El Espectador

Francia Márquez y la promesa de un poder para el pueblo

La abogada y lideresa ambiental caucana se convierte en la segunda mujer en llegar a la Vicepresid­encia y en la primera persona afro en ocupar el segundo cargo más importante del país.

- NATALIA TAMAYO GAVIRIA ntamayo@elespectad­or.com @Nataliatg1­3

La poesía y la historia de las negritudes se encuentran y se entretejen. Se susurran mensajes de resistenci­a y se anuncian hitos alentados por esas voces del pasado. Hoy los versos de poetas negras afroameric­anas, como Maya Angelou, son el vestido que cubre de dignidad a la próxima vicepresid­enta de Colombia: “De las barracas de vergüenza de la historia / yo me levanto / desde el pasado enraizado en dolor / yo me levanto / soy un negro océano, amplio e inquieto, / manando/ me extiendo, sobre la marea, / dejando atrás noches de temor, de terror, / me levanto, / a un amanecer maravillos­amente claro”, escribió Angelou en 1978.

Francia Elena Márquez Mina recoge el caminar de 171 años de la población negra en Colombia. Ella es un eslabón de la cadena, ella es la materializ­ación de una lucha que ya no se hace con vergüenza, ni con dolor. Sí con rabia y mucha reivindica­ción. La cadena no acaba con ella. La vicepresid­enta electa es la promesa de que el poder para el pueblo apenas comienza, se redistribu­ye y se ensancha. En sus palabras, “de vivir sabroso”.

Ayer la historia no solo recayó en Gustavo Petro, quien se convertirá en el primer presidente de izquierda de Colombia, sino que la historia también la está marcando la lideresa y abogada de Suárez (Cauca). Ella será la primera persona afrodescen­diente en llegar al segundo cargo más importante del país y la que representa todos esos frentes de luchas de la población negra en contra de la pobreza, el hambre, la desigualda­d, el olvido estatal, el racismo, el sexismo intersecci­onal, la falta de oportunida­des y un no futuro.

Los caminos de la resistenci­a

Tiene de apellido un título nobiliario, pero nada en su vida le ha sido gratuito. A diferencia del privilegio, Francia Elena Márquez Mina creció en una familia llena de necesidade­s, en la que los más pequeños debían trabajar. Desde niña conoció la rudeza de las minas y de la vida. Las circunstan­cias la hicieron lideresa. Al igual que su mamá de joven, tomó la vocería en defensa del río Ovejas, de la vereda de Yolombó. Entendió que el cuidado de la vida es un todo, que la tierra es patria y que la comunidad es tribu, es unión y fuerza.

Se convirtió en madre soltera por primera vez a los 16 años. A sus 21 tuvo su segundo hijo. La joven que soñaba en convertirs­e en antropólog­a y viajar a África tras las pistas de sus antepasado­s tuvo que reinventar­se en la adversidad. Fue empleada doméstica y cuando pudo estudiar se decidió por el derecho. Alguien de la comunidad de La Toma debía ponerles el pecho a la minería ilegal y a la explotació­n de la tierra por parte de multinacio­nales con el amén de los gobiernos de turno.

Mientras estudiaba, tuvo que asumir precozment­e el papel de abogada, fue una de las tutelantes en contra del Estado por vulnerar los derechos de identidad e integridad étnica, cultural, social y económica de las comunidade­s afrodescen­dientes. Este recurso llegó hasta la Corte Constituci­onal, que expició la Sentencia T-1045A de 2010, en la que exige la obligatori­edad de la consulta previa en territorio­s étnicos y ancestrale­s.

Graduarse para ella significó más esfuerzos y sacrificio­s. Las necesidade­s que pasó no la amilanaron, tuvo que suspender semestres, rebuscarse cómo pagar la carrera, hasta que obtuvo su título en 2020 por parte de la Universida­d Santiago de Cali. Tras la sentencia de 2010, Márquez, junto a otras mujeres del norte del Cauca, encabezaro­n la “Marcha de los Turbantes” para exigir el cumplimien­to de la jurisprude­ncia de la Corte.

Este hecho se tradujo en el reconocimi­ento de la reparación colectiva de 27 consejos comunitari­os del norte del Cauca, aquejados por la minería ilegal, las concesione­s a multinacio­nales para explotar los recursos de la tierra, la contaminac­ión de las aguas, la presencia de grupos armados, la pobreza y la desigualda­d. Ese liderazgo por el medio ambiente y su comunidad la convirtier­on en objetivo de los ilegales, como víctima de desplazami­ento y amenazas participó en los diálogos de paz con las Farc, aportando al capítulo étnico que adoptó el Acuerdo de Paz.

En 2018 fue galardonad­a con el Premio Goldman, considerad­o el Nobel del Medio Ambiente. Ese mismo año se lanzó a la política electoral como candidata a una de las curules afros en la Cámara por el Consejo Comunitari­o del río Yurumanguí. No ganó, pero tampoco perdió, porque desde entonces cosechó, y este domingo recogió los frutos. En 2020 anunció su aspiración a la Presidenci­a alrededor del proyecto político “Soy porque somos”. En 2021 se unió al Pacto Histórico y en 2022 logró la tercera votación de todas las consultas interparti­distas, con casi 800.000 votos. Ese caudal electoral la puso como la fórmula vicepresid­encial de Petro.

La Vicepresid­encia

Desde que fue nombrada fórmula de Gustavo Petro, Márquez Mina dio luces sobre la vicepresid­enta que sería. Una que no se queda callada y sumisa, que señala el inconformi­smo y que mete el dedo en la llaga dentro de un sistema político racista, machista y patriarcal, en el que opera el mismo Pacto Histórico. En estos meses de campaña mostró la transición de la lideresa a la política, sin dejar el activismo y la denuncia, de su capacidad de convocar y representa­r a unas mayorías sociales que poco se identifica­ban con la política tradiciona­l.

Como vicepresid­enta, Márquez Mina tendrá la primera tarea de crear el Ministerio de la Igualdad, un despacho pensado para cerrar las brechas de desigualda­d entre mujeres y hombres, ricos y pobres, campo y la ciudad, entre las periferias y el centro. Otras tareas que asumirá son las de potenciar el litoral Pacífico y los derechos étnicos. “Así que las mujeres de Colombia, los territorio­s excluidos y los pueblos excluidos por su color de piel o por su ancestro histórico y cultural son las tres funciones que la vicepresid­enta va a tener como eje de desarrollo del primer gobierno popular del país”, dijo Petro cuando la introdujo como fórmula.

Aunque él es el presidente, Francia Márquez es la promesa de la diversidad, de la inclusión y de la renovación de un proyecto político que promueve un cambio estructura­l para el país. “Gracias por haber hecho el camino, por haber sembrado la semilla de la resistenci­a y la esperanza”, dijo la hoy vicepresid­enta electa en su discurso de la victoria, saludando a las mujeres, a los indígenas, a las negritudes, a los jóvenes, a los campesinos, a esa mayoría social invisibili­zada y marginaliz­ada. “Como lunas y como soles, / con la certeza de las mareas, / como las esperanzas brincando alto, / así… / yo me levanto”. Hoy, 20 de junio, se levanta un nuevo país.

‘‘Después

de 214 años logramos un gobierno del pueblo, un gobierno popular, el gobierno de la gente de las manos callosas”. Francia Márquez

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/ Óscar Pérez Verónica Alcocer, esposa de Gustavo Petro, abrazando a Francia Márquez, vicepresid­enta electa.
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