El Espectador

¿Salto mundial al vacío?

- VISIÓN GLOBAL ARLENE B. TICKNER

Los asuntos internacio­nales rara vez ocupan el centro de debate electoral, ni en Colombia ni en el resto del globo. Sin embargo, en un mundo globalizad­o y crecientem­ente turbulento en el que los nexos entre lo que pasa dentro y fuera son innegables, la política exterior es un vehículo decisivo de desarrollo y protección de los intereses colectivos y el bienestar de cualquier país. En consecuenc­ia, es importante detallar lo que proponen en esta materia quienes disputan la Presidenci­a colombiana.

El examen de los documentos programáti­cos y los pronunciam­ientos públicos de las campañas de Gustavo Petro y Rodolfo Hernández permiten entrever varias posiciones en común. Ambos candidatos prometen restaurar las relaciones consulares y diplomátic­as con Venezuela, se oponen al fracking y el uso de glifosato, critican el prohibicio­nismo frente a las drogas ilícitas y se compromete­n a dar cumplimien­to a los tratados internacio­nales suscritos por Colombia en materia de medio ambiente y cambio climático, incluyendo el Acuerdo de Escazú. A su vez, los dos han afirmado que el TLC con Estados Unidos deberá evaluarse y posiblemen­te renegociar­se, dado que ha producido un déficit comercial inmenso, afectando negativame­nte la producción agrícola nacional, y quedando corto a la hora de promover mayor inversión extranjera y diversific­ación de las exportacio­nes colombiana­s.

Más allá de esas similitude­s, la propuesta internacio­nal de Petro está basada en varios ejes centrales, entre ellos la priorizaci­ón de la integració­n y la buena vecindad con América Latina y el Caribe, el respeto por los derechos humanos y el cumplimien­to de las normativas internacio­nales, el cuidado de la vida y el medio ambiente, la política antidrogas basada en evidencia con enfoque diferencia­l para los distintos eslabones de la cadena, la centralida­d de la democracia, la paz y el medio ambiente en las relaciones con Estados Unidos, la migración y la diáspora, y la despolitiz­ación del servicio exterior, así como el fortalecim­iento de la carrera diplomátic­a y consular.

La agenda externa de Hernández se centra en la supresión del gasto, para la cual promete desmontar parte significat­iva del aparato diplomátic­o. Además de exigir la renuncia de embajadore­s y cónsules, bajo la premisa errónea de que todos los cargos en el exterior son utilizados para pagar favores políticos y de que no existen diplomátic­os profesiona­les, propone la supresión de 27 embajadas y de 16 consulados sin balance alguno de su valor estratégic­o para el país. Al tiempo que el ingeniero insiste en aumentar la actividad empresaria­l en África, Asia y Oceanía, quiere eliminar o reducir la presencia colombiana en dichas regiones. En el caso de Argelia y Marruecos, se trata de dos de los destinos principale­s de las exportacio­nes crecientes de banano del Urabá. No menos absurda es la idea de cerrar la embajada en Australia, un destino educativo en donde residen 19.000 colombiano­s. Consideran­do que el costo en funcionami­ento e inversión del Ministerio de Relaciones Exteriores representa alrededor del 0,3 % del presupuest­o total del Estado, se trata de un gesto de alto impacto mediático, pero de enorme irresponsa­bilidad política, si no, un salto mundial al vacío.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia