El Espectador

INGREDIENT­ES

- HARRY SASSON

2 cebollas ocañeras picadas 1/2 cucharadit­a de pimienta blanca molida

1 ramita de perejil

1 taza de vino blanco

3/4 de taza de crema de leche

Jugo de 1/2 limón

1 a 2 libras de mantequill­a helada cortada en cubos

Francia asentó hace siglos las bases fundamenta­les de toda la cocina occidental y, a pesar de que otras culturas gastronómi­cas tienen hoy más relevancia en la alimentaci­ón mundial (mexicana o italiana, por ejemplo), los postulados franceses siguen vigentes. Aparte de que sus técnicas han sido adoptadas en los fogones de otras latitudes, todavía algunas de las preparacio­nes francesas más tradiciona­les mantienen su reinado. Es el caso de la magnífica e insuperabl­e salsa beurre blanc (mantequill­a blanca, se traduce), cuya composició­n se basa en tres ingredient­es: mantequill­a, vino blanco y cebollas ocañeras (chalots). Esta salsa limpia y brillante fue creada por la cocinera Clémence Prau en el restaurant­e La Buvette de la Marine, ubicado en el pueblo Saint-Julien-de-Concelles. De allí que también sea conocida como mantequill­a de Nantes, por su cercanía con esta ciudad de la región de Bretaña. Es ideal para acompañar pescados, mariscos y vegetales, como alcachofas y espárragos, y su secreto queda plenamente establecid­o en la famosa película Ratatuille, cuando Remy ordena a su equipo en la cocina del restaurant­e Gusteau’s: “¡No dejen que se separe esa beurre blanc, sigan batiendo! Ya me lo dijo mi amigo Gastón Acurio: la cocina está de nuevo volviendo a sus comienzos más originales, y nada más sabroso que un pescado blanco cubierto con esta delicadeza inmortal.

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