El Espectador

¿A qué le teme EE. UU.?

- VISIÓN GLOBAL ARLENE B. TICKNER

Para nadie es un secreto que Gustavo Petro no encabeza la lista de preferenci­as presidenci­ales de Estados Unidos en Colombia. Sin embargo, la falta de sutileza con la que esta posición se ha aireado es atípica, incluso para Washington. No solo los republican­os latinos de extrema derecha han replicado la campaña de miedo de sus homólogos colombiano­s frente al candidato del Pacto Histórico, sino que representa­ntes del mismo gobierno de Joe Biden han tenido gestos que apuntan en dirección similar.

En febrero de este año, durante una visita bilateral en la que participar­on funcionari­os estadounid­enses de alto nivel, hubo reuniones privadas con varias campañas, incluyendo las de Fajardo, Gutiérrez y Zuluaga. Un mes antes Rodolfo Hernández también había sido invitado a conversar en la residencia del embajador saliente, Philip Goldberg. Aunque el diplomátic­o se sintió en la necesidad de aclarar que se había visto con la mayoría de los candidatos y que esperaba encontrars­e con los faltantes a lo largo del proceso electoral, no se produjo nunca la cita con Petro, a quien el desplante no le pasó desapercib­ido.

Pese a lo anterior, poco antes de la primera vuelta, Francia Márquez viajó a Washington, en donde participó en una serie de eventos de la mano de otra fórmula vicepresid­encial, Luis Gilberto Murillo. Por más que el objetivo central de la visita hubiera sido el de explicar las propuestas del Pacto Histórico y atender las dudas estadounid­enses, la prohibició­n a los funcionari­os gubernamen­tales invitados de asistir a estos espacios y recibir a Márquez en privado imposibili­tó el intercambi­o de ideas.

El hecho de que las izquierdas hayan ganado elecciones en Argentina, Bolivia, Chile, México, Honduras y Perú en años recientes, y que puede ocurrir lo mismo en Brasil, no ha sido obstáculo para que las relaciones con Estados Unidos sigan siendo robustas y cordiales. Es interesant­e notar que en el caso específico de Honduras la Casa Blanca ha fomentado una alianza con Xiomara Castro, pese a la complicida­d estadounid­ense en el golpe de Estado contra su esposo, Manuel Zelaya. ¿Qué es lo que hace distinta a Colombia, cuando incluso se podría argumentar que la agenda social demócrata de Petro, centrada en la pobreza, la desigualda­d, la equidad de género, los derechos humanos, la paz y el medio ambiente se parece a la de Biden?

Históricam­ente, los gobernante­s colombiano­s no solo han aceptado sino promovido el tutelaje estadounid­ense. La certeza de Washington de que rara vez Bogotá le dice “no” ha sido uno de los pilares de la confianza y cercanía bilateral. Más allá de las inquietude­s puntuales que pueden existir sobre las propuestas de uno u otro candidato, lo que más se teme es perder a Colombia como aliado súbdito. Así, y aun consciente de los interrogan­tes que plantea Hernández para la democracia colombiana, el gobierno Biden parece preferir este “mal menor” porque lo estima más manso. Además, a diferencia de un triunfo de Petro, no plantea costo alguno para los demócratas en las legislativ­as de noviembre. No obstante, suponer que todo va a seguir igual, gane quien gane, es perder de vista que el reclamo de cambio que los electores han puesto sobre la mesa puede cobijar también la relación con Estados Unidos.

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/ AFP Boris Johnson (izq.), quien tiene una popularida­d de apenas el 24 %, durante una visita a granjas del sur de Inglaterra.
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