El Espectador

El cambio llega, pero no sabemos cómo ni a dónde

- DANIELA E. GIL GAMBOA

EL RESULTADO DE LA PRIMERA VUELTA de las elecciones presidenci­ales no solamente marca la dirección hacia un cambio, legitimada por más del 68 % del electorado, sino que también marca un antes y un después en la historia del país. Sea quien sea el que gane la segunda vuelta, sabemos que ha prometido cambio con una dosis de populismo.

Segurament­e Colombia necesita cambiar muchas cosas, desde la política de seguridad hasta la gestión del cambio climático, pasando por los frentes abiertos con el conflicto armado. Ahora bien, la pregunta que deberíamos hacer en esta segunda vuelta es cómo piensan realizar este cambio los candidatos o, si no, cuáles son sus estrategia­s de cambio, aunque después no las puedan cumplir.

Realizar los cambios que ellos prometen es muy difícil y más en un país como Colombia, con problemas sociales tan arraigados y estructura­les. Pero debemos ser críticos, no podemos permitirno­s caer en errores que ya han vivido países como Estados Unidos y Brasil. Solo el candidato que prometa cambios factibles, que se explique bien y dé razones de cómo va a cambiar las cosas puede ganar. El 32 % del electorado que no los votó, y justamente estos votos serán los que marquen la diferencia, será el que con su papeleta decidirá el futuro candidato. Y este 32 % votó por el continuism­o. Entonces, ¿cómo le van a hacer para atraer y seducir estos votos? Solamente con un proyecto sólido que prometa cambios sin dejarse llevar por propuestas populistas podrá sumar estos votos.

Otra cuestión clave es la proyección internacio­nal de cada candidato. No podemos olvidar la importanci­a que tiene el presidente a la hora de representa­r a los colombiano­s en las cumbres internacio­nales, en los pactos y demás mesas de negociació­n donde se decide el rumbo de nuestro país. ¿Qué clase de representa­ción deseamos para Colombia?

En los últimos años, Colombia ha sido un ejemplo en el mundo entero con políticas como la despenaliz­ación del aborto y de la eutanasia, que conceden derechos a millones de persones que hasta ahora no podían realizar su voluntad. ¿Qué propuestas tienen los candidatos para estos temas? ¿Quieren seguir progresand­o en esta línea? ¿O, por el contrario, quieren parar el rumbo y cambiar la dirección?

Más allá de los problemas sociales y de las políticas para ayudar a la población, en Colombia es necesario un proyecto a largo plazo que cambie el rumbo del país, que la riqueza en recursos que tiene realmente pueda generar riqueza en la ciudadanía, riqueza no solo monetaria, sino también de seguridad y estabilida­d social.

Por todas las preguntas planteadas y muchos otros retos que tendrá el nuevo presidente, estoy segura de que las próximas elecciones marcarán un antes y un después en el país. Pero solo con una estrategia sólida, un discurso coherente con objetivos claros y un mensaje cercano podrán ganar y romper la barrera del populismo. De lo contrario, alejarán a gran parte de la ciudadanía, que ya está demasiado alejada de sus representa­ntes y líderes.

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