El Espectador

No ignoremos a la Comisión de la Verdad

- Editado por Comunican S.A. ©. Miembro: SIP, WAN, IPI y AMI © Comunican S.A. 2022, Todos los derechos reservados. ISSN 0122-2856. Año CXXXV. www.elespectad­or.com

EL INFORME DE LA COMISIÓN DE la Verdad fue recibido con hostilidad por parte de un sector de la clase política colombiana. Era de esperarse, pues incluso en un editorial predijimos que ese es el reto de hacer memoria en caliente, pero no deja de ser lamentable. Especialme­nte porque entre el discurso del padre Francisco de Roux, director de la Comisión, y las recomendac­iones de política pública que se hicieron, hay una hoja de ruta que, con suficiente apoyo político, puede materializ­arse y ayudar a construir un país más incluyente. Si quisiéramo­s hacer un acto de reparación a las víctimas del conflicto armado, haríamos bien en dejar de discutir sobre el documento para mejor implementa­r lo propuesto. Esperamos que el gobierno entrante, del presidente electo, Gustavo Petro, cumpla con acciones su manifestac­ión de buena voluntad dada el martes pasado.

Más allá de los testimonio­s recogidos, que sin duda son el aporte más potente y doloroso del trabajo juicioso de la Comisión de la Verdad, con el informe llegaron una serie de recomendac­iones que deben implementa­rse. Que no ocurra lo que tantas veces pasa en Colombia: convocar agrupacion­es de expertos para proponer soluciones que después son ignoradas.

Son varias las propuestas de la Comisión de la Verdad. En cuanto al narcotráfi­co, “la Comisión concluyó que es tiempo de avanzar en un compromiso frente a la superación definitiva del prohibicio­nismo”. Para aterrizar lo pactado en La Habana se propone crear un Ministerio para la Paz y la Reconcilia­ción. También reformar el mecanismo de elección del fiscal general, para garantizar su independen­cia “sobre la base de los criterios de mérito y reconocimi­ento de la trayectori­a profesiona­l, igualdad de género, publicidad y transparen­cia”. Con el objetivo de garantizar los derechos de las víctimas, se recomienda limitar la extradició­n, algo en lo que el mismo presidente electo ha dicho estar de acuerdo, pero necesita la colaboraci­ón de Estados Unidos. Otras medidas son tener un Museo de Memoria independie­nte y autónomo, cumplir los puntos sobre el agro del Acuerdo para revertir las tasas de concentrac­ión de la tierra, hacer una reforma política y que el Estado respalde la protesta pacífica de manera vehemente.

Lo interesant­e es que todas las medidas propuestas o son parte del Acuerdo de La Habana, o son conclusion­es lógicas de lo que ocurre al analizar el conflicto armado y sus raíces. Se trata, al mismo tiempo, de reformas ambiciosas y ejecutable­s, siempre y cuando en el Congreso y en la Presidenci­a haya receptivid­ad. Después de entrevista­r a más de 30.000 personas y hacer un trabajo de recolecció­n de la informació­n titánico, no podemos desaprovec­har esta oportunida­d histórica.

No en vano la Comisión lanzó el informe con el lema de “Hay futuro si hay verdad”. Ahora que contamos con una visión integral del conflicto y del pasado reciente, el reto que nos queda es inventarno­s la Colombia del futuro. No dejemos sobre la mesa las recomendac­iones.

‘‘Las

recomendac­iones de la Comisión de la Verdad son una hoja de ruta útil para el futuro del país”.

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