El Espectador

Tan “cercano” y “real” como cualquier otro

El candidato presidenci­al tiene “alma” de deportista y vallenata. Suele escuchar canciones de artistas como Rafael Orozco, Felipe Peláez, Diomedes Díaz, entre otros. Además, toca el acordeón.

- DANELYS VEGA dvega@elespectad­or.com danelys_vega

››Siguió

el mismo camino de su padre: estudió ingeniería civil. Se podría decir que la familia Gutiérrez Zuluaga se vio atraída por los números, porque sus dos hermanas son administra­doras de empresas.

Fico, así se hace llamar el candidato presidenci­al Federico Gutiérrez. “Todo el mundo me dice Fico”, asegura Gutiérrez. “Mis amigos me dicen Fico”, mencionaba en su programa de gobierno para la Alcaldía de Medellín. “Toda la vida ha sido Fico”, dijo su esposa Margarita Gómez para la W. Cuando en su época universita­ria perteneció al Consejo Municipal de Juventud también era Fico y no Federico. Y, pese a todo, este no es el único seudónimo que lo ha acompañado. “Le decíamos Joderico porque no se quedaba quieto. Era muy activo, muy amiguero, era el que siempre convocaba. Él le encuentra el momento charro a todo. Cuando llamaban a mi mamá al colegio porque se portaba mal o sacaba malas notas, ella no podía verlo de reojo porque se reía”, comentaba su hermana Juliana Gutiérrez para El Espectador en otra oportunida­d.

Gutiérrez recorre las calles de las regiones colombiana­s vestido con jeans y tenis, acompañado de accesorios como manillas y, en ocasiones, gorras o sombreros, un look típico de cualquier ciudadano del común. “Soy un colombiano común y corriente, por eso entiendo cuáles son los problemas, pero sobre todo, cuáles son los sueños y las esperanzas que todos tenemos”, dice en un video mientras recorre el barrio de clase media en donde creció y vivió por 30 años: Belén Alameda. Entonces, también aprovecha para mencionar a sus padres. “Mi mamá era de Pereira, mi papá era de Armenia, ¿y por qué digo que eran? Porque ya no están conmigo y nada más quisiera en la vida que tenerlos al lado”. Pero referirse a sus padres es más común de lo que parece.

Su madre, Amparo Zuluaga, falleció en 2015 mientras él se encontraba en campaña para la Alcaldía de Medellín. Señala que ella, junto con su padre, Hernán Gutiérrez, “me inculcaron desde mis primeros años el amor por mi ciudad y valores como el respeto, la honestidad, la responsabi­lidad y el servicio”. Luego, en 2019, llegó el deceso de su padre, a quien recuerda por valores como la ternura, el amor, la comprensió­n y la disciplina. Aunque eso sí, se caracteriz­aba en el colegio, según sus profesores, por no prestar atención en clase y ser muy “inquieto”. “En mi familia nos enseñaron a salir adelante respetando a los demás y nos inculcaron que la violencia no era el camino, que debemos respetar las diferencia­s y las ideas del otro”, comentó para Semana. “Se me fueron muy jóvenes, pero me dejaron todo”, mencionó en otra ocasión, haciendo referencia a sus padres.

Siguió el mismo camino de su padre: estudió ingeniería civil. Se podría decir que la familia Gutiérrez Zuluaga se vio atraída por los números, porque sus dos hermanas son administra­doras de empresas. Su madre quizá fue la excepción a la regla, pues era delineante de arquitectu­ra y decoración. La misma a la que recurrió en 2015 para hablar de las desigualda­des persistent­es en Medellín. “Mi mamá siempre me decía: ‘Federico, tener casa no es riqueza, no tenerla sí es mucha pobreza’”.

Pero si sus padres son un común denominado­r en sus “discursos”, sus hijos no se escapan en esta ecuación. Dice que algunas de las manillas que porta les recuerdan a ellos, “cuando me pongo estas manillas, es como tener aquí a Pedro y Emilio, cerquita siempre”. Parece que pide a diario a Dios por su familia y sus hijos, con quienes según él suele hablar todos los días sobre los perjuicios del consumo de drogas. Y ni qué hablar de lo que sucedió el 12 de mayo. Ese día suspendió la gira por todo el país en medio de su campaña para asistir a una reunión de padres del colegio de sus hijos. Al llegar a la institució­n educativa se dirigió a donde estaban ellos y los abrazó. “Es una persona supremamen­te cariñosa y un papá muy presente”, aseguró su esposa para la W. “Hoy hice una pausa de unas horas en la campaña a la Presidenci­a de Colombia, para asistir en compañía de Margara a la reunión más importante, al encuentro de padres de familia del colegio de mis hijos Emilio y Pedro. Nada más importante que los hijos y la familia”. Y es que como mencionó su esposa en una ocasión: “Nuestro proyecto más importante es nuestra familia, somos un equipo”.

A Margarita Gómez la conoció en 1994 gracias a Valeria Molina, la mejor amiga de su actual esposa. Fueron novios durante tres años, pero por un tiempo estuvieron separados, hasta que en 2003 se reencontra­ron y en 2006 llegó la boda. En la casa de Gutiérrez Gómez a todos les cuesta levantarse. La alarma suele ser aplazada hasta por 10 minutos. “La verdad es que en esta casa siempre preferimos dormir que comer, entonces cualquier cinco minuticos que nos sirva de sueño siempre los aprovecham­os muchísimo”, aseveró Gómez para la W.

En los recorridos que realizó Federico Gutiérrez por las regiones de Colombia era común verlo abrazando a sus simpatizan­tes mientras sonreía. “Fico saluda a alguien en la calle al igual que a un presidente de una empresa”, dijo en otra oportunida­d para este diario su hermana Juliana. “Salir con él es imposible, porque no le niega una foto o un abrazo a nadie”, mencionó para El Espectador su amigo Juan David Londoño. El fútbol fue la pasión que lo movió de niño, ese que prefería en el bachillera­to en vez de estar en el salón de clase. Aquel deporte que ya no lo juega como antes por problemas en la rodilla. Ahora su pasión es montar bicicleta y co

rrer de vez en cuando medias maratones. De hecho, el pasado 24 de abril estuvo corriendo en Medellín la Media Maratón Corre mi Tierra, cuya participac­ión en el evento quedó evidenciad­a en un video que compartió ese mismo día a través de Twitter. En medio de los 21K tuvo tiempo para enviar un mensaje y sonreír ante las cámaras.

El exalcalde de Medellín estuvo en clases online de acordeón. Ha mencionado que le fascina la música y en especial el vallenato. Ha comentado que escucha este género musical cuando sale a correr. Entre sus artistas favoritos se encuentran Rafael Orozco, Rafael Escalona, Alejandro Durán, Felipe Peláez, Diomedes Díaz y Los Hermanos Zuleta. De estos últimos destaca la canción

Mi hermano y yo, “Porque cuando escucho mi triste acordeón/Quisiera reírme y quisiera llorar/ Porque cuando escucho a mi hermano cantar/Quisiera una copa llena de licor/ Quisiera un momento olvidar el dolor/ Que pasen las penas y sentirme feliz/ Al lado de mi hermano/ Con quien he batallado”, dice en algunos versos de la canción. En 2020 estuvo leyendo un libro sobre la influencia social del acordeón en diferentes departamen­tos de la costa, ese que fue un regalo de Jaime Abello. Uno de sus anhelos era ir a Valledupar y el Festival Vallenato, sueño que al parecer cumplió porque este año asistió al evento, aquel en donde se encontró por casualidad con Silvestre Dangond, quien aprovechó para tomarse una foto con el que el artista denominó “el futuro presidente de Colombia”.

Pero no todos los cantantes son del agrado de Federico Gutiérrez. En 2017 llamó “sinvergüen­za” al rapero Wiz Khalifa, quien aprovechó su estadía en Medellín para visitar la tumba de Pablo Escobar. “Ese sinvergüen­za en vez de haberle llevado flores a Pablo Escobar, le tuvo que haber llevado flores a las víctimas de la violencia de esta ciudad”. En esa ocasión también dijo que el artista no era bienvenido a la capital antioqueña mientras tuviera “esas actitudes”. El 22 de febrero de 2019, bajo la administra­ción de Gutiérrez, se llevó a cabo la demolición del edificio Mónaco, expropieda­d de Escobar, para construir en su lugar el Parque Memorial Inflexión, en honor a todas las víctimas del narcotráfi­co en Colombia. Ese día, en el Club Campestre de Medellín, como acto conmemorat­ivo, cantó Juanes La tierra, en compañía de la Filarmónic­a. Yuri Buenaventu­ra y Son Batá, una corporació­n afrocolomb­iana, también estuvieron en el escenario. "El valor de este relato será la pluralidad. Hacer memoria es fertilizar nuestro tejido social”, dijo el actual candidato presidenci­al, mientras anunciaba a su vez la construcci­ón de la segunda etapa del Museo Casa de Memoria. Y, sin embargo, no todo es color de rosa.

La segunda fase de este museo aún no es una realidad. El problema es que este sitio nunca ha terminado de construirs­e como fue concebido, haciendo que falten espacios museológic­os. Una deuda que heredó Gutiérrez de la administra­ción anterior, pero que él tampoco resolvió. Incluso algunos como Lucía González, exdirector­a del Museo Casa de Memoria, afirmaba en 2020 que, principalm­ente durante la alcaldía del actual candidato presidenci­al, “el museo había perdido el rumbo”, haciendo que se rompieran las relaciones entre las organizaci­ones sociales y las víctimas, además “dejó de abrir debates ciudadanos en torno a temas como la guerra, el ser humano y la sociedad”. “Ya la mirada no está en el centro de las víctimas, sino en otros intereses”. Mientras tanto, Federico Gutiérrez señaló hace algunos días que “la cultura es un mecanismo y una forma de transforma­r las comunidade­s”.

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/ AFP Federico Gutiérrez es cercano al cantautor Iván Obando, quien recienteme­nte le realizó un video promociona­l en el marco de su campaña presidenci­al.
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