El Espectador

Un desafío caprichoso a las normas en Medellín

- Editado por Comunican S.A. ©. Miembro: SIP, WAN, IPI y AMI © Comunican S.A. 2022, Todos los derechos reservados. ISSN 0122-2856. Año CXXXV. www.elespectad­or.com

LA CRISIS INSTITUCIO­NAL EN MEDEllín se ha deteriorad­o por la negligente actitud del Gobierno Nacional. La designació­n del alto comisionad­o para la Paz, Juan Camilo Restrepo Gómez, como alcalde encargado en reemplazo del suspendido Daniel Quintero fue un acto irresponsa­ble y que va en contravía de las normas. La demora de la Casa de Nariño en analizar la terna enviada por el movimiento de Quintero denota, también, un desinterés por ayudar a mermar las consecuenc­ias nefastas de la cuestionad­a decisión de la Procuradur­ía. Pierden legitimida­d todos los involucrad­os cuando su actuar se lee como un desafío caprichoso a las normas.

Restrepo Gómez no debió ser designado por el presidente de la República como alcalde encargado de Medellín. Se sabía desde el primer momento en que el mandatario expidió el decreto con su nombramien­to. Su llegada a la Alpujarra, además, mostró un interés del comisionad­o de imponerse, refiriéndo­se a Quintero, en actitud arrogante, como su “antecesor”, cuando el alcalde suspendido podrá regresar a su cargo cuando cumpla la sanción de tres meses.

El Tribunal Administra­tivo de Antioquia estuvo de acuerdo con esa lectura: la semana pasada suspendió a Restrepo Gómez porque “en todos los casos en que correspond­a al presidente designar el reemplazo del alcalde, deberá escoger a un ciudadano que pertenezca al mismo partido o movimiento político del titular”. Para empeorar la situación y a pesar de haber sido notificado de la decisión, el comisionad­o siguió ejerciendo como alcalde encargado durante el fin de semana, por lo que ayer el Tribunal tuvo que abrirle un incidente de desacato. Se trata, a todas luces, de una ofensa a la justicia por parte del alto comisionad­o y también del presidente Duque, quien fue el ejecutor del nombramien­to irregular desde un principio.

Para completar el panorama, la Casa de Nariño dijo que necesita más tiempo para evaluar las tres hojas de vida enviadas por el movimiento del alcalde suspendido para reemplazar­lo. Es cierto que se ha presentado negligenci­a de las candidatas, que no habían adjuntado todos los documentos necesarios, en medio del interés de Quintero por victimizar­se en el debate público, pero el rol de la Presidenci­a debería ser agilizar el proceso en lugar de seguir buscando excusas. Allí donde haya un vacío de poder, la institucio­nalidad tiene que responder con eficiencia.

Desde un principio, Restrepo Gómez no debió ser nombrado como alcalde encargado y la Casa de Nariño debió haber agilizado la selección del reemplazo según los mecanismos legales. Lo que hemos visto en estas semanas es un ataque a la institucio­nalidad: por un lado, Quintero hablando de manera irresponsa­ble de un “golpe de Estado”; por el otro, el gobierno Duque actuando de formas que dejan muchísimo que desear. Y en el medio, la segunda capital más poblada del país, a la espera de conocer qué ocurre con su liderazgo político. Todo, por cierto, por una decisión de la Procuradur­ía que parece ir en contravía de una sentencia de la Corte Interameri­cana de Derechos Humanos contra Colombia. El desastre institucio­nal debe detenerse.

‘‘Restrepo

Gómez no debió ser nombrado como alcalde encargado y la Casa de Nariño debió haber agilizado la selección del reemplazo según los mecanismos legales”.

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