La terrible carta contra las hijas de Daniel Quintero
UNA CARTA DIRIGIDA A LA JUNTA Directiva del colegio Corporación Deustche Shule, en Medellín (Antioquia), es síntoma de todo lo que está mal en la cultura política colombiana. Redactada presuntamente por padres de familia de la institución educativa y difundida por redes de Whatsapp, la misiva, dada a conocer por la columnista de El Espectador Ana Cristina Restrepo Jiménez, pide retirar la aceptación a las dos hijas de Daniel Quintero, alcalde suspendido de Medellín. Las razones muestran una ciudad polarizada, unos padres vengativos e intolerantes y un país que está abrumado por sus tensiones políticas.
En la carta, los redactores señalan que “nos resulta sorpresiva la admisión de la familia Quintero Osorio en el colegio, puesto que, al margen del derecho a la educación, los criterios y la discrecionalidad observados históricamente por el colegio, parecen haber sido inexplicablemente omitidos, y esta vez en un caso cuya notoriedad es evidente”. Después argumentan que la familia del alcalde suspendido “se ha hecho públicamente famosa por atacar, descalificar, deshonrar y buscar destruir de manera sistemática y descarada, sin prueba alguna, toda la estructura social y empresarial fundada en grandes valores”. Más adelante agregan que “al colegio lo hace grande el que los niños sean buenos como producto indesligable de lo buenos que deben ser los principios profesados y practicados por las familias a las que pertenecen”.
¿Qué sentido tiene sabotear la educación de dos niñas simplemente porque hay diferencias políticas con sus padres? ¿Acaso ellas han cometido algún delito, alguna agresión contra los valores de la Corporación Deustche Shule? ¿No es, por cierto, profundamente preocupante que se invoque una “discrecionalidad” para, sin razón alguna, negar el derecho a la educación de dos niñas? ¿Por qué hay padres de la institución educativa que se sienten en potestad de realizar un matoneo organizado de este nivel? ¿Eso es lo que les enseñan a sus propios hijos?
Diana Osorio, madre de las niñas, escribió que “escogimos al Colegio Alemán porque queremos que nuestras hijas aprendan de una sociedad que reconstruye su memoria para deconstruir un dolor, que conozcan a un país libre que vive y nutre la diferencia”. Queda en amargo constante que la misiva habla de “niños buenos” con base en principios excluyentes. ¿Entonces hay “niños malos” simplemente por su árbol genealógico?
Nos parece que la carta, que por fortuna ha sido rechazada por estudiantes y padres del colegio en cuestión, muestra la degradación del debate público colombiano. Todo hay que decirlo: el mismo alcalde suspendido Quintero habla de “enemigos” cuando se refiere a sus contrincantes, y ahora su familia, de manera injustificada, recibe el mismo trato. Eso es lo que pasa cuando permitimos el “todo vale” en la retórica electoral. Vemos a los servidores públicos como seres que merecen cualquier desprecio y consideramos que los espacios tienen que ser exclusivos para quienes piensan como nosotros. Es momento de reflexiones profundas.
‘‘La
cultura política se ha degradado a tal punto, que buscan negarles el derecho a la educación a dos niñas por ser hijas del alcalde suspendido”.