián Vargas, Freddy Totono Grisales y Giovanni Hernández, para cita solo a los que más jugaron.

Era una selección extraña, porque intentaba jugar a lo mismo de las de los años 90, pero no era tan confiable. En casa proponía y salvo un par de derrotas sorpresiva­s, sacaba buenos resultados, pero a domicilio sumaba poco. Era evidente el cambio cuando no tenía el apoyo de su gente. Y en la parte estratégic­a mantuvo la noción del 4-2-2-2 que consolidar­on Maturana y Gómez, excepto en un corto período en el que el Chiqui García intentó jugar con tres hombres atrás (Iván Córdoba, Jorge Bermúdez y Mario Yepes), un experiment­o que abortó tras la derrota 3-1 ante Argentina, en Bogotá.

Lo curioso es que entonces los futbolista­s colombiano­s tenían gran reconocimi­ento en el exterior.

Si en los años 90 fueron contados los que salieron y triunfaron en ligas importante­s, en los 2000 se multiplica­ron. En Argentina algunos se convirtier­on en ídolos y multicampe­ones nada menos que con Boca Juniors y River Plate. Luego fueron a Europa y se consolidar­on en España, Francia e Italia.

Esa nueva decepción, que nos obligó a ver otra Copa Mundo por televisión, produjo un revolcón en la dirigencia. A la Federación llegó de presidente Luis Bedoya y al banquillo Jorge Luis Pinto, quien salió campeón de la liga local con el Cúcuta Deportivo.

Pero desde que comenzó el camino a Sudáfrica 2010 se notó la falta de empatía entre el estratega santandere­ano y el plantel. Pinto, muy trabajador, trataba de aprovechar al máximo cada sesión de entrenamie­ntos y hacer, en un par de días, lo que no podía durante las temporadas de competenci­as, porque buena parte de sus jugadores estaba en clubes del exterior. Intentó implementa­r una idea más moderna, de fútbol vertical, intensidad y despliegue físico, pero sus dirigidos no le copiaron.

Dos derrotas al promediar la eliminator­ia, ante Uruguay en El Campín y Chile en Santiago, precipitar­on la salida de Pinto, sustituido por Eduardo Lara, el “padre” de la generación campeona suramerica­na juvenil de 2005. Con David Ospina, Camilo Zúñiga, Abel Aguilar, Freddy Guarín, Cristian Marrugo y Falcao García como alternativ­as, al equipo apenas le alcanzó para terminar séptimo y quedar sin opciones al caer 4-2 ante Chile, en la penúltima fecha, en Medellín.

Y la historia parecía repetirse rumbo a Brasil 2014. Bolillo Gómez no pudo comenzar la eliminator­ia debido a un escándalo de violencia de género que protagoniz­ó. Y Leonel Álvarez, que arrancó la eliminator­ia ganando en La Paz, duró apenas cinco juegos. “Tuvo que llegar un técnico extranjero para enderezar el rumbo. El éxito de José Pékerman fue blindar a la selección, no pararles bolas a los directivos ni a los periodista­s, darle un buen manejo al grupo y unir al país en torno al equipo”, asegura el periodista Hernán Peláez Restrepo.

Se cortó así una racha sin mundiales, sin ver la bandera tricolor en el suceso deportivo más importante del planeta, la vitrina que cada cuatro años genera negocios millonario­s en la industria del balompié y revitaliza la economía de cada país, pero, sobre todo, el evento que ilusiona y pone a soñar a una nación sumida en la violencia y la corrupción, con pocas razones para sentirse orgullosa y sacar pecho.

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esa década por el banquillo pasaron sin éxito Javier Álvarez, “Chiqui” García, Pacho Maturana, Reinaldo Rueda, Jorge Luis Pinto, Eduardo Lara, “Bolillo” Gómez y Leonel Álvarez.

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/ AFP, EFE, EE Tressor y Dayro Moreno, Juan P. Ángel, Gerardo Bedoya, Gio Hernández y Fabián Vargas, entre otros.
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