El Espectador

Pobreza suramerica­na, ¿culpa europea?

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Decía hace unos meses Ricardo Gareca que la influencia europea no ha favorecido al jugador suramerica­no porque pierden habilidad, gambeta e inventiva. Jugar a dos toques, anotaba, genera apuro, no rapidez. También declaró que no tiene sentido trabajar táctica con los chicos, quienes deben ser formando técnicamen­te, la táctica es para los mayores. ¿Hasta dónde tiene razón?

La historia del fútbol es de aprendizaj­es transatlán­ticos. Si Uruguay sorprendió a Europa en los años 20 con una forma diferente de tratar el balón, Suramérica absorbió la influencia de entrenador­es húngaros durante la primera mitad del siglo XX. Escribía la prensa española en 1952, cuando Millos derrotó al Real Madrid en sus bodas de oro: “Ganen o pierdan los Millonario­s, numerosas jugadas durante el transcurso del match tendrán carácter de pura exhibición, de delicada orfebrería (…) No hay en este fútbol colombiano patadones ni despejes largos”.

Apenas unos años después, en 1958, un rival irlandés decía de los argentinos: “Era un equipo de hombres bajitos, gordos con barriga que estaban más pendientes de saludar a las aficionada­s en la tribuna que del balón”. Si bien derrotaron a Irlanda, cayeron 6-1 ante Checoslova­quia, un resultado que cambió la historia del fútbol argentino.

La humillació­n argentina se unió a la eliminació­n brasileña del Mundial de 1966 para llevar al fútbol suramerica­no a perseguir la europeizac­ión por el camino equivocado. Nuestro fútbol se tornó agresivo, violento, donde el resultado era lo más importante y la preparació­n física debía primar.

Los 70 continuó la tendencia de los 60, hasta que llegó Brasil 1982, el más bello después del 70, la derrota más impactante, después del 50. El resurgir del fútbol lírico se frenó en seco.

En Europa, mientras, la fuerza dejaba campo a otro fútbol. Holanda 74 (estos con gran despliegue físico), y Francia 1982 demostraro­n que la lírica era un camino, que si bien no ganaba, era un camino a explorar. Fue el Barcelona de Cruyff en los 90, el de Guardiola después y la España de 2008-2012 quienes mostraron que la técnica y la táctica se podían fusionar para emanar belleza sin sacrificar resultados. Hasta los alemanes tomaron nota. Suramérica se estancó táctica y técnicamen­te desde que la sentencia Bosman del 95 se llevó a nuestros mejores futbolista­s.

Gareca tiene parcialmen­te razón. Trabajar con material menor es difícil. Tácticamen­te no ayudó el fracaso de Bielsa en 2002. Nada hemos hecho para preparar entrenador­es innovadore­s en Suramérica. Ninguna estrategia hemos diseñado para incentivar y mantener los procesos de formación. Solucionem­os, no busquemos culpables en el más allá.

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@JORGEA TOVAR JORGE TOVAR

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