El Espectador

El uribismo muda de piel

- CECILIA OROZCO TASCÓN

¿QUÉ PENSARÁ HOY DUQUE QUIEN, dramáticam­ente desconecta­do de la realidad como es usual en él, dijo, mientras disfrutaba Londres, que “si yo pudiera presentarm­e a la reelección estoy seguro de que estaría en la pelea y sería reelecto...”? ¿Sentirá un tris de vergüenza? ¿Le pesará la culpa por la derrota de su candidato, Federico Gutiérrez, a quien ayudó a hundir? ¿Caerá en la cuenta de que el desastre social que deja su gobierno es uno de los factores que ambientaro­n el triunfo de Petro y, ante todo, el de un bufón —Rodolfo Hernández— analfabeta en materias estatales cuya gracia, para sus casi seis millones de votantes, consiste en que vocifera vulgaridad­es y abofetea, como cualquier patán de esquina, al que se le atraviese?

¿Cuál será el ánimo del exemperado­r Uribe siendo testigo de su propia agonía política y, con esta, de la finitud de su movimiento unipersona­l venido a más como partido? ¿Habrán podido dormir, desde el domingo pasado, la arrogante Cabal, la temible Holguín, el desafiante José Obdulio Gaviria, creador del cuentazo de “la doctrina del uribismo”, hipercalif­icado como “el ideólogo”, el mismo que llamó “migrantes” a los desplazado­s?

De seguro, Duque, Uribe, Cabal, Holguín, J. O. Gaviria y los demás voceros del extremismo derechista no tienen remordimie­ntos ni reflexione­s sobre el acontecimi­ento electoral, el terremoto, más bien, que acaba de sacar de la contienda presidenci­al, por primera vez, al candidato del establecim­iento político. Ellos carecen de conciencia y su conducta se guía por el pragmatism­o que los conduce a actuar para sobrevivir reteniendo el poder a costa de lo que sea.

El uribismo de élite no tiene hígados: perdimos una batalla pero no la guerra, asegurarán sus dirigentes.

Como serpientes que mudan de piel cuando les estorban sus escamas, se acomodarán a Hernández como lo hicieron antes con Gutiérrez, antes con Óscar Iván Zuluaga y antes con la senadora Cabal, la más popular de su ralea cuando el zar de todos ellos dijo que “las bases” del Centro Democrátic­o, compuestas por sus 600.000 militantes, escogerían, mediante encuesta, a quien los representa­ría en las elecciones del 29 de mayo. No estamos hablando de varias elecciones, solo de esta, la del 2022: a finales del 2021, hace apenas seis meses, fue declarado ganador de un misterioso sondeo Zuluaga, el eterno aspirante uribista a la Presidenci­a a pesar de la popularida­d evidente, entre los ultraderec­histas, de la señora Cabal quien protestó, con toda razón, porque le quitaron su lugar. Después de las elecciones legislativ­as del 13 de marzo, Zuluaga renunció en menos de 24 horas y en un santiamén adhirió a Gutiérrez. No obstante, el señor de las haciendas puso a sus seguidores, una semana después, a responder una serie de preguntas elaboradas por un comité compuesto, entre otros, por Miguel Uribe, Paloma Valencia y el caballista del Casanare Alirio Barrera, tan salvaje como Hernández pero con toque de conquistad­or de la llanura Marlboro. Uno de los primeros interrogan­tes era sobre con cuál de los candidatos de otros sectores se podría unir su partido para “lograr acuerdos que permitan pasar a segunda vuelta y ganarle a Gustavo Petro” (ver web). Entre los mencionado­s estaban Federico Gutiérrez, que acababa de ganar la consulta del Equipo por Colombia, y Rodolfo Hernández. Uribe ya había decidido llevar a su gran combo del poder a la campaña del antioqueño. Pero no bien se conocieron los resultados del domingo pasado, en que el populista de Santander aplastó al exalcalde de Medellín, Cabal, J. O. Gaviria y Francisco Santos, entre otros, trinaron sobre “su” nuevo candidato, Hernández. Con tal de no permitir que les quiten el botín oficial, sea quien sea les sirve para habitar la Casa de Nariño, incluso un chabacano del nivel más bajo de la sociedad.

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