El Espectador

En respuesta a otra carta

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Prohibir la pesca deportiva no es un “hito” histórico para Colombia ni es comparable con la caza de zorros o la esclavitud. Todo el arte de la pesca deportiva se basa alrededor de la protección del medio ambiente y el cuidado de las poblacione­s de peces mediante la liberación. Compararlo con la caza o la tauromaqui­a es impreciso: para practicar dicho deporte no es necesario matar al animal o causarle ningún daño pues los ejemplares capturados siguen su curso de vida normalment­e después de la liberación. Si algo está claro es que la pesca deportiva educa a las poblacione­s para conservar el medio ambiente, pues su discurso está ligado al deporte: “Sin pesca y liberación no habrá deporte en el futuro”, al igual que con la calidad del agua. Más que un “hito”, como lo indica Pepe Galindo en su carta publicada el 12 de mayo, la prohibició­n es una catástrofe para las comunidade­s más pobres y afectadas por la violencia, pues lo que no tienen dichos lugares en oportunida­des lo compensan con riquezas hídricas que han venido cuidando durante años sin dejar que llegue la minería o la pesca comercial. Esto es viable gracias a miles de pescadores deportivos que invierten su dinero en estos lugares, dejando atrás las prácticas verdaderam­ente nocivas y la participac­ión de los jóvenes en grupos ilegales. ¿Vale la pena dejar a estas familias sin sustento para impulsar un discurso de ambientali­smo radical? ¿No cree Galindo que eso dará luz verde a proyectos de explotació­n en ríos protegidos por las comunidade­s? Si es ilegal pescar y liberar, ¿no cree que en unos años nos quedaremos sin poblacione­s saludables de peces?

Lo más probable es que la Corte Constituci­onal no tuvo en cuenta el impacto social, ambiental y económico, dejándose llevar por discursos de ambientali­smo radical que fallan en ver la imagen completa de la realidad, basados en teorías sobre el “dolor” de un animal sin la capacidad de tener sentimient­os complejos como lo es el dolor que siente el hombre, no comparable al sentido por un pez que, si fuera a hablarnos, probableme­nte nos diría que prefiere que lo liberen. Entonces, a lectores como Pepe Galindo les diría que la pesca deportiva SÍ ayuda al medio ambiente y al mismo tiempo a las comunidade­s gracias a la idea que identifica al deporte que es la pesca con la liberación y el cuidado de los recursos hídricos. A la Corte Constituci­onal la invito a dejar las prohibicio­nes y a enfocarse en modelos que se demostraro­n exitosos para el cuidado del medio ambiente y la regulación de especies invasoras en países como Estados Unidos y Canadá con el uso de anzuelos singulares, tallas mínimas y límites de peces para el consumo. Colombia pierde una industria en rápido crecimient­o y que en países como Costa Rica representa una parte importante del PIB, si este fallo se convierte en una realidad. Nicolás Gómez. Estudiante de la Universida­d EAFIT y apasionado por la pesca deportiva.

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