¿Qué hacer con el petróleo?
HACE 30 AÑOS, CUANDO TRABAJABA en el Ministerio de Hacienda en temas fiscales, tenía que ir al Congreso a hablar con los ponentes de la reforma tributaria de 1992, que era fundamental para desarrollar lo recién dispuesto en la Constitución de 1991.
Había ponentes veteranos y también un ponente neófito, que no tenía todavía mucha influencia y andaba medio aislado. Pero recuerdo que en las discusiones manifestaba su antipatía por la industria petrolera. Se llamaba Gustavo Petro y ahora sí es influyente.
¿Qué pensar de su animadversión por el petróleo y sus propuestas para reducir la dependencia sobre los recursos petroleros? Yo no recuerdo si en esa época Petro ya asociaba los combustibles fósiles con el calentamiento global y eso le preocupaba. No es imposible. Ya en los 80, Margaret Thatcher reconocía la gravedad del cambio climático, así que quizá Petro y Thatcher tenían algo en común.
Pero no es claro que limitar la explotación de petróleo en Colombia vaya a influir en el cambio climático global. La participación de
Colombia en las emisiones totales es baja y su participación en la producción mundial de petróleo tampoco es alta. Colombia produce apenas el 1 % del total global y tiene poco más del 0,1 % de las reservas probadas.
En términos ambientales, parecería más sensato adoptar otras medidas para mitigar las emisiones en Colombia, como promover transporte público eléctrico, más generación con energía renovable, etc. Petro reconoce que Colombia no pesa en estos cálculos globales y hace énfasis en la necesidad de proteger los bosques como una contribución real al tema del calentamiento global.
¿Esto quiere decir que es vana su preocupación por el petróleo? No del todo. El desarrollo de la actividad petrolera y minera en Colombia, que tanta dicha ha causado en los gobiernos de los últimos 30 años, no ha aumentado el crecimiento de la economía ni una décima porcentual. En cambio, sí ha generado una enfermedad holandesa maligna, que ha afectado el resto de la actividad económica. En vez de manejar el tema como sugiere la teoría, los ministros de Hacienda se han obnubilado con esporádicas bonanzas.
Esto sugiere que Petro puede adoptar un camino menos radical que frenar la actividad petrolera. Puede congelar el efecto nocivo de altos precios del petróleo o aumentos en la producción, ahorrando los recursos excedentes en un fondo soberano. Esto es muy difícil de hacer en países inmaduros, como el nuestro. Pero es lo correcto y no requiere más disciplina o fuerza de voluntad que lo que Petro sí quiere hacer, que es reducir la actividad petrolera, lo cual llevaría de todos modos a no poder gastar estos recursos porque no se estarían generando.
Se trataría de calcular qué tantos impuestos excedentes se están generando en Ecopetrol y las demás empresas del sector, ahorrarlos y gastar solo sus rendimientos. Lo mismo con las regalías. Esto no será fácil para un gobierno empeñado en aumentar el gasto público, pero sería lo correcto.
En un plazo más largo, cuando el mundo desarrollado, que causa la mayor parte de las emisiones, encuentre la manera de reducirlas, los ingresos petroleros colombianos caerán. Entonces será bueno haber disminuido la importancia de estos ingresos. Pero no tiene sentido que Colombia se anticipe a esto.
En cambio, sí puede reducir la dependencia fiscal sobre los ingresos petroleros, ahorrándolos. Si el Gobierno Petro establece un fondo soberano en donde se capitalicen impuestos de renta y regalías generadas por la actividad petrolera y minera, habrá dado un paso real para reducir la dependencia de Colombia sobre ingresos extractivos, promoviendo la producción local.